Erotique voilée, 1933 © Man Ray Trust, VEGAP, Madrid, 2019 |
Man Ray, pseudónimo de Emmanuel Radnitzky (Filadelfia, 1890
– París, 1976) fue, junto a sus contemporáneos y amigos Marcel Duchamp o Pablo
Picasso, uno de los grandes renovadores del arte contemporáneo. Empezó su
carrera como pintor, aunque a partir de 1915 empezó a trabajar la fotografía.
Después de vivir junto a Duchamp y Francis Picabia la efervescencia del
dadaísmo en Nueva York, se instaló en París en 1921 donde pasó media vida. Muy
pronto supo diferenciar entre pintura y fotografía: "Pinto lo que no puede
ser fotografiado. Fotografío lo que no quiero pintar. Pinto lo invisible.
Fotografío lo visible". Su continua
experimentación técnica y la elección de los motivos de sus trabajos le
hicieron destacar rápidamente por revolucionar el campo de la fotografía. Dotó
a la fotografía de una extraordinaria creatividad y la liberó de su función
meramente utilitaria, científica o documental. En definitiva, contribuyó a
elevar la “fotografía creativa” a la categoría de obra de arte.
Se convirtió en el fotógrafo predilecto de los surrealistas,
ya que su sencillez gráfica era capaz de envolver con un halo de misterio las
cosas más banales. André Breton proclamó que "el ojo existe en estado
salvaje" y Salvador Dalí habló de "la fotografía como pura creación
del espíritu". Como destacado miembro del grupo surrealista, Man Ray
utilizó esta disciplina como un instrumento para plasmar las inquietudes y
esencias más profundas de la psicología humana. Expandió esta visión
surrealista al lenguaje cinematográfico, creando unas películas experimentales
que abrieron las puertas del cine de vanguardia.
La muestra ha conseguido recopilar una cuidada selección de
fotografías y una gran representación de objetos, que sorprenderán
extraordinariamente al visitante. Es la primera vez que se reúne en una exposición
en España una representación tan nutrida de objetos del artista. La Fundación Canal acompaña los objetos,
rayogramas y fotografías protagonistas de “Man Ray. Objetos de ensueño” con
un original diseño expositivo, obra de Gabriel Corchero Studio. Las siete
secciones que componen la muestra trasladan al visitante al particular universo
onírico, evocador y surrealista de Man Ray.
1. Amigos, retratos y autorretratos
Autoportrait avec Emak Bakia, 1935
© Man Ray Trust, VEGAP, Madrid, 2019
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El reconocimiento que obtuvo como fotógrafo le dio
oportunidad de realizar retratos a los personajes más relevantes de la cultura
de su época. Con el retrato y la fotografía de moda Man Ray alcanzó la fama en
el París de los años 20 y 30, y contribuyó a revaluar unos géneros que habían
sido devaluados. Realizó retratos de la aristocracia, la alta burguesía y la
bohemia artística, atraídos por su delicada sensibilidad, imaginación y
capacidad técnica. Sus sobrios retratos se concentran en la expresión del
rostro sobre fondos limpios y vacíos. Conseguía capturar la existencia y el aura de las
personas, y dejó testimonio de amigos como Picasso, Marcel Duchamp, André
Breton, Mina Loy, Gertrude Stein, Lee Miller, André Derain, Louis Aragon, Jean
Cocteau y de muchos miembros del grupo surrealista. También dejó constancia del
verano de 1937 en Mougins al lado de Picasso con Dora Maar, Paul y Nush Éluard,
y su nuevo amor, Ady Fidelin.
Ady, Man Ray, Mr. and Mme. Cuttoli, with Picasso and Dora Maar in Mougins, 1937
© Man Ray Trust, VEGAP, Madrid, 2019
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Marcel Proust sur son lit de mort, 1922
© Man Ray Trust, VEGAP, Madrid, 2019
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2. Objetos de ensueño
Lampshade, 1919 /1959
© Man Ray Trust,
VEGAP, Madrid, 2019
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Cadeau 1921 / 1974
© Man Ray Trust,
VEGAP, Madrid, 2019
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En Man Ray los objetos representan la construcción de su
mundo interior, el espejo donde se refleja. André Breton definió a Man Ray como
"el gran escrutador de la decoración de la vida cotidiana".
