domingo, 27 de febrero de 2011

Una imagen vale más que 1000 palabras

Es una frase muy repetida. No se quien la inventó pero me parece una afirmación difícil de rebatir. Incluso me atrevería a decir que si se suscitara como tema de debate en una clase de lengua en un curso de bachillerato sería prácticamente imposible encontrar a un alumno que, de forma voluntaria, aceptara defender la tesis contraria.
Una imagen puede ser una fotografía, pero también un dibujo o un diagrama. Está demostrado que la transmisión de ideas a través de la escritura se ve enormemente potenciada si es acompañada por imágenes que apoyen los conceptos que se pretende sean asimilados por el receptor de los mensajes. Y esta ventaja se ve incrementada cuando aumenta la complejidad de las ideas en cuestión. 
Imaginemos por ejemplo que pretendemos explicar el concepto de átomo de Bohr. Tendremos que utilizar varios párrafos, cada uno con decenas de palabras para explicar el concepto. Y posiblemente logremos trasmitir la idea pero es seguro que facilitaremos la labor de entendimiento de nuestros lectores si incluimos algún dibujo o esquema.
Todas estas reflexiones se me ocurren después de haber encontrado, casi por casualidad un ejemplo brillante del uso de la imagen para transmitir ideas. Ha sido en uno de los sitios web de General Electric que os invito a visitar siguiendo este enlace. En el mismo se declara que esta compañía se esfuerza por crear visualizaciones que favorezcan el dialogo sobre temas que nos acompañan en nuestras vidas y las condicionan. Por ello animan a los visitantes a utilizar y compartir sus imágenes.
Me ha llamado la atención esta visualización interactiva en la que se relacionan diferentes elementos y actividades comparándolos entre si. El criterio de comparación es la cantidad de CO2 que producen. Interactuando con estos diagramas, casi en forma de juego, podemos adquirir una interesante, y a veces sorprendente, información sobre la cantidad de dióxido de carbono que se libera durante un montón de actividades.
Ya sabemos que cada acción, cada acontecimiento, cada persona, todo en suma provoca la emisión de carbono a la atmósfera. De esta sencilla manera podemos hacernos una mejor idea de la magnitud de las huellas ecológicas de los productos y actividades cotidianos. Requiere menos esfuerzo que leer montones de artículos al respecto. Porque, como decimos al principio, una imagen vale mas que mil palabras.

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