domingo, 28 de noviembre de 2010

Giselle

Ayer estuvimos en los teatros del Canal viendo Giselle. Esta representación forma parte del Festival Madrid en danza que durante todo el mes de Noviembre ha llenado distintos teatros de la Comunidad de Madrid con espectáculos coreográficos de todo el mundo. En este caso ha sido el ballet de la Opera de Lyon el encargado de presentar Giselle según la versión que el sueco Mats Ek creó en 1982 para el Ballet Cullberg.

Esta obra estrenada en 1841 en la Ópera de París,  reúne buena parte de los elementos estéticos y filosóficos del neo-romanticismo imperante en la primera mitad del siglo XIX. Lo idílico, mágico, romántico e  irreal se oponen al entorno materialista dominante en aquel momento.  Esta corriente invade todas las artes: la literatura, el teatro, la ópera y la danza. En la versión original Giselle, una campesina ignorante, muere prematuramente al ser burlada por su amante. Sin embargo su fantasma protege a su amado de la venganza de un grupo de espíritus malignos femeninos llamados Willis. Aparece entonces otro mensaje muy romántico: el amor  tiene el poder de vencer a la muerte.

La versión de Mats Ek transforma el argumento sin alterar la esencia trágica del original. Giselle no muere físicamente. Solo muere su espíritu de manera que enloquece y tiene que ser recluida en un manicomio. La pérdida de la razón de Giselle traduce fielmente la muerte física que representa el daño irreparable causado por el malvado seductor. Este acude arrepentido al manicomio y al ver el estado en que se encuentra Giselle su vida se transforma. Comprende la banalidad del mundo en el que ha vivido. Su transformación radical se expresa en el escenario al despojarse de sus ropas y quedar desnudo para arroparse después con la humildad  y la verdad del corazón.

La presentación de ayer en Madrid, fue sobria en cuanto a decorados e iluminación. Daba la sensación que la intención era centrar la atención de los espectadores en la fuerza dramática de la coreografía.  Los bailarines del ballet de la Opera de Lyon demostraron su arte exhibiendo una tremenda  capacidad para expresar las vivencias espirituales de los personajes gracias a la danza, como si el sentimiento interior condujera sus pasos. Fue una impresionante manifestación cultural y artística. 

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