A diferencia del ready-made (objeto confeccionado) de Marcel Duchamp, que elige un objeto fabricado por la industria y lo eleva a la categoría de obra de arte, Man Ray crea algo nuevo a partir de la asociación de dos objetos, al estilo de la metáfora del poeta Lautréamont "hermoso como el encuentro casual de una máquina de coser y un paraguas en una mesa de disección". Esta asociación podemos verla claramente en El enigma de Isodore Ducasse (1920) y en Cadeau (1921 / 1974), una plancha con púas de hierro que regaló a Erik Satie.
A diferencia del ready-made (objeto confeccionado) de Marcel Duchamp, que elige un objeto fabricado por la industria y lo eleva a la categoría de obra de arte, Man Ray crea algo nuevo a partir de la asociación de dos objetos, al estilo de la metáfora del poeta Lautréamont "hermoso como el encuentro casual de una máquina de coser y un paraguas en una mesa de disección". Esta asociación podemos verla claramente en El enigma de Isodore Ducasse (1920) y en Cadeau (1921 / 1974), una plancha con púas de hierro que regaló a Erik Satie.
3. Rayogramas
La tercera sección se dedica a los revolucionarios
rayogramas, fotografías obtenidas sin cámara a través de la exposición directa
de los objetos a la luz y que captan la esencia de la dialéctica poética que
Man Ray establece con los objetos a lo largo de su creación artística. Man Ray
también sitió una gran atracción por la experimentación en el laboratorio.
Fruto de ello, en torno a 1921, descubrió los rayogramas o fotografías sin
cámara. Consistían en registrar la silueta de pequeños objetos directamente
sobre el papel fotosensible por medio de la incidencia aleatoria de la luz. Un
descubrimiento que sigue la estela de la nocturnidad y el sueño que tanta
atracción ejerció en los surrealistas. Estas fotos convierten los objetos
cotidianos que usa en su laboratorio (fósforos, espirales de metal, botones,
plumas, lápices…) o en la cocina (una batidora, un rallador de queso, unas
tijeras o una cuerda) en fantasmas de sí mismos, en iluminaciones profanas del
siglo XX. Constituyen la esencia de la dialéctica poética que Man Ray establece
con los objetos a lo largo de su creación artística.
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El propio Man Ray explicó: “Me rebelé contra mi cámara
fotográfica y la tiré. Tomé cuanto me caía en la mano: la llave de la
habitación del hotel, un pañuelo, lápices, una brocha, un pedazo de cuerda. No
estaba obligado a bañarlos en el líquido. Los depositaba sobre papel seco y los
exponía a la luz durante unos segundos como si fuesen negativos. Estaba muy
excitado y me divertía muchísimo”. En 1922 publica su primer conjunto de
rayogramas en un álbum llamado en Les Champs délicieux (Los campos
deliciosos), con prólogo del poeta Tristan Tzara.
4. Mujeres y Venus
Anatomies-Neck, 1930
© Man Ray Trust, VEGAP, Madrid, 2019
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Man Ray contempla a la mujer como un objeto de deseo. Así lo
refleja en sus famosos desnudos. En los retratos de Lee Miller, su asistente de
laboratorio y amante, su cámara consigue fragmentar su cuerpo, como es el caso
de la fotografía, a través de la cual convierte su cuello estirado en una
anatomía de connotaciones fálicas. En la exposición podemos ver otros ejemplos
de esa fragmentación del cuerpo femenino, como es el caso de Mains (1930)
en la que las manos se transforman en objetos en sí mismos.
Ady (étude pour la mode au Congo), 1936 © Man Ray Trust, VEGAP, Madrid, 2019 |
Investigador incansable, descubrió de forma fortuita junto a Lee Miller la “solarización”, técnica en la que la imagen invierte su tono de un modo total o parcial al colocarse sobre un material sensible a la luz: en pleno proceso de revelado algo trepó por la pierna de Lee y al encender la luz por el espanto los negativos que estaban en la cubeta de revelado quedaron, al fijarlos, contorneados por una aureola. De esta forma consigue resaltar el contorno del cuerpo y el rostro de la amante de Picasso, Dora Maar.
Otra mujer tomó especial protagonismo en la vida de Man Ray
entre 1936 y 1940, años en los que mantuvieron una apasionada relación.
Adrienne Fidelin, conocida como "Ady", era una joven bailarina
mulata, originaria de la colonia francesa de Guadalupe. Los desnudos de Ady y
el movimiento gracioso de su cuerpo ponen de manifiesto el concepto de belleza
de la mujer de carne y hueso para Man Ray, en oposición a la belleza artificial
del maniquí que veremos más adelante.
