Desde que el pasado 4 de julio el CERN anunció la observación de una nueva partícula elemental con propiedades consistentes con las del bosón de Higgs se ha producido una autentica avalancha de intentos por hacer comprender al gran público algo que pertenece a la esfera de los científicos altamente especializados. He de reconocer que me he sentido abrumado por la cantidad de artículos publicados en periódicos y revistas de información general sobre este tema.
Por todo ello, me ha parecido un asunto lo suficientemente importante como para desempolvar y actualizar mis conocimientos al respecto. Mi primer contacto con los temas de las partículas subatómicas fue en el bachillerato, en la asignatura de Química. Allí nos enseñaban, partiendo del modelo de Bohr, los componentes del átomo. Más adelante, en el COU y en los primeros años de la Facultad se hablaba de otras muchas partículas elementales que, por aquel entonces no parecían ser suficientemente conocidas. Lo primero que he aprendido ahora es que, de igual manera que los distintos tipos de átomos están perfectamente clasificados en la ya clásica tabal periódica de los elementos, también se ha logrado clasificar de manera sistemática las distintas partículas elementales. Como consecuencia de ello se ha logrado la formulación de una teoría unificada que recibe el nombre de modelo estándar de física de partículas. En este video hay una buena descripción, a nivel divulgativo, del modelo estándar.
Por ahora el modelo estándar ha facilitado el desarrollo de la física en campos del conocimiento realmente fronterizos con buenos resultados. Los bosones W y Z, el gluón, y los quarks top y charm fueron anticipados por el modelo y posteriormente se produjo la observación experimental de esas partículas con las propiedades predichas. La misma noticia de la observación del bosón de Higgs supone otro gran espaldarazo para el modelo estándar. De confirmarse su descubrimiento se cerraría un largo camino iniciado en 1964 por Peter Higgs que propuso entonces el hoy llamado mecanismo de Higgs, para explicar el origen de la masa de las partículas elementales.
Muchos esfuerzos se han hecho durante las pasadas cuatro décadas para dilucidar sobre la existencia del famoso bosón. En 1993 se publicó un libro de divulgación científica, escrito por Leon Lederman, premio nobel de Física en 1988, junto con Dick Teresi. El autor queria referirse al bosón de Higgs como la "maldita partícula" en referencia a la enorme dificultad que había entonces para encontrarla. Esta denominación no fue del agrado de los editores por lo que el libro acabó titulándose “La partícula de Dios: si el universo es la respuesta, ¿cuál es la pregunta?”. Se produjo entonces una curiosa situación ya que para Higgs, un declarado ateo, el nombre resultaba especialmente inapropiado. Cuando se preguntó a Lederman sobre el asunto zanjó la cuestión afirmando que, en todo caso, se trataba de algo «demasiado central para la física, demasiado crucial para nuestro entendimiento final de la estructura de la materia”.
A nadie se le puede ocultar que el modelo estándar se apoya en un complicado soporte matemático (recuerdo ahora a mi profesor de Algebra que decía que “toda ciencia tiene de ciencia lo que tiene de matemática”) que puede intuirse, por ejemplo, en este artículo. Por eso tiene mucho mérito el intentar hacer comprender al público general lo que está detrás de este descubrimiento que parece clave en el desarrollo futuro de la física. Hay aproximaciones curiosas como la realizada por el programa Redes en clave de humor. Otras algo más académicas como está producida por el Fermilab o esta otra del CERN. Entre los intentos realizados en la prensa española me ha parecido notable el publicado en La información, habiendo interesantes artículos al respecto en El País o en La Vanguardia, sin olvidar a las revistas de divulgación científica como Muy Interesante.
Como resultado de toda la información utilizada, creo que está claro que nos encontramos en un momento muy interesante de la historia de la ciencia. El trabajoso proceso de construcción del modelo estándar está dando muchos frutos pero parece que el ciclo se va completando y, como ya ha ocurrido en muchas otras ocasiones, alcanzaremos los límites de lo explicable con esta teoría que tarde o temprano será sustituida por otra, como podría ser la teoría de cuerdas. Así se escribe la ciencia. Poco a poco se crean nuevos peldaños que se apoyan en los construidos y afianzados anteriormente en la ascensión hacia el descubrimiento de las leyes que gobiernan el universo.