Thérèse, 1938 The Metropolitan Museum of Art, Nueva York. Bequest of Mr. and Mrs. Allan D. Emil, in honor of William S. Lieberman, 1987 |
Balthasar Klossowski de Rola (1908-2001), conocido como
Balthus, se encuentra entre los grandes maestros del arte del siglo XX y es
considerado como uno de los pintores más singulares de su tiempo. Su obra,
diversa, ambigua y tan admirada como rechazada, siguió un camino virtualmente
contrario al desarrollo de las vanguardias. El propio artista señaló
explícitamente algunas de sus influencias en la tradición histórico-artística,
de Piero della Francesca a Caravaggio, Poussin, Géricault o Courbet. Asimismo
se observan también referencias a movimientos más modernos, como la Neue Sachlichkeit, así como de los recursos de las ilustraciones populares de libros
infantiles del siglo XIX. En su desapego de la modernidad, que podría
calificarse de ‘posmoderno’, Balthus desarrolló una forma personal y única de
arte de vanguardia, un estilo figurativo alejado de cualquier etiqueta. Su
personal lenguaje pictórico, de formas contundentes y contornos muy delimitados,
combina los procedimientos de los maestros antiguos con determinados aspectos
del surrealismo. Sus imágenes encarnan con frecuencia una gran cantidad de
contradicciones, mezclando tranquilidad con tensión extrema, sueño y misterio
con realidad o erotismo con inocencia.
El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza presenta una exposición retrospectiva de Balthus en cooperación con la
Fondation Beyeler en Riehen / Basilea donde se exhibió previamente desde septiembre de 2018 a enero de 2019. Comisariada
por Raphaël Bouvier, con el apoyo de Michiko Kono, y Juan Ángel
López-Manzanares, reúne pinturas clave de todas las etapas del genial artista
desde la década de 1920. Se manifiestan en ella las diversas formas de
interacción intelectual presente en sus pinturas entre las dimensiones de
espacio y tiempo, la relación entre figura y objeto, así como sobre la esencia
de su enigmática producción artística. El recorrido de la exposición sigue un
orden cronológico. Las obras se distribuyen en siete salas y son agrupadas bajo
un título que las engloba en una categoría temática o temporal.
El muelle Malaquais, 1929 (Le Quai Malaquais). Colección privada, Suiza |
En la primera sala, “El desarrollo de un lenguaje visual.
Obras de juventud” se presentan varios cuadros realizados por Balthus a finales
de los años 20 del pasado siglo. En
ellas empiezan a vislumbrarse algunas de las peculiaridades de su lenguaje
visual presente en las representaciones del Jardín de Luxemburgo, la plaza del
Odeón o el muelle de Malaquais.
El aseo de Cathy, 1933. (La Toilette de Cathy). Centre Pompidou, París. |
La segunda sala, titulada “Provocación y transgresión”, reúne
algunas de las obras que se exhibieron dentro de la primera exposición individual
en la Galería Pierre, en 1934. Entre ellas hay que destacar El aseo de Cathy. Esta pintura deriva del
desarrollo de una litografía realizada por Balthus para la
novela Cumbres borrascosas de Emily Brontë. Ilustra la escena en la que
Heathcliff se encela al ver a su hermanastra y amada Cathy arreglarse para
recibir a su futuro marido. El pintor, enamorado entonces de Antoinette de
Watteville, a su vez comprometida con un diplomático belga, se incluyó a sí
mismo y a su amada como los personajes principales. El lienzo se expuso en
Bruselas provocando el enojo del diplomático al contemplar que su novia era
exhibida semidesnuda a los ojos del público.
La Calle. 1933. (La Rue). Colección Gertrude Stein |
También encontramos La
calle, otra obra maestra del mismo año. Aunque ambientada en un lugar real
(la rue Bourbon-le-Château de París), La calle tiene la intensidad de un sueño.
