martes, 16 de enero de 2018

La fiebre de las criptomonedas

Allá por 2010 empecé a oír hablar del bitcoin. Una nueva moneda, etérea, anónima y misteriosa en su origen. Aparte de la novedad tecnológica,  ya aparecía rodeada de un aura de misterio y clandestinidad. Parecía que su uso se restringía a la internet profunda donde se encontraban los hackers y los usuarios mas chungos de la red. Mi curiosidad me llevo a investigar sobre su funcionamiento. Aquello parecía ser una innovación decisiva en el campo de los pagos que, desde luego, no me era ajeno. No había mucha información sobre el tema y la que había en absoluto era clara. También descubrí la existencia de mucho teórico experto que no sabia gran cosa porque eran muy difíciles de comprender. Cuando algo se domina no es difícil explicarlo.  De una forma u otra, al cabo de unos pocos días y bastantes horas de dedicación, logré hacerme una idea bastante precisa de losfundamentos del bitcoin.

El siguiente paso, que di varios meses más tarde, fue llegar a diferenciar entre la moneda “bitcoin” y la filosofía tecnológica que la sustentaba que, con el tiempo, ha sido denominada blockchain. Diferencia esta de gran importancia porque, si bien se puede discutir con gran vehemencia sobre la viabilidad y el futuro de Bitcoin, lo que cada vez resulta mas evidente es la vigencia y el potencial de uso que, como veremos mas adelante, parecen asociados a la utilización de blockchain.

Con el paso de los años, los altibajos del desarrollo de bitcoin fueron seguidos con interés, curiosidad y preocupación, dependiendo de los distintos puntos de vista, por un cada vez mayor publico afectado. En los últimos meses ha saltado de los ámbitos mas o menos especializados o frikis hasta convertirse en tema de debate y conversación de las publicaciones generalistas. La semana pasada sin ir mas lejos, en una reunión de amigos, junto a los comentarios sobre los atascos de las carreteras provocados por las nevadas y las inevitables referencias a la “cuestión catalana” surgió la conveniencia de invertir en bitcoins. Ayer, por casualidad, encontré en The Guardian un artículo que lo desaconsejaba y que me apresuré a remitir al amigo que había suscitado el tema.  

La prueba de la extensión del conocimiento del concepto la encontramos en la aparición de muchas otras criptomonedas, como Ethereum, Ripple o Cardano que en mayor o menor medida reproducen invariablemente la enorme volatilidad que ya manifestó bitcoin desde sus comienzos. Las sucesivas peripecias sufridas a lo largo de la historia: prohibiciones, hackeos, reconocimientos… han determinado fluctuaciones de valor que se han convertido en característica esencial de las criptomonedas. Su popularización y extensión de uso han llevado a las autoridades económicas a emitir en reiteradas ocasiones avisos sobre los riesgos asociados a su utilización.

Al margen de todo el entorno especulativo que inevitablemente rodea el mundo de las criptomonedas me parece interesante abordar algunos aspectos relacionados con ellas sobre los que conviene reflexionar.   

Los mecanismos de generación de bitcoin, lo que normalmente se suele llamar minería, requieren algoritmos complejos que hacen uso de avanzadas técnicas criptográficas. Todo ello implica la necesidad de utilizar una gran capacidad de proceso de potentes ordenadores. La forma en que está diseñado bitcoin implica que tal demanda de potencia de cálculo no es constante, sino que se incrementa progresivamente en la medida en que mas y mas unidades de la criptomoneda se ponen en circulación. Como resultado de todo ello, las estimaciones del consumo de energía que se produce como consecuencia del funcionamiento mundial de bitcoin son enormes. En la actualidad se sitúan en el entorno del consumo anual de países enteros como Nueva Zelanda o Irlanda. Esta enorme demanda de capacidad de cálculo y el incremento del valor de las criptomonedas han determinado la aparición de malware usado por criminales para infectar ordenadores de todo el mundo en los que, sin conocimiento de sus propietarios, se instala software especializadopara realizar procesos de minería de criptomonedas.

Por otra parte, la tecnología blockchain ha despertado un enorme interés en el entorno financiero. Aunque todavía faltan por superar algunos obstáculos, las potenciales ganancias de eficiencia en los procesos y los ahorros de mano de obra que podría generar son tan atractivos que un elevado número de entidades financieras están invirtiendo enormes recursos para explorar el mejor uso de esta tecnología. Estos procesos se están llevando a cabo tanto en un ámbito de competencia, pero también de cooperación ya que parece previsible que la inter-operatividad de los procesos y herramientas será imprescindible.  

Incluso alejándonos aun mas del entorno inicial de los pagos y las transacciones financieras, parece que la tecnología blockchain puede encontrar aplicaciones en muchas otras industrias y actividades. En su libro “Blockchain Revolution: How the Technology Behind Bitcoin Is Changing Money, Business, And The World,” Don y Alex Tapscott vaticinan que la progresiva aplicación de las tecnologías derivadas de blockchain supondrán un cambio radical que, a través de Internet, revolucionará el funcionamiento de nuestra sociedad impactando fundamentalmente en todas aquellas entidades que realizan funciones de intermediación.  Todo ello anuncia otra importantísima consecuencia para el empleo. Si el uso de esta tecnología hace innecesaria la función desarrollada por numerosas empresas, los trabajadores de las mismas también serán innecesarios. Parece por tanto que esta tecnología se unirá a la robótica y la inteligencia artificial en el desplazamiento de los trabajadores humanos en muchos los actuales lugares de trabajo. Pero el desarrollo y aplicación de todas estas nuevas técnicas y procedimientos también debería generar una demanda importante de especialistas. Renovarse o morir. La vida sigue.

1 comentario:

  1. Compuesta por un diálogo entre proyectos pasados, presentes y futuros, la muestra sobre Foster aporta una visión de conjunto única. En palabras del mismo Foster, la exhibición "es una mirada al futuro, pero sin dejar de mirar al pasado remoto, una visión que nos da continuidad. Muestra el otro lado de los proyectos que me motivan, aquellos más pequeños que pueden marcar una gran diferencia, en los que la tecnología y el imperativo social contribuyen a fines sociales como la mejora del cambio climático, la igualdad, el bienestar social... Son temas recurrentes a lo largo de mi carrera, que tienen continuidad hoy".
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