viernes, 16 de marzo de 2018

Warhol. El arte mecánico


Esta exposición de Caixaforum propone un completo y variado recorrido que demuestra el desarrollo creativo de este excepcional artista, desde sus inicios como incipiente diseñador gráfico comercial en la ciudad de Nueva York, en los años cincuenta, hasta su muerte en 1987, convertido ya en un mito universal. La muestra subraya varios aspectos de su obra, como por ejemplo la innovadora forma en que Warhol aplica la idea de proceso a su polifacética obra seriada, los fuertes vínculos entre biografía personal y producción artística que la atraviesan y, por supuesto, su originalidad y talento para combinar de un modo transversal y cíclico diferentes técnicas, medios y repertorios iconográficos. De esta forma crea representaciones que son al mismo tiempo canónicas, por formar parte de la historia oficial del arte occidental, y simbólicas, por haberse insertado en el imaginario colectivo popular contemporáneo.
Con un total de 352 obras de arte y todo tipo de productos diseñados y editados, la muestra cuenta con la colaboración del Andy Warhol Museum (Pittsburgh), el Museum of Modern Art (Nueva York), el Centro Georges Pompidou (París) y la Tate (Londres), entre otras numerosas instituciones públicas y colecciones privadas nacionales e  internacionales. La exposición incluye pinturas, esculturas, dibujos, serigrafías, instalaciones audiovisuales, libros de artista, películas, portadas de discos, pósteres, revistas, objetos y material fotográfico y sonoro, que acercan a los espectadores al mundo underground surgido en los inicios de la segunda mitad del siglo XX en Nueva York, cuando Warhol funda su legendario estudio, The Silver Factory.
Están representadas en la muestra todas las etapas del artista, desde sus primeros dibujos en la década de los cincuenta, pasando por muchas de sus creaciones más icónicas —Before and After (1961), Three Coke Bottles (1962), Brillo Soap Pads Box (1964-1968), Gold Marilyn (1962), Liz (1963), Mao (1973), Cow Wallpaper [Papel pintado con vacas] (1966) y un largo etcétera—, hasta el autorretrato de gran formato de 1986, que da la bienvenida a los visitantes en la entrada a la exposición.
También se ha querido hacer especial énfasis en algunas de las más emblemáticas instalaciones de Warhol, como el espacio que acoge las Silver Clouds, realizadas en un material reflectante experimental, fabricado especialmente para el Programa Espacial de la NASA, y que evocan la ligereza de los cielos y la ingravidez del espacio exterior. También se exhibe Exploding Plastic Inevitable, el extravagante espectáculo que incluía actuaciones con The Velvet Underground and Nico y que resultó una auténtica explosión conceptual de sonido y movimiento.
Asimismo, se ha querido incluir un espacio de documentación – procedente de la Colección de Paul Maréchal (Canadá), que recoge multitud de colaboraciones de Warhol para portadas de discos, carteles, anuncios, libros o televisión. Por último, la exposición presenta una sección única de retratos fotográficos del artista realizados por otros artistas, como Dennis Hopper, Philippe Halsman, Duane Michals, Robert Mappelthorpe, Steve Schapiro, Stephen Shore, David Gahr, Santi Visalli y Peggy Jarrell Kaplan.
Un arte paradójicamente poético en su aparente impersonalidad La exposición parte de los inicios profesionales de Warhol en la Nueva York de 1949, cuando Andrew Warhola empezaba una exitosa carrera como diseñador gráfico para revistas como Glamour, Vogue o Harper’s Bazaar, grandes sellos discográficos como Columbia Records o Prestige Records, e importantes marcas comerciales como Tiffany & Co.
Coleccionista empedernido, Warhol también demostró pronto un marcado interés por el arte contemporáneo, que triunfaba por aquel entonces en la ciudad. No tardó en abordar como artista el mundo de las galerías de arte, consagrándose como el artista pop por excelencia en torno a 1960-1961. Lo hizo estetizando productos de consumo, como sus célebres series de las sopas Campbell’s, o transformando en grandes iconos del arte contemporáneo a los mitos del cine de la época, como Marilyn Monroe o Liz Taylor.
El singular punto de encuentro que representó la Silver Factory se convirtió en un laboratorio cultural experimental, a la vez que sede de un nuevo tipo de empresa cultural. Fue el escenario para desarrollar sus radicales proyectos cinematográficos o sus trabajos multimedia como productor musical. Tras superar un intento de asesinato en 1968, Warhol cambió de táctica creativa y se convirtió a sí mismo en personaje. Trasladó la sede de sus operaciones comerciales y estéticas a The Office, un espacio más burgués y ordenado logísticamente. Superada la muerte, se convirtió en un artista-empresario: dirigió la revista Interview, pintó retratos de famosos y respondió a todo tipo de encargos comerciales, hasta su inesperado fallecimiento.
La muestra focaliza la atención en la innovadora forma en que Warhol recoge y actualiza para su tiempo las invenciones industriales del siglo XIX. Usa todo tipo de técnicas y de máquinas, desde la serigrafía hasta la grabadora de vídeo, dando importancia a la edición como principio esencial en su obra, con patrones productivos que él mismo definía como «propios de una cadena de montaje». Por eso llegó a calificar su obra como de arte mecánico, aparentemente impersonal. Así cortocircuitaba la tentación de otorgarle una carga de espiritualidad intencional que cínicamente no quería que se le atribuyera. El silencio nihilista de Warhol, en una obra espectacularmente visual como la suya, es de hecho, y paradójicamente, uno de los factores que dan altura poética a su trabajo.

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