martes, 17 de abril de 2012

Hablando de Islandia


Ya hace unos meses comenté las singularidades de Islandia. Ahora hay que volver sobre el tema para constatar el éxito de este país en su lucha contra la tremenda crisis por la que fue asolado a finales de 2008. Nosotros aún continuamos luchando contra lo que seguimos llamando la crisis, bien es verdad que al confundirse, continuarse o solaparse en el tiempo  no se sabe muy bien  a cuál de las varias crisis (financiera mundial, hipotecaria española, deuda soberana) nos estamos refiriendo. 

Lo más sorprendente y llamativo del caso islandés, en cuanto a su recuperación, son las medidas tomadas y los procedimientos utilizados. Muchos medios se han hecho eco de las medidas teóricamente “poco ortodoxas” adoptadas pero que el tiempo demuestra han sido eficaces. En otros casos el enjuiciamiento de algunos de los responsables de la crissis merecen un amplísimo tratamiento informativo, probablemente por la distancia abismal entre estos hechos y los ocurridos (o mejor dicho, no ocurridos)  mucho más cerca de nosotros.

En unos momentos en los que parece que todos vivimos en un hilo pendientes de lo que digan los mercados o los todopoderosos FMI o BCE sobre cuáles deben ser nuestras acciones y los sacrificios a los que debemos someternos para evitar el mayor de los abismos, sorprende el contraste de la reciente entrevista al presidente islandés, Ólafur Ragnar Grímsson, en la que, entre otras cosas, explica el desafío de un país pequeño e inerme ante algunas de estas instituciones de alcance transnacional. Me ha conmovido especialmente el párrafo en el que relata que en una reciente conferencia en la que participaba el FMI, este organismo reconocía que en el proceso experimentado en los últimos años en Islandia el FMI probablemente había aprendido  más de lo mostrado por las iniciativas islandesas que lo que Islandia había podido aprender y aprovechar de los “consejos ortodoxos” del FMI sobre cómo dar una respuesta adecuada a una crisis de la naturaleza que Islandia ha padecido.

Para terminar me gustaría reproducir otro de los párrafos de esta excelente entrevista, que no tiene desperdicio, por su importante lección que creo de aplicación inmediata a nuestro entorno más cercano.  Dice el Presidente de Islandia que durante los meses finales de 2008 y las primeras semanas de 2009 Islandia vivió una amenaza fundamental contra su estabilidad política y social, a pesar de ser una de las democracias más seguras, abiertas y estables del mundo. El hecho de que el sistema financiera fuera capaz de generar tal situación ilustra la enorme responsabilidad política y social que el sector financiero representa porque su colapso puede poner de rodillas, como ocurrió en Islandia,  a una de las estructuras políticas y democráticas más estables y seguras. Y termina preguntándose. Si esto ocurrió en Islandia ¿que repercusiones tendría una situación perecida en países con una historia política y democrática no tan solida como la islandesa?

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