sábado, 11 de mayo de 2013

Descubriendo el idioma común

En más de una ocasión la teoría de la evolución de Darwin ha sido objeto de comentarios en este blog. Lejos de mi intención está el cuestionarla ni el discutirle a su autor la originalidad de su aportación. Pero acabo de leer un artículo en el Washington Post, relacionado con un tema, la lingüística,  no muy cercano a la biología, en el que se plantea una teoría evolucionista muy semejante a la de Darwin.

Las raíces de la publicación mencionada son incluso anteriores a Darwin. Se trata de un trabajo del jurista británico sir William Jones, presentado en 1787 ante la Sociedad Asiática de Bengala. Proponía que el sánscrito, el griego, el latín, el gótico, el persa y el celta provenían de una lengua común de la que se habían originado por divergencias sucesivas. Nació así lo que ahora conocemos como familia lingüística indoeuropea, que seguramente hunde sus raíces en los primitivos asentamientos neolíticos que inventaron la agricultura en Oriente Próximo hace unos 10.000 años.

La lengua eurasiática, recién propuesta por Mar Pagel, Quentin Atkinson y sus colegas de las universidades de Reading (Reino Unido) y Auckland (Nueva Zelanda),  sería aún más antigua, de hace unos 15.000 años, y extendería su abrazo a lenguas no indoeuropeas como el chino o el vasco. Como ya se ha mencionado, la idea de un tronco lingüístico común no es nueva.  El problema para las reconstrucciones de largo alcance es que las palabras cambian demasiado deprisa como para dejar trazas de su origen común más allá de unos 5.000 años. La mayor aportación del nuevo estudio, presentado en Proceedings of the Nacional Academyof Sciences, es haber mostrado que hay unos cuantos términos mucho muy resistentes al cambio. Estas palabras ultraconservadas  incluyen los numerales (los nombres de los números) y otros ingredientes del ‘metabolismo central’ de la gramática del tipo de yo, tú, aquí, como, no, madre, hombre.

Los lingüistas intentan reconstruir el pasado del lenguaje humano y descubrir la forma en que una hipotética habla ancestral fue ramificándose de manera incesante hasta producir la babel actual de 5.000 idiomas irreconciliables. Se han hallado sólidas evidencias de que todas las lenguas habladas actualmente en Europa y Asia, desde Lisboa a Pekín, provienen de un lenguaje original hablado en el Mediterráneo hace unos 15.000 años, cuando la última glaciación empezó a remitir.


Los investigadores también han conseguido unas reglas que les ayudarán a encontrar el conjunto de palabras ultraconservadas más útiles en estudios futuros de otras lenguas. Como norma general, las palabras que aparecen en el habla común con una frecuencia mayor del uno por mil tienen entre 7 y diez veces más probabilidades que las demás de perdurar intactas, o al menos reconocibles, durante 10.000 o 15.000 años. “Nuestros resultados”, dicen Pagel y sus colegas, “indican una considerable fidelidad de transmisión para algunas palabras, y ofrecen una justificación teórica para investigar características del lenguaje que pueden preservarse por grandes lapsos de tiempo y extensiones geográficas”.

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