domingo, 19 de septiembre de 2010

John Williams

Ayer estuve con parte de la familia asistiendo al Concierto del Auditorio Nacional. En el  programa de esta temporada, la Orquesta y Coros Nacionales han tomado la iniciativa de incluir un ciclo de conciertos dedicados a la música de películas. Me parece un gran acierto porque es una magnífica forma de acercar la música sinfónica a los niños y a los jóvenes.

El concierto de ayer fue un gran ejemplo. Todo el programa estaba compuesto por obras de John Williams. La elección no era difícil. Este compositor, nacido en 1932, tiene en su haber algunas de las bandas sonoras de las películas mas conocidas de las ultimas décadas. Basta con citar unos pocos títulos cuya música es muy célebre: Tiburón, Superman, Encuentros en la tercera fase, En busca del arca perdida, ET, Star Wars…

Para reforzar el tirón hacia el público infantil tanto la entrada como el amplio vestíbulo del auditorio estaban trufados de figurantes con los motivos de La Guerra de las Galaxias. Niños, y mayores, hacían cola para fotografiarse con ellos.

Toda la expectación creada no fue defraudada. El Auditorio estaba completo con una gran proporción público muy joven. El arranque de la primera obra, la Marcha de los saqueadores de En busca del arca perdida fue acogido con un silencio casi religioso. Era emocionante ver a los pequeñajos de los palcos asomándose sobre la orquesta y maravillándose al ver como se producía el sonido que les era tan familiar pero que, hasta ese momento, solo era un complemento de su experiencia en el cine.

La segunda parte estuvo íntegramente dedicada a la música de la saga de La Guerra de las Galaxias. Y su poder evocador nos hizo a todos revivir las impresiones de cuando nos enfrentamos por primera vez, hace ya muchos años, a la historia de Luke Skywalker, la princesa Leia o Darth Vader. La interpretación fue muy buena. Se notaba que los componentes, tanto de la orquesta como del coro, disfrutaban, al igual que el público, de la música que estaban creando.

La ovación final duró varios minutos. El director, Josep Pons, tuvo que saludar en muchas ocasiones y finalmente concedieron una propina. Fue una obra, también de John Williams, pero de un carácter completamente distinto. Dry your tears, Africa, de la banda sonora de la película Amistad llenó de emoción la sala y puso el broche de oro a un concierto memorable.

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