Esta mañana he visitado en las salas de exposiciones temporales del Palacio Real una muestra muy singular titulada: "De El Bosco a Tiziano. Arte y maravilla en El Escorial". Se trata de una iniciativa del Patrimonio Nacional para conmemorar el 450 aniversario de la colocación de la primera piedra del Monasterio de El Escorial. La exposición da a conocer la pintura, escultura y las artes decorativas realizadas gracias al mecenazgo del Rey Felipe II y coleccionadas por el Rey que convirtió el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial en el mejor conjunto de arte y maravilla de la España del Renacimiento. Se exponen 155 obras incluyen autores como El Bosco, Tiziano, Patinir, Navarrete “el Mudo”, Alonso Sánchez Coello, Antonio Moro, Gerard David y Bernard Van Orley.
Antonio Moro. Felipe II |
El Comisario de la exposición es Fernando Checa Cremades, ex director del Museo del Prado. Apoyado por un equipo de expertos, entre los que destacan los Conservadores de Patrimonio Nacional, ha realizado un excelente estudio científico que, entre otros aspectos, analiza la imagen artística como expresión de las relaciones entre poder y religión en la Europa de la Contrarreforma. Partiendo de los Libros de entregas, se ha logrado documentar con precisión la llegada de las obras adquiridas por Felipe II durante la construcción del Monasterio. Producto de todo ello es esta muestra en la que se recupera El Escorial original de Felipe II, que fue ante todo, en la visión que da el comisario, un monumento funerario dinástico y lugar de retiro piadoso.
Las obras del edificio comenzaron en 1562 y la primera piedra se colocó en 1563. El diseño, un vasto rectángulo de 207 por 162 metros, en torno a una gran basílica de planta central y cubierta por una cúpula sobre tambor, fue ideado por Juan Bautista de Toledo. Su temprana muerte en 1567 dio paso a su discípulo Juan de Herrera, quien finalizó las obras arquitectónicas con su peculiar estilo, mezcla de lenguaje clásico a la italiana y elementos a la flamenca, como las cubiertas empizarradas, una manera que todavía hoy conocemos como “herreriana”. Desde 1563 -fecha de la colocación de su primera piedra- a 1598 -fecha de la muerte de Felipe II- el Monasterio de El Escorial se convirtió en el principal lugar receptor de obras de arte de toda España y uno de los mayores en la Europa del Renacimiento. A finales del siglo XVI San Lorenzo de El Escorial era un museo de fama internacional, solo comparable con los existentes en el Vaticano de los Papas, la Florencia de los Medici o la Viena imperial.
Pedro Perret. Monasterio de San Lorenzo de El Escorial |
La muestra se inicia rindiendo tributo a los dos arquitectos ya mencionados que levantaron este impresionante edificio. De hecho, el capítulo arquitectónico cobra especial relevancia en la exposición, no solo en la primera sala, en la que se exhiben las trazas de Juan de Herrera (en dibujos originales y grabados de Pedro Perret) sino también en la abundancia de relicarios que se muestran en esta y otras salas, diseñados según los principios de la arquitectura clasicista.
Arqueta de Isabel Clara Eugenia |
El segundo núcleo expositivo lo conforma el archivo de la Contrarreforma en que se convirtió este monasterio jerónimo: Felipe II respondió a la reforma protestante coleccionando relicarios, imágenes de santos y devocionales, libros miniados, cantorales... El Escorial fue un auténtico depósito de reliquias, con más de 7.000 (entre ellas más de cien cabezas enteras), heredadas, recibidas como regalo y adquiridas en buena parte “al por mayor” en países protestantes para congregar, en la lucha contrarreformista, a todo un ejército de santos y mártires. Hay expuestas piezas excepcionales. Es el caso de la Arqueta de Isabel Clara Eugenia, los tres ejemplares del «Passionarium» –libro de cánticos de Semana Santa con magníficas miniaturas–, el «Terno de las Calaveras», utilizado en las ceremonias fúnebres de las reinas; y algunas de las pinturas devocionales, de pequeño formato, de Felipe II.
Tiziano. Adoración de los Reyes |
El tercer y último capítulo de la muestra está reservado al Parnaso artístico que logró reunir el Monarca en El Escorial. Los mejores artistas de la época acudieron a la llamada de Felipe II. A la cabeza, Tiziano, al que el Rey conoció en Milán en 1548. Desde entonces, y hasta la muerte del pintor en 1576, trabajó para él. No sólo en El Escorial, también en El Pardo y el Alcázar. A este pintor se le dedica una sala íntegramente ya que el Monasterio era el edificio de Europa con más obras del artista en el momento de su muerte. En ella se presenta parte de las obras cumbre de su período tardío destacando el conjunto, nunca expuesto como tal desde comienzos del siglo XIX, de las tres obras maestras de Tiziano destinadas al Tríptico de la Iglesia Pequeña del Monasterio: El Martirio de San Lorenzo, La Adoración de los Reyes y El Entierro de Cristo, esta última conservada en el Museo del Prado.
El Bosco. Cristo coronado de espinas |
Tambien se destacan de manera visible otros pintores como es el caso de El Bosco uno de los favoritos de Felipe II que había podido admirar sus obras en sus juveniles viajes a Flandes. Las principales obras de este artista entraron en las colecciones reales filipinas como, por ejemplo, El Jardín de las Delicias o pinturas tan impresionantes como el Cristo coronado de espinas o el Cristo camino del Calvario, presentes en esta exposición.
La inmensa mayoría de las obras de la muestra pertenecen a las colecciones de Patrimonio Nacional que se complementan con otras, que en su día colgaban en el monasterio y lo abandonaron por distintas circunstancias, procedentes del Museo Nacional del Prado, de la National Gallery de Londres, de la National Gallery de Irlanda, del Museo del Louvre y de la Biblioteca Nacional de España.
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