«Chanel es a la moda lo que Picasso es a la pintura»
Jean Cocteau
El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza presenta la exposición Picasso / Chanel que explora la relación entre dos de los grandes creadores del siglo XX en el campo de la moda y del arte: Gabrielle Chanel (1883-1971) y Pablo Picasso (1881-1973).
Chanel y Picasso se conocieron en la primavera de 1917 con ocasión del estreno del ballet Parade, muy probablemente a través de Misia Godebska y de Jean Cocteau, con los que Chanel entabló una duradera amistad. Ellos la introdujeron en los círculos artísticos parisinos, donde el pintor español era ya una figura reconocida. Chanel frecuentará al matrimonio Picasso cuando el artista participa activamente en los Ballets Rusos de Serguéi Diághilev.
La muestra se organiza en torno a cuatro secciones presentadas en orden cronológico y que en conjunto abarcan los años entre 1908 y 1925 aproximadamente: El cubismo y el estilo Chanel; Olga Picasso; Antígona y El tren azul, donde se suceden estimulantes diálogos entre las obras vanguardistas de Picasso y los innovadores
diseños de Chanel.
EL CUBISMO Y EL ESTILO CHANEL
La influencia del cubismo en la moda de la segunda década del siglo XX, y en particular en la creación de Chanel, puede desglosarse en varios aspectos. En primer lugar, el lenguaje formal geometrizado de líneas rectas y angulosas de las pinturas y esculturas cubistas se refleja en los primeros diseños de Chanel, cuya fama despunta con el estallido de la Primera Guerra Mundial. Gabrielle elimina el ornamento excesivo y se decanta por la línea recta en siluetas bidimensionales en lugar de tridimensionales. Por otra parte, abraza la sobriedad, la simplicidad y lo práctico, características todas estas que casan a la perfección con el arte de vanguardia.
En segundo lugar, la tendencia a la reducción cromática es común en ambos creadores. En el periodo del cubismo analítico, especialmente entre 1908 y 1911, Braque y Picasso cultivan la monocromía y Chanel, por su parte, manifiesta una predilección especial por el blanco, el negro y el beige.
El collage introduce en la obra de arte un repertorio de materiales dispares, de texturas bastas o austeras, como las arpilleras. Análogamente, la modista utiliza por primera vez tejidos humildes y sencillos, como el punto de lana y el algodón y pieles poco habituales en la moda, como el conejo, el castor o la ardilla. El genio de Chanel radica, en palabras del escritor Maurice Sachs, en que inventa “lo barato-costoso, la miseria rica, la pobreza encantadora”, o lo que Paul Poiret denominó el «miserabilismo del lujo».
OLGA PICASSO
La primera mujer de Picasso, la bailarina rusa Olga Khokhlova (1891-1955), era una fiel clienta de Chanel.
Picasso y Olga se conocieron en febrero de 1917 en Roma, mientras Picasso trabajaba en Parade y Olga ensayaba con la compañía de Diághilev, y se casaron un año y medio más tarde. Según Cocteau, testigo por parte del novio, el vestido de novia de Olga, cuya boda tuvo lugar en París en julio de 1918, fue un diseño de Chanel, quien muy probablemente asistió también al evento.
En este apartado se muestran algunos de los numerosos retratos de una serena y melancólica Olga en la intimidad, pintados por Picasso al estilo clásico o ingresco, en los primeros años felices de matrimonio, en los que aparece en ocasiones vestida por Chanel. La modelo posa para el artista en su entorno privado pensativa o realizando actividades cotidianas, como leer o coser. Junto a estas representaciones, se exponen algunos de los vestidos del periodo inicial de la couturiére, de los que se conservan escasos ejemplos en instituciones y colecciones privadas internacionales. Se trata de piezas muy frágiles que tienen más de cien años pero que, sorprendentemente, todavía hoy conservan actualidad y frescura.
La predilección de la elegante Olga por las creaciones de la casa Chanel -poseía numerosos modelos, según palabras del músico Igor Stravinsky- se refleja también en fotografías familiares de la época y en algunas películas caseras del matrimonio junto a su hijo Paulo.
ANTÍGONA
El 20 de diciembre de 1922 se estrena en el teatro L'Atelier de Montmartre Antígona, la adaptación libre y vanguardista del clásico de Sófocles realizada por Cocteau con una experimental puesta en escena dirigida por Charles Dullin. Picasso se encarga del decorado, en el que emplea tonos violetas, azules y ocres para pintar unas columnas dóricas sobre un cielo azul ultramar en una tela más grande que el escenario. Asimismo, diseña las máscaras del coro y los escudos negros de los soldados con motivos inspirados en antiguos vasos griegos.
Cocteau le encarga a Chanel la confección del vestuario, porque según sus propias palabras “es la más grande couturiére de nuestra época y no me imagino a las hijas de Edipo mal vestidas”. Esta se inspira en la Grecia arcaica para realizar la indumentaria de gruesa lana, en tonos marrones, crudos y rojo ladrillo que armonizaba con el decorado y los accesorios y combinaba con la gama de colores que eligió Picasso. Se trata de la primera incursión de Gabrielle Chanel en un proyecto teatral, en el que trabajará de la mano de sus amigos Cocteau, Picasso y Dullin.
Antígona fue un éxito. Picasso resolvió con brillantez la dificultad de crear un escenario íntimo con reducidos recursos teatrales. Pero la clara triunfadora fue Chanel, ya que sus soberbias creaciones fueron enormemente elogiadas por la prensa especializada.
EL TREN AZUL (LE TRAIN BLEU)
En 1924 Diághilev produce El tren azul, un ballet u opereta bailada en un acto con libreto de Cocteau, coreografía de Bronislava Nijinska, música de Darius Milhaud, escenografía de Henri Laurens y vestuario de Chanel. Se estrena el 20 de junio en el gran teatro de Les Champs-Elysées de París. Los personajes principales, dos parejas de frívolos deportistas vestidos a la última moda, se divierten en la Costa Azul. Para crear el ballet, Cocteau se inspira en actividades que estaban de moda en los años veinte, como tomar el sol y los deportes, y mezcla la danza con acrobacias, pantomima y sátira. Curiosamente el Tren Azul, el expreso de lujo que unía París y la Riviera francesa, no aparece en el ballet.
Un mes antes del estreno, Diághilev descubre en el taller de Picasso el gouache Dos mujeres corriendo por la playa (La carrera) y le insiste para que se lo deje utilizar como imagen del telón de El tren azul, que ejecuta el príncipe Alexander Schervachidze. El pintor queda entusiasmado con el resultado y se lo dedica al propio Diághilev. También acepta el encargo de ilustrar el programa de mano, para el cual dibuja la cubierta y unas bailarinas para las páginas interiores.