Como todos los años por estas fechas empieza el reguero de anuncios sobre la concesión de los premios Nobel. Casi siempre estos galardones recaen en especialistas de distintas disciplinas científicas con una edad que podrimos calificar de avanzada. Es muy lógico. Los premios Nobel se entregan a personas cuyas aportaciones han supuesto avances trascendentales para la ciencia y, normalmente, estos logros requieren mucho tiempo de dedicación.
Este año, sin embargo, el premio Nobel de Física ha recaído en un equipo de dos investigadores rusos que desarrollan su actividad investigadora en la Universidad de Manchester. Uno de ellos, Konstantin Novoselov, cuenta tan sólo con 36 años. Pero aún era 6 años mas joven, en 2004, cuando realizó los trabajos, junto a su colega Andre Geim, que ahora han sido premiados.
Otro aspecto que resulta singular en la concesión del Nobel de Física de este año es el avance premiado. Se trata de la obtención de un nuevo material llamado grafeno. El grafeno es una estructura plana de átomos de carbono. Tan plana que no lo puede ser mas ya que su grosor es de un solo átomo. Es fácil aceptar que la dificultad para producir una estructura tan “delgada” es considerable. Los ganadores del Nobel lo consiguieron eliminado sucesivamente las distintas láminas de un bloque de grafito hasta que se quedaron con una que sólo tenia un átomo de espesor.
Ya en 1996 se concedió el Nobel de Química a un trabajo relacionado con el que estamos comentando. Hasta entones se creía que el carbono solo se presentaba en la naturaleza según dos formas alotrópicas, el diamante y el grafito. Pero en el curso de la investigación apareció una nueva disposición en forma de bola de 60 átomos de carbono. Después también aparecieron formaciones cilíndricas. Recibieron el nombre de fulerenos. En todos los casos hay una capa de electrones, formada por un electrón aportado por cada tomo, que es compartida por toda la estructura creando una suerte de autopista de electrones donde estos llegan a alcanzar su velocidad relativística.
Lo interesante de estos nuevos materiales son sus extraordinarias propiedades y sus potenciales usos para múltiples aplicaciones prácticas. Hay quien dice que igual que tras el descubrimiento del benceno, surgió un extraordinario desarrollo de la química orgánica, una revolución científica semejante a aquella podría producirse alrededor del descubrimiento del los fulereneos y el grafeno.
Algunos resultados del uso del grafeno ya empiezan a ser una realidad a nivel de laboratorio. En el Instituto de Tecnología de Massachusetts hay un equipo dedicado a crear chips que, en lugar de estar basados en el silicio, lo están en el grafeno. Su velocidad se multiplica por diez. El director de este equipo es un madrileño llamado Tomas Palacios. Esperan que sus trabajos puedan poner en el mercado chips de grafeno en un par de años.
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