martes, 12 de abril de 2011

El texto y la imagen

Acaban de anunciarse los ganadores de la XXVIII edición de los premios Ortega y Gasset de periodismo. Me ha impresionado especialmente el trabajo que ha merecido el premio de periodismo gráfico. Ha sido concedido a Cristóbal Manuel Sánchez por una foto realizada en Haití tras el terremoto que asoló aquel país a principios del 2010.

Independientemente de los aspectos formales o técnicos de la fotografía en cuestión se me ha ocurrido pensar en comparar cantidad y la calidad de información que aporta respecto a una descripción verbal de la escena. Sería una valoración comparada de la eficacia de ambos instrumentos para transmitir la información.  También podría tenerse en cuenta la eficiencia. ¿Cuál de los dos mecanismos consigue una mejor comprensión por parte del receptor del mensaje enviado?

He encontrado un texto de Francisco Peregil, publicado en El País el 5 de Febrero de 2010,  que describe lo que muestra la fotografía ganadora del premio citado. Es este:

“Pasea siempre solo, desnudo, sin rumbo. De vez en cuando se detiene, mira al frente, bosteza, se rasca el costado y continúa su camino con los brazos caídos. Si un coche pasa demasiado cerca, se recoge unos centímetros en la acera y sigue andando. Lo echan de un sitio y se va a otro. Sin protestar. A las seis de la mañana se le puede ver en cualquier calle. El frío le hace abrazarse a sí mismo entre la gente que carga con sacos de arroz y bidones de agua en la cabeza. No mira a nadie y nadie le mira. ¿Quién está más trastornado? ¿El chico desnudo o la sociedad que ni siquiera repara en él, que no tiene resortes para acogerlo en ningún lado como cualquier ser humano se merece?
El chaval desnudo se ha convertido en un símbolo inconsciente de la indefensión de Haití. Una indefensión que ya era patente, igual que su desnudez, antes del terremoto. Con cada autobús, cada coche o cada moto que sortea, cada peatón que se cruza, cada tienda de móviles, el joven va desnudando las grandes palabras de este siglo: ayuda humanitaria, cooperación, solidaridad internacional, reconstrucción.
Desnuda también a sus compatriotas, ricos y pobres. Después del 12 de enero hay bajo sus pies más cristales, escombros y alambres, pero su historia ya era así antes de la catástrofe. En el centro de Puerto Príncipe, muy cerca del Palacio Presidencial, desde toda la vida, algunos "locos" se pasean en cueros sin que nadie haga nada por ellos.
Son pocos, pero son. Las ruinas del terremoto sólo han puesto el decorado idóneo detrás de ellos. La estampa podría servir para que un publicista avispado idee un anuncio en el que ensalce la fuerza, la independencia y la libertad de la juventud ante cualquier situación.
Tendría mucho éxito en cualquier sitio, menos en Haití.”
Hasta aquí la descripción, excelente en mi modesta opinión. Ahora habría que contemplar la fotografía, que esta aquí, y reflexionar un buen rato…

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