lunes, 23 de agosto de 2010

El mundo real es solo una ventana más

En casa ya hay más ordenadores que personas. Aunque empezó tímidamente, la fiebre “si no tienes un portátil eres un ‘mindundi’” se ha extendido y la epidemia ha conseguido infectar a todos los miembros de la familia.

Ahora se dan paisajes desconcertantes. En una habitación cada uno de los chicos tiene su portátil sobre las rodillas. La televisión esta encendida, a veces con sonido a veces sin él. Todos llevan auriculares. En ocasiones están conectados a los portátiles. En otras a los reproductores MP3. De vez en cuando suena un móvil y alguien tiene que atender la llamada.

De pronto, he recordado un reportaje de la CNN que decía que en las Universidades americanas los estudiantes van a todas partes con sus “laptops”. Son tan dependientes de ellos que se producen auténticos dramas cuando alguno se queda sin batería o no es capaz de lograr cobertura “wifi”. Y concluía que si Marshall McLuhan hubiera podido observar esta realidad, habría ampliado sus teorías que consideraban que un libro era una extensión de nuestros ojos y un coche una extensión de nuestros pies. Ahora diría que Internet es una extensión de nuestro cerebro.

Hace unas cuatas semanas leí una reseña sobre un libro de Sherry Turkle titulado “Life on the Screen”. Buscando con Google he recuperado las ideas básicas de su contenido. Sherry Turkle, profesora del MIT, ha investigado las consecuencias sociales y sicológicas de Internet. Life on the Screen no es un libro sobre ordenadores. Es un libro sobre el impacto que el uso de los ordenadores tiene sobre las personas. Y sobre cómo esta interacción hace que cambien las identidades y las formas de comportamiento de la gente en la era de Internet. Nuestras relaciones a través de la pantalla del ordenador determinan nuevas maneras de pensar sobre la política, la religión, la evolución del ser humano, y sobre todo crea una nueva conciencia del yo y su relación con el resto de la comunidad. Una de las afirmaciones mas sorprendentes contenidas en el libro tiene como autor uno de estos estudiantes norteamericanos multi-tarea y siempre conectados que manifiesta “El mundo real es una ventana mas”

Y considerando todo esto me he llenado de preocupación. ¿Llegará un día en que no sepamos diferenciar la realidad de la ficción de los juegos o simulaciones generados por ordenador? Cuando la realidad no sea “interesante” ¿renunciaremos a ella y nos refugiaremos en nuestras identidades “virtuales” de nuestros mundos paralelos sustentados en los programas y aplicaciones de Internet?

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