miércoles, 8 de septiembre de 2010

Aviones sin pilotos

Michael O'Leary, presidente de Ryanair, tiene en su haber el mérito de haber revolucionado el mercado de las compañías aéreas europeas. Mediante ideas innovadoras ha conseguido reducir de forma significativa los costes de operación de estas empresas y, como consecuencia de ello, los precios de los servicios que ofrece.

Recuerdo haberle oído hace algunos años en una conferencia en la que explicaba algunos de sus “trucos”. Uno de ellos era disponer de una flota de aviones de un único tipo de manera que reducía la logística de mantenimiento y por lo tanto su coste. Otro consistía en no tener que pagar personal de limpieza en los aeropuertos para adecentar los aviones entre vuelo y vuelo, ya que esta función era realizada por la propia tripulación del avión. Otro se basaba en disponer de apartamentos en las ciudades a las que volaban sus aviones de manera que las tripulaciones podían pernoctar allí en lugar de en los costosos hoteles de lujo que suelen usar las compañías aéreas “clásicas”.  También comentó algo sobre  las subvenciones que recibía por parte de las ciudades cercanas a aeropuertos de poco tráfico a los que volaban sus aviones y que, por ello, veían incrementado el número de sus turistas y visitantes.

Sin embargo, este visionario irlandés, en su obsesión por reducir costes llega a extremos que, desde un cierto sentido común, parecen ridículos. Hace ya algún tiempo propuso la creación de una nueva clase de viajeros aéreos que dispondrían de tarifas super-reducidas a cambio de viajar de pie en los aviones. Posiblemente se había inspirado para esta idea en los autobuses urbanos o en el metro.

La ultima ocurrencia de Mr. O'Leary, publicada ayer por el Financial Times, consiste en pedir a las autoridades aéreas que permitan que los aviones vuelen sin copiloto. Argumenta que para controlar los aviones modernos no hacen falta dos personas ya que la mayor parte del trabajo lo hacen los ordenadores. En este caso su inspiración viene del mundo ferroviario. Dice, y dice bien, que hay muchos trenes de pasajeros que tan solo llevan un maquinista. Lo que no dice es que en esos trenes hay mecanismos que aseguran que, en caso de que el maquinista deje de probar su presencia, el tren se detiene automáticamente. Un  dispositivo semejante sería de nula utilidad en un avión.

Menos mal que no ha tomado como ejemplo algunas líneas de metro o de trenes ligeros que unen los terminales de los aeropuertos. En ellos el funcionamiento es totalmente automático sin necesidad de ningún operario.  En ese caso tendríamos una propuesta de suprimir también al piloto. Y puestos a suprimir, ¿por qué no a las azafatas? Se podrían sustituir por distribuidores automáticos de comida y bebida. Todo sea por reducir costes… 

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