Me compré al
Enciclopaedica Britannica en 1980. Llevaba menos de un año trabajando en mi
primer empleo “definitivo” y constituyó una de las primeras adquisiciones que hice con los ingresos obtenidos. Fue alcanzar uno de mis sueños. Hasta entonces
había consultado muchas veces la Britannica en las bibliotecas y estaba
familiarizado con su manejo. Pero disponer de ella en todo momento, en mi casa,
siempre a mi alcance era un gran logro. Los primeros días la consultaba a todas
horas, ante la más mínima duda sobre un concepto. Y nunca me defraudaba. Todo
estaba allí.
Desde su nacimiento,
a finales del siglo XVIII, la Británnica tuvo como objetivo tanto ser un libro
de referencia como proporcionar material didáctico para los estudiosos. A
partir de la publicación en 1974 de la 15ª manifestó también la ambición de
sistematizar el conjunto del saber humano. Siempre se le ha reconocido un
elevado grado de excelencia. La revista TIME, por ejemplo, la denominó
"Patriarca de la Biblioteca" al saludar la aparición de la
decimocuarta edición en 1929.
Los tiempos cambian. Y más aun en el ámbito
del conocimiento estando como estamos en la “era de la información”. Hace unas
pocas semanas Jorge Cauz, actual presidente de Encyclopaedia Britannica Company, anunció ladiscontinuidad de la edición impresa de la obra. Se trataba del anuncio de una
muerte muchas veces anticipada. En 1990 se alcanzó el máximo de colecciones
vendidas en un año con 120.000 unidades. En 1996 tal número se había reducido a
40.000. Conscientes de la tendencia, los editores empezaron a utilizar el
formato digital en CD-ROM en 1989 y lanzaron una versión online en 1994. La
llegada de Internet y la velocidad en el cambio de los conocimientos
determinaban que cualquier edición impresa empezaba a ser obsoleta en el
momento de su publicación. Ya entonces se encontraron con la competencia de
Encarta, lanzada por Microsoft en 1993. El gran competidor, sin embargo, fue la
Wikipedia, que desde 2001 ofrece una ingente cantidad de información de acceso
libre.
Britannica siempre ha
tratado de diferenciarse del resto de
sus competidores apoyándose en su búsqueda de la excelencia. Para ello disponía
de 100 editores profesionales que trabajaban sobre materiales elaborados por
más de 4.000 especialistas en las distintas materias, incluyendo una abundante
colección de Premios Nobel. Estos artículos son considerados generalmente
precisos, fiables y bien redactados. Como consecuencia de ello Britannica ha
sido ampliamente reconocida como la enciclopedia más erudita de todas las
editadas en lengua inglesa. Este detalle de calidad y garantía es su sello de
identidad que intentará mantener en sus versiones digitales a partir de ahora.
Pero, en mi opinión, ya nunca será lo mismo. Para mí al
menos, la Britannica siempre estará asociada con los 32 tomos que ocupan un
lugar de honor en la estantería de mi casa. Creo, incluso, que a partir de
ahora les daré más valor. Porque, con el paso de los años adquirirán la
exclusividad de lo autentico y a la vez escaso. Casi serán como piezas de
museo, testimonio de una etapa histórica ya superada pero muy valiosa.
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