El 10 de Noviembre de 2007, en el curso de la XVII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado celebrada en Santiago de Chile, se produjo un incidente diplomático que dio la vuelta al mundo. El Rey de España, D. Juan Carlos I dirigió la famosa frase “¿Por qué no te callas?” a Hugo Chávez, Presidente de Venezuela, cuando este interrumpía constantemente el alegato del presidente del gobierno español, Rodríguez Zapatero, pidiendo respeto para su antecesor, José María Aznar, al que Chávez había tratado de fascista. Ha pasado ya bastante tiempo y aquel incidente ya ha sido superado por ambas partes. Pero la frase vuelve a ser oportuna para dirigírsela a la misma persona.
Se acaban de celebrar elecciones legislativas en Venezuela. La oposición a Hugo Chávez ha obtenido un resultado no esperado por el Presidente del país igualando sensiblemente en votos personales los alcanzados por el partido chavista. Sin embargo, el cambio efectuado recientemente en la ley electoral ha determinado que el reparto de escaños no sea proporcional al número de votos sino que se sesgue para favorecer al partido en el gobierno.
En una rueda de prensa celebrada para comentar el resultado de las elecciones con el mismísimo Chávez una periodista, con tan solo el arma de la palabra, de su dialéctica, ha puesto contra las cuerdas al presidente de Venezuela denunciando con elocuencia y eficacia la situación antes descrita. Porque Chávez, al verse acorralado por la rigurosa argumentación de Andreína Flores, en lugar de intentar desmontar tales argumentos (hay que reconocer que la tarea era muy complicada) ha mostrado su nerviosismo removiéndose en su silla, jugando con los papeles y el lápiz que tenia en sus manos y finalmente se ha lanzado a tejer una descalificación personal de la periodista y a una diatriba utilizando los mas contundentes tópicos comunes de defensa de la patria venezolana confundiendo la dignidad nacional de Venezuela con la del propio Chávez. Ha dicho de todo pero nada de lo que ha dicho sirve para dar respuesta a la cuestión planteada.
Ciertamente el episodio ha levantado en todo el mundo un movimiento de apoyo y simpatía hacia la periodista por su valentía al enfrentarse, tan solo con la palabra, a un adversario acostumbrado al uso de esta herramienta de persuasión. Y lograr, si no vencerlo, acorralarlo. La no respuesta dada por Hugo Chávez se merece otra vez el uso de la famosa frase: ¿Por qué no te callas?