lunes, 20 de febrero de 2012

España se queda sin ciencia



Amaya Moro-Martin forma parte de la minoría científica española. Su área de estudio son los sistemas planetarios extra-solares. Trabaja en el Centro de Astrobiología de Madrid. También es Investigadora visitante de la Universidad de Princeton. Posiblemente no pueda continuar su labor investigadora en España como consecuencia de los recortes presupuestarios determinados por el nuevo Gobierno de España.

Hace unos pocos días la revista Nature publicaba un artículo de esta brillante científica española en la que se denunciaba la lamentable situación de la ciencia en España. Y no hay nada oculto. Todo es muy evidente. De todos los ministerios del Gobierno Rajoy en ninguno de ellos aparece ni la palabra “Ciencia” ni la palabra “Investigación”.  Y no es un olvido ni una casualidad.

La política científica ha sido incluida, pero sin nombrarla, en el nuevo Ministerio de Economía y Competitividad. Parece contradictorio que algo tan inconcreto  como "competitividad" haya sustituido a algo tan concreto como la investigación científica. Es evidente la necesidad de el sistema de investigación en España sea competitivo pero, para alcanzarlo, el nuevo Gobierno ha elegido un rumbo muy diferente al de los países que están por encima de España en la mayoría de los rankings científicos y económicos. Países como Japón, Alemania, Inglaterra, Francia, Holanda y Suecia, con sistemas de investigación altamente competitivos y economías más sólidas, coinciden en gestionar ciencia y universidades de forma conjunta bajo ministerios especializados.

La línea oficial parece clara: la ciencia no es una prioridad para el gobierno español. Sabemos que estamos inmersos en una crisis económica y que las medidas de austeridad son necesarias. Sin embargo, las acciones irracionales y draconianas del gobierno provocarán a largo plazo daños a la infraestructura científica. Se están enviando mensajes contradictorios a la sociedad, a los inversores y a la comunidad internacional. Aunque el Gobierno promete un cambio hacia una economía basada en el conocimiento, cada paso que da es en la dirección opuesta. El resultado será una economía dependiente de conocimiento importado y sin base de conocimiento propia.

El hecho de que ni el Congreso ni el Senado hayan constituido las comisiones respectivas de ciencia y tecnología es otra deficiencia notable. La investigadora pide que se ponga en marcha con carácter de urgencia la Agencia de Investigación contemplada en la nueva ley de la Ciencia y con un presupuesto multianual que confiera a la ciencia estabilidad y capacidad de planificación a medio y largo plazo, sin fluctuaciones.

Moro-Martín reclama en su artículo en Nature un conjunto de medidas que reactiven la labor instigadora en España. Y la dotación económica adecuada es imprescindible. Por ello es necesario que el esfuerzo español en I+D, actualmente situado en el 1,39% de su PIB, debe ponerse en línea con la media europea del 2% y acercarse al objetivo del 3% fijado en la Estrategia de Lisboa para 2010.

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