Ya hace unos meses comenté las singularidades de Islandia. Ahora hay que volver sobre el tema para
constatar el éxito de este país en su lucha contra la tremenda crisis por la
que fue asolado a finales de 2008. Nosotros aún continuamos luchando contra lo que
seguimos llamando la crisis, bien es verdad que al confundirse, continuarse o
solaparse en el tiempo no se sabe muy
bien a cuál de las varias crisis
(financiera mundial, hipotecaria española, deuda soberana) nos estamos
refiriendo.
Lo más sorprendente y llamativo del caso islandés, en cuanto a su
recuperación, son las medidas tomadas y los procedimientos utilizados. Muchos
medios se han hecho eco de las medidas teóricamente “poco ortodoxas” adoptadas
pero que el tiempo demuestra han sido eficaces. En otros casos el
enjuiciamiento de algunos de los responsables de la crissis merecen un amplísimo tratamiento informativo, probablemente por la distancia abismal entre estos hechos y los
ocurridos (o mejor dicho, no ocurridos)
mucho más cerca de nosotros.
En unos momentos en los que parece que todos vivimos en un hilo
pendientes de lo que digan los mercados o los todopoderosos FMI o BCE sobre
cuáles deben ser nuestras acciones y los sacrificios a los que debemos
someternos para evitar el mayor de los abismos, sorprende el contraste de la reciente entrevista al presidente islandés, Ólafur Ragnar Grímsson, en la que, entre
otras cosas, explica el desafío de un país pequeño e inerme ante algunas de
estas instituciones de alcance transnacional. Me ha conmovido especialmente el
párrafo en el que relata que en una reciente conferencia en la que participaba
el FMI, este organismo reconocía que en el proceso experimentado en los últimos
años en Islandia el FMI probablemente había aprendido más de lo mostrado por las iniciativas
islandesas que lo que Islandia había podido aprender y aprovechar de los
“consejos ortodoxos” del FMI sobre cómo dar una respuesta adecuada a una crisis
de la naturaleza que Islandia ha padecido.
Para terminar me gustaría reproducir otro de los párrafos de esta
excelente entrevista, que no tiene desperdicio, por su importante lección que
creo de aplicación inmediata a nuestro entorno más cercano. Dice el Presidente de Islandia que durante
los meses finales de 2008 y las primeras semanas de 2009 Islandia vivió una amenaza
fundamental contra su estabilidad política y social, a pesar de ser una de las
democracias más seguras, abiertas y estables del mundo. El hecho de que el
sistema financiera fuera capaz de generar tal situación ilustra la enorme
responsabilidad política y social que el sector financiero representa porque su
colapso puede poner de rodillas, como ocurrió en Islandia, a una de las estructuras políticas y
democráticas más estables y seguras. Y termina preguntándose. Si esto ocurrió
en Islandia ¿que repercusiones tendría una situación perecida en países con una
historia política y democrática no tan solida como la islandesa?
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