Las figuras de esta extraña danza paralizada están cuidadosamente alineadas a
modo de friso, pero no existe interacción entre ellas, si se exceptúa la pareja
que forcejea a la izquierda. El cocinero del gorro alto ni siquiera es un ser humano, sino el anuncio
de un restaurante puesto en la acera. Parte de la tensión de la obra se debe a
la heterogeneidad de las tradiciones que aglutina. La perspectiva arquitectónica
en disminución emula la geometría renacentista, porque Balthus admiraba a los
artistas del Quattrocento. Otra influencia muy distinta lo enlaza con el
surrealismo: Conocía bien las historias de Alicia de Lewis Carroll, con sus
ilustraciones de Jhon Tenniel, y se ha dicho que la niña sorprendida en medio
del trajín sería la propia Alicia; el jovencito del centro se parece a
Tweedledum o Tweedledee, y el hombre del tablón podría ser el carpintero de
Carroll sin la compañía de la morsa.
Los hermanos Blanchard, 1937 (Les Enfants Blanchard). Musée National Picasso. París |
En la tercera sala “Representación e intimidad”, podemos
contemplar varios retratos elaborados en los años treinta. Es destacable el de
los hermanos Blanchard, un lienzo que fue comprado por Picasso en 1941.
Nuevamente estamos ante una obra inspirada por los personajes de Cumbres
borrascosas. Los hermanos Hubert y Thérèse Blanchard (hijos de unos vecinos del
taller de Balthus en Cour de Rohan) aparecen representando el papel de Heathcliff
y Cathy en la novela de Emily Brontë. La composición está animada por elementos
geométricos sin ningún centro. La niña esta arrodillada, con la espalda muy
recta. El niño tiene una rodilla en la silla mientras sostiene su cabeza con
una mano. Todo ello crea un complicado juego de líneas horizontales,
verticales, curvas y oblicuas cruzadas cuyo resultado visual es paradójicamente
armónico.
El rey de los gatos, 1935 (Le Roi des chats) Musée Cantonal des Beaux-Arts de Lausanne. |
El rey de los gatos (1935) es un curioso autorretrato en el
que Balthus, a la edad de 27 años, mira con confianza bajo el disfraz de un
elegante dandy romántico, al estilo de Lord Byron acompañado de un gato. Los
gatos desempeñan un papel importante en la vida y obra de Balthus: aparecen
regularmente en sus pinturas, a menudo como el alter ego del artista.
Paisaje de Champrovent, 1941-1943/1945 (Paysage de Champrovent) Terpsichore Private Foundation, Suiza |
En la cuarta sala cuelgan los “Cuadros pintados en
Champrovent, Friburgo y Ginebra, durante la primera mitad de los años cuarenta”. De entre los paisajes, en los que se
manifiesta la influencia de Poussin, destacamos Paysage de Champrovent 1941-1943/1945.
Un panorama encantador y bucólico, en cierta forma teatral, creado como gran
contraste a los horrores de la II Guerra Mundial que se sucedían al mismo
tiempo.
Los buenos tiempos, 1944-1946 (Les Beaux Jours) Hirshhorn Museum and Sculpture Garden, Smithsonian Institution, Washington, D.C. |
De las escenas interiores cotidianas seleccionamos Los
buenos tiempos, 1944-1946 (Les Beaux Jours). En un ambiente interior de aspecto
burgués, sorprendemos a una joven admirándose en un espejo. Algunos ven en ello
una referencia al mito griego de Narciso y su muerte provocada por la
auto-contemplación. La influencia de los primitivos italianos, como Piero della
Francesca, se manifiesta en los tonos claros y el resplandor esfumático. El
interior evoca las obras de Matisse de finales de los años 20 en las que el primer
plano se fusiona con el fondo y con algunos elementos para lograr una
representación del espacio característica.