5. Man Ray y Marcel Duchamp: máquinas poéticas
Una nueva proyección da la bienvenida al visitante a la
galería abovedada. Se trata de Anemic Cinema, dirigida a cuatro manos
junto a su íntimo amigo, mentor y parteinaire artístico Marcel Duchamp.
Precisamente la colaboración entre ambos artistas protagoniza esta sección. En
ella se recogen las fotografías con las que Man Ray documentaba las obras de
Duchamp, así como los retratos que tomaba de él, su familia o su alter ego
femenino Rrose Sélavy.
Marcel Duchamp es considerado por muchos el artista más influyente del siglo XX. Se
adelantó al arte conceptual, elevó el objeto cotidiano a categoría de arte y
cambió radicalmente el concepto académico de belleza. Y, más concretamente,
logró proponer un nuevo concepto de belleza al identificar a la mujer con la
máquina en su magna obra Le Grand Verre (El gran cristal), de 1915-1923.
Rrose Sélavy, 1921
© Man Ray Trust, VEGAP, Madrid, 2019
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La amistad entre ambos fue una de las más fructíferas del
siglo XX. Compartieron intereses y afinidades y juntos abrieron el arte a una
estética influida por la industrialización. Man Ray, por su parte, se apartó
del pictorialismo fotográfico que intentaba competir con la pintura e incorporó
el automatismo de la cámara fotográfica como medio de creación que suprime el
control consciente del artista sobre el proceso de creación, dominado por el
inconsciente.
Su curiosidad por comprender la modernidad marcó su interés
por los instrumentos ópticos, el ilusionismo visual y el cine. Juntos, Duchamp
y Man Ray, crearon máquinas cinéticas pioneras como Rotary Glass Plates / Placas
de vidrio rotativas (1920), la película Anémic Cinéma, 1926 o el filme
estereoscópico Frames from a Projected Stereoscopic Film, 1925-1973
(Fotogramas de una película estereoscópica) proyectada del que se salvaron sólo
algunos fotogramas. Coincidieron en hacer del arte "una máquina
poética", desnudando la realidad de sus apariencias y haciendo visible su
mecánica y los sueños del progreso de los tiempos modernos.
6. La realidad inquietante de los maniquíes
El maniquí representa para Man Ray el erotismo asociado a lo
femenino y a “lo maravilloso”, asociando lo maravilloso a lo mágico, lo
extraordinario, lo extraño, lo misterioso, lo inquietante y lo siniestro. El
maniquí también representa para los surrealistas una figura vinculada a la
adolescente ideal, a la mujer-niña, a la mujer fatal e inevitablemente a la
moda y a los grandes almacenes. El maniquí permite asimismo contemplar la
desnudez de la muñeca, de la mujer-juguete y convertir el cuerpo de la mujer en
un fetiche. Fascinado por los escaparates de los grandes almacenes donde se
exhibía la moda en maniquíes, Man Ray los fotografió y publicó en la revista La
Révolution surréaliste.
Mannequin de Man Ray, 1938
© Man Ray Trust, VEGAP, Madrid, 2019
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7. El azar y la mente: el ajedrez
El ajedrez despide la exposición. La última sección hace un
homenaje al juego que fascinaba a los surrealistas y para el que Man Ray diseñó
tableros, piezas e imágenes como las que se muestran aquí.
Chessboard, 1920 © Man Ray Trust, VEGAP, Madrid, 2019 |
En 1934 Man Ray compuso un tablero de ajedrez con los
retratos de los miembros del movimiento surrealista, entusiastas de este juego.
En 1944 la galería Julien Levy de Nueva York organizó la exposición Imagery
of Chess (Imágenes del ajedrez). Man Ray diseñó varios juegos de
ajedrez que comercializó en distintas tiendas y almacenes, sobre todo durante
los años 40, cuando se refugió en Hollywood huyendo de la Segunda Guerra
mundial. Personalmente se identificaba con la figura del rey por la proximidad
con su pseudónimo Ray.
Como juego de azar y agilidad mental, el ajedrez tuvo raíces
profundas entre los artistas surrealistas y también en la literatura que los
precedió. El ajedrez llegó a constituir una metáfora del juego entre la vida y
la muerte. Es un hecho bien conocido que, durante sus estancias veraniegas en
Cadaqués en la década de 1960, se veía con frecuencia a Duchamp y Man Ray jugar
al ajedrez en el Bar Melitón, en clubes ajedrecistas o participando en
campeonatos de distintos pueblos del Ampurdán.