La Fundación Mapfre presenta en Madrid la exposición "Hoppé: El estudio y la calle". E. O. Hoppé (1878-1972) fue uno de los fotógrafos más importantes e influyentes de la primera mitad del siglo XX. Esta exposición, que ofrece obras suyas hasta ahora inéditas, explora su rica contribución a la historia de la fotografía con una selección de retratos y estudios de la vida callejera sorprendentemente modernos. Supone una relectura de su vida y su obra, que establece firmemente a Hoppé entre las grandes figuras del retrato fotográfico: el maestro como afirmó Cecil Beaton en 1945. la gran mayoría de las obras que se incluyen en la muestra proceden del E.O. Hoppé Estate Collection, Curatorial Assistance. Estas se agrupan en grandes apartados que se describirán más adelante.
Princesa “White Deer”, 1921 |
Nacido en Múnich en 1878 y afincado en Gran Bretaña desde 1902, Emil Otto Hoppé inició su carrera fotográfica en 1907, y alcanzó la fama retratando a las celebridades de la literatura, la política y las artes. Menos conocidos son los sensibles retratos de personas anónimas que hizo dentro y fuera de su estudio londinense. Los fotorreportajes de Hoppé a comienzos de los años treinta se publicaron en las nuevas revistas gráficas de la época. Cargadas de humor benévolo, esas observaciones magistrales ejercieron una gran influencia sobre fotógrafos posteriores y reflejan su larga amistad con el dramaturgo George Bernard Shaw. “Ningún hombre es un héroe para su mayordomo” escribió Hoppé en su autobiografía citando a Madame Courel, y apostilló “ni para su fotógrafo”, haciendo con esta frase hincapié en la intimidad que se creaba a la hora de realizar un retrato.
El estudio
Váslav Nijinsky en el papel titular de El espectro de la rosa, 1914 |
Hoppé inició su carrera fotográfica en 1907, abriendo un estudio en el barrio londinense en Baron´s Court, y en muy poco tiempo ganó fama de ser un retratista magistral. Parte de la facilidad de Hoppé para captar la personalidad de sus modelos se basaba en la costumbre de documentarse sobre sus actividades creativas, de modo que la conversación les llevara a bajar la guardia y se dejaran sorprender en actitudes naturales. Hombre de ideas progresistas, se esforzaba por poner la misma atención en sus retratos de hombres y mujeres. Además de extraordinario fotógrafo fue un dibujante de talento, que hizo diseños textiles y escenografías para compañías de teatro y ballet. Hoppé, que a menudo trabajaba con poca profundidad de campo sobre un fondo neutro, eliminaba información sobrante en sus fotografías para resaltar la individualidad del modelo. En una época que vio la transición del pictorialismo, de enfoque suave, al estilo moderno, de aristas duras, él equilibró la mirada penetrante de la cámara con una delicadeza humanizadora, buscando siempre lo que favoreciera a la persona retrata.
Las bellas
Belleza cubana, 1921 |
Más que ningún otro de sus proyectos fue The Book of Fair Women. “El libro de las bellas”, lo que estableció la reputación de Hoppé como experto en belleza femenina. Publicado en 1922, era una colección de treinta y dos retratos de mujeres que impugnaba las ideas recibidas sobre la belleza en Occidente al presentar tipos de todo el mundo y de lo más diversos grupos étnicos y sociales. Algunos miembros de la prensa internacional acogieron con indignación su postulado de que las mujeres de otras culturas pudieran ser tan bellas como las europeas. Su presunto papel de árbitro de la belleza femenina multiplicó su fama, y el libro alcanzó una notoriedad que no guardaba proporción con el número de ejemplares vendidos. The Book of Fair Women coincidió en el tiempo con las campañas sufragistas británicas encaminadas a obtener el voto de las mujeres. En este contexto, la exaltación de la belleza física era algo que chocaba con el espíritu del movimiento sufragista. Sin embargo Hoppé, que fue un decidido partidario del voto de la mujer, consideraba que la belleza era algo que no entraba en contradicción con la consecución de los derechos civiles.
La calle
Durante la década de 1930, Hoppé salió cada vez más a la calle en busca de personas a las que fotografiar. A menudo el resultado fue un fotorreportaje publicado en revistas gráficas como el Weekly Illustrated. Hoppé, fascinado por la creciente diversidad cultural de Gran Bretaña, recorrió todos los rincones de Londres y otros lugares del país fotografiando a gente de distintos orígenes raciales y ocupaciones.
George Burchett tatuando la espalda de una mujer, Waterloo Road, Londres, 1931 |
En el East End londinense hizo amistad con un comerciante chino llamado Wu Kang, que facilitó su acceso a las tabernas y los restaurantes de la zona. No obstante, a veces sitió la necesidad de emplear una cámara oculta, que solía ser una Kodak Brownie empaquetada en papel de envolver, al que practicaba un agujero para el objetivo. De esa forma pudo captar la vida cotidiana de los ingleses con notable espontaneidad, ya fuera en los transportes públicos o en el interior de un pub de barrio.