Muchacha en verde y rojo (El Candelabro), 1944-1945 (Jeune fille en vert et rouge (Le Chandelier)) Colleción Riggio, Nueva York |
La sala quinta, titulada “De vuelta a París”, reúne obras de
la segunda mitad de los años cuarenta. Balthus se refugió en Saboya en 1940 huyendo
del Paris ocupado por los nazis. En 1942 pasó a Suiza. Solo volvió a la capital
de Francia en 1946, una vez liberada. En los últimos años de la guerra pintó Muchacha
en verde y rojo (El Candelabro), 1944-1945 (Jeune fille en vert et rouge (Le
Chandelier)). Se trata de una obra con enorme carga dramática, influenciada por
sus frecuentes contactos con el mundo del teatro en los que diseñó figurines y
decorados. Aparece una joven con un candelabro en la mano apoyándose en una
mesa. Lleva un atuendo mitad rojo, mitad verde tendiendo a negro. Sobre la
mesa, en un plato, hay un gran trozo de pan con un cuchillo clavado en su
centro. Son símbolos con connotaciones trágicas realzadas por una desigual
iluminación.
La partida de naipes, 1948‐1950 (La Partie de cartes) Museo Nacional Thyssen‐Bornemisza, Madrid |
También encontramos en esta sala la gran obra del Museo
Thyssen-Bornemisza, recién restaurada, Partida de naipes, pintada en 1948-1950.
El valle del Yonne, 1957. Don d'André et Henriette Gomès (Paris), 1989 Musée Picasso, Antibes |
En la sexta sala “Del estudio de París al château de Chassy”
encontramos obras pertenecientes a la década de los años cincuenta. Destaca El
valle del Yonne, de 1957, un paisaje ya eterno con una magistral composición y
un sublime tratamiento del color y de la luz.
El sueño II, 1956-1957 (Le Rêve II) Colección privada. Cortesía de Connery & Associates |
Y, sobre todo, El sueño II. Una
figura femenina de pie con el cabello suelto se acerca a una figura dormida,
también femenina, cuya cabeza descansa sobre el brazo de un sofá. Una vez más, Balthus
realiza una composición dedicada al sueño, un tema
por el que sintió fascinación a lo largo de su vida. Posiblemente, el motivo
más emblemático de la obra de Balthus es la adolescente reclinada, pasiva,
dormida o soñando. Podemos encontrar en sus memorias estas reflexiones: “No
existe una disciplina más exigente que capturar estas variaciones en los
rostros y poses de mis niñas soñadoras. La caricia del dibujo busca re-descubrir
una gracia infantil que se desvanece rápidamente, dejándonos con un recuerdo
inconsolable”
Las tres hermanas, 1955 (Les Trois soeurs) Colección Patricia Phelps de Cisneros |
La última sala, “De Roma a Rossinière”, presenta obras
tardías hechas en Roma o en Rossinière. Las
tres hermanas es posiblemente el esquema más ambicioso de toda la carrera de
Balthus Se dedicó a desarrollarlo durante más de una década. Incluye unas diez
pinturas (en esta exposición podemos admirar dos de ellas), realizadas a partir
de 1952, además de los dibujos preparatorios. El origen del tema surge cuando
Balthus quiso recuperar su obra La jupe blanche (1937), que había vendido a
Pierre Colle. Visitó a la viuda de Colle, Carmen Baron, que accedió a devolverle
la obra a cambio de los retratos de sus tres hijas, Marie-Pierre, Béatrice y
Sylvia. Balthus realizó algunos estudios a lápiz sobre Marie-Pierre, la mayor,
en y en el verano del mismo año visitó a la familia en su hogar en Biarritz, Le
Chapelet, cuando realizó otros dibujos de los tres. El cuadro aquí presentado
fue ejecutado en 1955. Balthus utiliza una tonalidad muy fresca, con la niña
central, Marie-Pierre, luciendo un vibrante vestido de color amarillo limón. El
espacio pictórico se aplana y los asistentes adoptan un espacio regular y
secuencial.
La habitación turca, 1965-1966 (La Chambre turaue) Centre Pompidou. Paris. |
Finalmente nos detendremos en La habitación turca, 1965-1966,
en la que Balthus nos presenta una imagen, con referentes a Matisse y Bonnard, en
la que utilizó como modelo a su esposa japonesa, Setsuko, que aparece recostada,
envuelta en un colorido kimono, rodeada de un suntuoso ambiente oriental. A
Setsuko, descendiente de una familia de samuráis, la había conocido en 1962 durante
un viaje a Japón en el que fue su traductora. Posteriormente le acompañó a Roma
donde se casaron en 1967.