viernes, 11 de noviembre de 2011

Teotihucan, ciudad de los Dioses

A punto de finalizar la presencia en el Caixaforum de Madrid de la exposición "Teotihuacan, Ciudad de los Dioses", por fin he encontrado un hueco para poder visitarla con detenimiento. Y la verdad, hubiese sido una autentica pena perdérsela. De acuerdo con la información recibida, se trata de la más completa realizada nunca sobre la cultura teotihuacana, con 400 piezas que incluyen algunas de las obras maestras que se han encontrado en esta ciudad prehispánica. Las excavaciones arqueológicas en Teotihuacan continúan hasta nuestros días, y han dado como resultado un paulatino incremento en la calidad y cantidad del conocimiento que se tiene sobre esta ciudad.

Teotihuacan fue una de las mayores ciudades de Mesoamérica durante la época prehispánica. Durante ochocientos años (del siglo II a. C. al siglo VII d. C.) constituyó el centro cultural, político y religioso de una potente civilización. Se encuentra situada en un valle rico en recursos naturales, en los municipios de Teotihuacan y San Martín de las Pirámides, aproximadamente a 45 kilómetros de distancia del centro de la Ciudad de México. Sus principales monumentos —la Pirámide del Sol y la Pirámide de la Luna, unidas por la Calzada de los Muertos, el bellísimo Palacio de los Jaguares o el templo de Quetzalcóalt— son referentes de la cultura universal. Por esta razón, fue declarada Patrimonio de la Humanidad por  la UNESCO en 2000. Hoy en día Teotihuacán es reconocida como uno de los testimonios más sobresalientes del urbanismo antiguo y el desarrollo estatal, por lo que es objeto de interés para los investigadores, que a través de distintas disciplinas científicas continúan explorando su complejidad.


Las piezas que se exponen, algunas de ellas de grandes dimensiones, revelan un elevado refinamiento y un espíritu cosmopolita, abierto a las principales culturas de América central. Los seis ámbitos de la muestra presentan no solo obras de arte, sino también objetos de uso cotidiano para facilitar una inmersión lo más completa posible en aquella cultura. En la exposición se obtiene una imagen fiel de la que supuso esta gran ciudad a través de algunos de los aspectos más notables de su cultura: ideología, poder, arte, sociedad, religión, guerra, tradiciones, vida cotidiana y, por supuesto, la influencia que legó la civilización teotihuacana a las diferentes culturas prehispánicas. Las obras proceden de los principales museos pertenecientes al Instituto Nacional de Antropología e Historia de México, complementadas con otras procedentes de colecciones privadas, como la que el pintor Diego Rivera reunió en el palacio de Anahuacalli.


Entre las obras que integran la exhibición, se encuentran pinturas murales, esculturas en piedra, estatuillas trabajadas en obsidiana, recipientes de cerámica, suntuosos ornamentos de joyería prehispánica y máscaras rituales —algunas recubiertas de turquesa—, además de figurillas de animales mitológicos de gran importancia en Mesoamérica, como el jaguar y la serpiente, elaboradas en diversos materiales. Son destacables el Gran Jaguar de Xalla, una fachada escultórica (descubierta hace pocos años) que conserva gran parte de su policromía; y el llamado Disco de la Muerte, figura en piedra que alude al misterioso fin de esta antigua civilización. 


La muestra, organizada por el Instituto Nacional deAntropología e Historia de México, sigue el recorrido planteado por el arqueólogo Felipe Solís, comisario de la exposición y una de las máximas autoridades sobre el mundo prehispánico, que murió un mes antes de la primera inauguración en Monterrey. Su exhibición en el CaixaForum Madrid se enmarca en una gira internacional que ya ha pasado, entre otras ciudades europeas, por París, Berlín, Roma y Barcelona en las que ha recibido mas de 450.000 visitantes.

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