viernes, 4 de mayo de 2012

Chagall en el Thyssen


La coincidencia de fiestas del 1 y 2 de Mayo en Madrid ofrece la oportunidad de múltiples actividades. Este año la inestabilidad atmosférica nos ha condicionado a los temerosos de vernos sorprendidos por una “terrible tormenta” en el campo. Pero aún quedaban muchas otras cosas que hacer en Madrid. Ya hacía tiempo que estaba preocupando con perder la ocasión de visitar la exposición de MarcChagall en el Thyssen, aunque aun permanecerá allí hasta el 20 de mayo. Así que decidí acabar con la comezón durante el puente.

La verdad es que trata de una gran exposición, la primera retrospectiva que se hace en España de este artista con obras procedentes de colecciones del todo mundo, como  El MoMA y el Guggenheim de Nueva York, la Kunsthaus de Zürich, el Kunstmuseum de Berna, el Stedelijk Museum de Amsterdam, el Tel Aviv Museum of Art y la Tate Modern de Londres.

Marc Chagall, de origen judío, nació en 1887 en Vitebsk, una pequeña localidad de Bielorrusia. En la exposición se contemplan muchos cuadros ambientados su ciudad natal. Posteriormente vivió en París donde entró en contacto con artistas de la vanguardia de la pintura europea, pertenecientes a los movimientos cubistas, fauvistas, constructivistas y suprematistas, sin llegar a vincularse estrictamente a ninguno de ellos. Después pasó por  Berlín, y Moscú recalando finalmente en  Saint-Paul de Vence, un pueblo de la Provenza francesa  donde murió en 1985. En la exposición, dividida entre las sedes  del Museo Thyssen- Bornemisza y la Fundación Caja Madrid, encontramos, siguiendo un orden cronológico, un buen puñado de  obras reunidas para repasar toda la trayectoria vital de Chagall. Considerado como  un creador singular, de los más importantes del siglo XX, con un estilo personal e inconfundible, ocupa un papel protagonista en la historia reciente del arte. Su peculiar e impensable mezcla de colores, así como el universo de los temas y personajes que protagonizan sus cuadros, lo convirtieron en un claro precursor del surrealismo.

Personalmente, la exposición me ha parecido excelente. Hacía mucho tiempo que no veía juntas tantas obras de este autor. He tenido que hacer memoria para recordar la visita realizada a la Fundación Maeght a principios de los años 80 del pasado siglo. He de reconocer que ya entonces quedé impresionado por el personalísimo uso que Chagall hace del color y que, al volver a percibirlo ahora en sus cuadros, me ha provocado la misma sensación de desasosiego que entonces. Desde luego es una exposición muy recomendable. El que tenga imposibilidad total de visitarla aún cuenta con el consuelo de la visita virtual.

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