Raro es el día en el que no leemos, escuchamos o vemos noticias relacionadas con el rescate de migrantes en nuestro entorno más próximo o en el mar Mediterráneo que también deberíamos considerar inmediato pues en ocasiones lo denominamos “mare nostrum”. Nuestra actitud sobre estas noticias fluctúa entre la compasión hacia las personas involucradas y la preocupación por los problemas que nos pueden causar su llegada a nuestros países europeos. A juzgar por los mensajes lanzados por algunos líderes políticos, sobre todo en época electoral, y por los resultados de algunas consultas populares, parece que la preocupación supera a la compasión en el ánimo de los votantes.
La focalización del problema de la migración en nuestro entorno más cercano responde a esa preocupación sobre sus consecuencias en la estabilidad de la organización social que conocemos. Y por ello tendemos a pensar que los problemas asociados a las migraciones afectan en exceso a los países más desarrollados. Sin embargo, los datos de ACNUR demuestran que los países en vías de desarrollo dan asilo a casi el 90% de los refugiados. Una visión más global del problema debería ayudarnos a comprenderlo mejor y darnos una idea fiel del papel relativo que juegan los países occidentales en su resolución.
En la Universidad Carnegie Mellon llevan trabajando cuatro años en un Proyecto denominado “Explorables” cuyo objetivo es proporcionar una plataforma que ayude a entender el significado de las vastas cantidades de datos de los que disponemos. Para ello desarrollan animaciones en distintos niveles sobre mapas. Uno de estos trabajos se ha centrado en visualizar las migraciones a nivel mundial durante este último siglo de nuestra historia.
Así podemos observar cómo en 2001, decenas de miles de refugiados huyeron del conflicto en Afganistán y de la guerra civil en Sudán. En 2003, el genocidio de Darfur provocó la huida de miles de personas de Sudán. En 2006, la guerra hizo que muchos ciudadanos libaneses pasaran a Siria; al igual que desde Sri Lanka a la India. En 2007, el conflicto en Colombia generaba refugiados hacia países cercanos como Venezuela y la represión del gobierno de Birmania provocaba huidas masivas hacia Tailandia. En 2008, una oleada de refugiados tibetanos huyó a la India, mientras que los refugiados afganos, iraquíes y somalíes continuaron abandonando sus países de origen en gran número. En 2009, Alemania acogió un gran número de refugiados de Irak y otros países cercanos. En 2010, otra oleada de refugiados abandonó Birmania. En 2012, la guerra civil de Siria empujó a un gran número de refugiados hacia países próximos como Jordania. Los refugiados ucranianos comenzaron a huir de los disturbios en 2013, y en mayor número para 2014. En 2015, el mayor número de refugiados venía de Siria, aunque el movimiento de masas de países africanos como Sudán del Sur también continuó.
Poner los datos, la evidencia de los hechos, delante de nuestros ojos debería ayudarnos a entender mejor este problema que afecta a la humanidad y por tanto darnos las bases para un mejor análisis a la hora de formarnos una opinión sobre el mismo. El siguiente paso sería fijar nuestra posición y adoptar las acciones personales para influir en las decisiones de nuestra sociedad sobre nuestra contribución a la solución del problema.
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