Amaya Moro-Martin forma parte de
la minoría científica española. Su área de estudio son los sistemas planetarios
extra-solares. Trabaja en el Centro de Astrobiología de Madrid. También es
Investigadora visitante de la Universidad de Princeton. Posiblemente no pueda
continuar su labor investigadora en España como consecuencia de los recortes
presupuestarios determinados por el nuevo Gobierno de España.
Hace unos pocos días la revista
Nature publicaba un artículo de esta brillante científica española en la que se
denunciaba la lamentable situación de la ciencia en España. Y no hay nada oculto.
Todo es muy evidente. De todos los ministerios del Gobierno Rajoy en ninguno de
ellos aparece ni la palabra “Ciencia” ni la palabra “Investigación”. Y no es un olvido ni una casualidad.
La política científica ha sido
incluida, pero sin nombrarla, en el nuevo Ministerio de Economía y
Competitividad. Parece contradictorio que algo tan inconcreto como "competitividad" haya
sustituido a algo tan concreto como la investigación científica. Es evidente la
necesidad de el sistema de investigación en España sea competitivo pero, para
alcanzarlo, el nuevo Gobierno ha elegido un rumbo muy diferente al de los
países que están por encima de España en la mayoría de los rankings científicos
y económicos. Países como Japón, Alemania, Inglaterra, Francia, Holanda y
Suecia, con sistemas de investigación altamente competitivos y economías más
sólidas, coinciden en gestionar ciencia y universidades de forma conjunta bajo
ministerios especializados.
La línea oficial parece clara: la ciencia no es una prioridad para el gobierno español. Sabemos que estamos
inmersos en una crisis económica y que las medidas de austeridad son
necesarias. Sin embargo, las acciones irracionales y draconianas del gobierno
provocarán a largo plazo daños a la infraestructura científica. Se están
enviando mensajes contradictorios a la sociedad, a los inversores y a la
comunidad internacional. Aunque el Gobierno promete un cambio hacia una
economía basada en el conocimiento, cada paso que da es en la dirección
opuesta. El resultado será una economía dependiente de conocimiento importado y
sin base de conocimiento propia.
El hecho de que ni el Congreso ni
el Senado hayan constituido las comisiones respectivas de ciencia y tecnología
es otra deficiencia notable. La investigadora pide que se ponga en marcha con
carácter de urgencia la Agencia de Investigación contemplada en la nueva ley de
la Ciencia y con un presupuesto multianual que confiera a la ciencia
estabilidad y capacidad de planificación a medio y largo plazo, sin
fluctuaciones.
Moro-Martín reclama en su artículo
en Nature un conjunto de medidas que reactiven la labor instigadora en España.
Y la dotación económica adecuada es imprescindible. Por ello es necesario que
el esfuerzo español en I+D, actualmente situado en el 1,39% de su PIB, debe
ponerse en línea con la media europea del 2% y acercarse al objetivo del 3%
fijado en la Estrategia de Lisboa para 2010.
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