viernes, 18 de enero de 2013

Una niña contra la banca


A nadie le resultará extraño la nefasta opinión que sobre los bancos tienen la mayoría de nuestros conciudadanos. Podríamos decir que para nuestra sociedad son los “malos de la película” que estamos viviendo. Son multitud y multitud las protestas y manifestaciones de todo tipo que en los últimos meses se han dado en contra de las entidades financieras.

Ayer, siguiendo una de tantas noticias sobre este tema descubrí que la mala imagen de los bancos no es exclusiva de nuestra sociedad española. En un lugar tan lejano de nosotros como Canadá nos encontramos con ideas muy similares a las nuestras. En el ejemplo que he encontrado llama la atención la originalidad con la que se produce la denuncia. Victoria Grant, una niña de 12 años  pronunció, hace más o menos ocho meses, un discurso en el Public Banking Institute de Filadelfia, del que se han hecho eco medios  tan prestigiosos como el Financial Post, Forbes o el Huffington Post.

Su discurso, que apenas dura 6 minutos, es vibrante, claro y cargado de unos argumentos  lógicos que resulta difícil admitir como propios de una chica tan joven. Independientemente de pueda haber sido “ayudada” por sus padres o profesores la denuncia es clara y esta bien expresada. Entre las muchas acusaciones incluidas en la alocución destacan:

"¿Se han preguntado alguna vez por qué los banqueros de las entidades más importantes se están haciendo más ricos mientras que el resto de nosotros no? Estamos siendo timados y robados por el sistema bancario y un Gobierno cómplice”
“Las entidades financieras prestan un dinero que realmente no tienen. Ellos aprietan un botón en el ordenador y generan un dinero falso en el aire. Ellos no tienen realmente nada en sus cámaras. He descubierto que los bancos y el Gobierno se han confabulado para esclavizar financieramente a la gente de Canadá”.


La clave del análisis de Victoria es que los bancos perjudican a los gobiernos tanto como a los clientes, y ya que los clientes también pagan impuestos para cubrir el servicio de la deuda nacional, los bancos les están perjudicando dos veces. Finaliza su breve discurso pidiendo actuar: “un pequeño grupo de personas puede cambiar el mundo. Nunca hay que dudar que un pequeño grupo de personas puede cambiar el mundo“.

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