En general el término
hacker tiene una connotación negativa.
Aunque inicialmente, en los años 60 y 70 del siglo pasado, denominó a una comunidad bastante cerrada de
programadores y diseñadores de sistemas del MIT, el Tech Model Railroad Club y
el Laboratorio de Inteligencia artificial del MIT, posteriormente se ha utilizado para referirse
mayormente a los criminales informáticos, por parte de los medios de
comunicación desde la década de 1980.
En cualquier caso es
fácil concluir que los auténticos hackers son personas que poseen un
conocimiento profundo del funcionamiento interno de los sistemas informáticos
lo que les permite localizar las vulnerabilidades existentes en ellos y
aprovecharlas para romper los sistemas de seguridad y acceso establecidos. De
esta manera pueden acceder a datos confidenciales y, en algunos casos
destruirlos. Estos conocimientos pueden
ser dirigidos a realizar acciones criminales pero también a prevenirlas o
paliar sus efectos. Ya hay muchos ejemplos que hackers que, tras haber sido
perseguidos por la ley, se han convertido en agentes al servicio de la misma.
Recientemente ha habido muchas noticias que indican que la
actividad de los hackers se extiende a nuevos entornos. En 2010 se descubrió la
existencia de un gusano informático llamado Stuxnet. Su actividad originó importantes daños en una
planta de enriquecimiento de uranio de Irán. Cuando fue analizado los expertos
en seguridad quedaron asombrados por su complejidad y potencia. En algunos
círculos de inteligencia que considera que la aparición de este malware supuso la confirmación de la existencia de una nueva carrera armamentística mundial basada en la creación
de sofisticadas armas cibernéticas para la espionaje y sabotaje de instalaciones
de países considerados enemigos. Hace pocos días comentábamos otro hecho relevante del mismo tipo denominado "la Llama" (The Flame).
De hecho, agencias
como la CIA, la NSA, la unidad 8200 y otras se han dotado de equipos de
especialistas encargados de acciones tanto ofensivas como defensivas. Como
consecuencia de ello, y unido a la demanda equivalente por parte de las
empresas privadas, la búsqueda de expertos en seguridad informática se ha convertido en una dura tarea. En muchos
casos se pone de manifiesto la escasez de estos especialistas imprescindibles
para librar la guerra cibernética. Algunas
agencias estiman que sólo el gobierno de Estados Unidos tendrá que contratar a
por lo menos 10.000 expertos en ciberseguridad en los próximos años. Otros
tantos serán requeridos por el sector privado.
Las Universidades se ven incapaces de satisfacer esta demanda por lo que
las comunidades de hackers parecen la fuente natural de reclutamiento para las
agencias gubernamentales. No es extraño
encontrar en convenciones como Sombrero Negro y otras conferencias y reuniones
de Asociaciones de Hackers a reclutadores de las agencias de inteligencia a la
caza y captura de expertos autodidactas a los que contratar para engrosar los
grupos dedicados a la ciberguerra cada vez más activa.
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