Acabo de leer una noticia que asegura que en Suecia una organización de ciudadanos quiere llevar al Parlamento de Estocolmo una iniciativa para conseguir acabar con el uso del dinero en efectivo. Su argumentación a favor de esta medida se basa en el incremento de seguridad que se obtendría. Las alternativas que proponen es utilizar únicamente mecanismos de pago electrónico (tarjetas, transferencias, domiciliaciones, dinero virtual de Internet…)
No es de extrañar que esta iniciativa surja en Suecia porque es uno de los países del mundo donde mas extendido está el uso de los modernos medios de pago que evitan el uso del efectivo. Tampoco existen allí barreras al desarrollo de estos procedimientos ya que la economía sumergida, que no puede subsistir sin el dinero en efectivo, es prácticamente inexistente.
Recuerdo que hace ya muchos años, por lo menos veinticinco, leí un artículo de Isaac Asimov que trataba de este mismo tema. Asimov es mundialmente conocido por sus novelas de ciencia-ficción pero su producción literaria cubre otros géneros, como la historia o la divulgación científica. Con esta base no es de extrañar los muchos artículos que publicó sobre prospecciones de futuro para la humanidad como el que ahora yo recuerdo.
Asimov imaginaba un mundo sin dinero semejante al que ahora proponen en Suecia. Y describía sus múltiples ventajas. La eficiencia, al desaparecer el coste de producción y gestión de billetes y monedas. La seguridad, al eliminarse los robos y fraudes, ya que el dinero electrónico sería absolutamente trazable. La justicia distributiva, ya que los impuestos podrían ser automáticamente recolectados sin posibilidad alguna de fraude fiscal. Este último aspecto me impresionó especialmente porque no lo consideraba en absoluto como generador de rechazo social al nuevo procedimiento. Argumentaba que, si el fraude fiscal fuera imposible, las cargas se repartirían más equitativamente y en consecuencia las medidas fiscales recibirían un mayor apoyo popular.
Desde nuestra perspectiva inmediata este panorama parece muy utópico. Estamos muy lejos de los parámetros suecos. El uso de los medios de pago electrónicos en nuestro país es aún minoritario. La economía sumergida esta estimada en mas del 20% y, desgraciadamente, las autoridades tributarias aun tienen mucha tarea por delante en la lucha contra el fraude fiscal.
Pero la tendencia esta marcada por los países más avanzados. No solo en Suecia empiezan a pensar en el nuevo escenario. En otros países nórdicos europeos y en Japón hay iniciativas semejantes. Demos tiempo al tiempo y estemos atentos a los avances, aunque sean paulatinos, que se vayan produciendo.
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