Por alguna extraña
razón todo lo que se relaciona con Apple adquiere una especie de aura que lo
relaciona con la excelencia. Hace unas pocas semanas corrió el rumor, que ya se
sabe que en muchas ocasiones es la antesala la de noticia, sobre la posibilidad de tener la próxima
generación del iPhone construido a base
de un material llamado metal amorfo. El rumor tenía sus raíces en el hecho de
que Apple compró en Agosto de 2010 una licencia exclusiva para comercializar la
tecnología de la empresa Liquidmetal. El
tiempo nos dirá si el rumor se convierte en noticia y los futuros poseedores de
un iPhone podrán disfrutar de las ventajas de un artilugio construido con un
metal amorfo. Pero por ahora vamos a conformarnos con saber qué es eso de los
metales amorfos.
Un metal amorfo es un
material formado por átomos de elementos metálicos pero que, a diferencia de
los metales en estado natural que son cristalinos, es decir sus átomos
elementales están perfectamente ordenados, presentan una estructura desordenada a escala atómica. En general, los materiales con este tipo de estructura se
obtienen por solidificación desde el estado líquido y se llaman vidrios
metálicos.
A pesar de su nombre, los metales amorfos son
en realidad aleaciones de varios metales. Por ejemplo el Vitreloy, uno de los
primeros metales amorfos comercializados es una aleación del 41% de zirconio,
el 14% de titanio el 12,5% de cobre, el 10% de níquel y el 22,5% de berilio.
Las aleaciones contienen átomos de tamaños muy diferentes lo que origina
comportamientos diferentes a los de los metales puros. Por ejemplo, las
aleaciones en estado fundido tienen viscosidades varios órdenes de magnitud
mayores que los metales en estado líquido. Al ser mucho más viscosas, la
libertad de movimiento de los átomos individuales es menor, lo que determina
que, al enfriarse, no dispongan de suficiente rapidez para formar una retícula ordenada. La
estructura a nivel atómico del material implica también una menor contracción
durante el enfriamiento, y una mayor resistencia a la deformación plástica.
Las aleaciones
amorfas tienen propiedades muy útiles.
Son más fuertes que las aleaciones cristalinas químicamente similares y
soportan una mayor deformación elástica
reversible. El Vitreloy, del que ya hemos hablado, tiene una resistencia a la tracción doble que
la del titanio de alto grado. Tal vez la propiedad más útil de los metales
amorfos masivos es que son vidrios auténticos, lo que implica que se ablandan y
fluyen con el calor. Esto permite que sean procesados por técnicas muy
sencillas, tales como el moldeo por inyección.
Como último ejemplo
de las interesantes aplicaciones de los metales amorfos podemos mencionar el un
material cuya fórmula química es Mg60Zn35Ca5.
Al enfriarlo rápidamente, para lograr una
estructura amorfa, se obtienen propiedades que lo hacen especialmente idóneo
como biomaterial para implantación en los huesos, siendo la base para la
fabricación de tornillos, clavos, o placas para ser utilizado en fracturas. A
diferencia de los materiales tradicionales como el titanio o acero, éste
material se disuelve a razón de 1 nm por mes, y es reemplazado por tejido óseo.
Parece evidente que
bien en el próximo artilugio de Apple o en algún implante óseo para arreglar
una fractura nos encontraremos tarde o temprano con una aplicación de los
metales amorfos que, convenientemente utilizados, harán más fácil nuestra
existencia.
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