domingo, 3 de octubre de 2010

Primarias socialistas en Madrid

Cuando hablamos de sistemas políticos hay pocas dudas respecto a considerar la democracia como la mejor opción. A lo largo de la historia de la humanidad muchas alternativas a ellas se han experimentado con desiguales resultados. Sin embargo en los últimos siglos las sociedades más evolucionadas, o al menos las que así consideramos, han tendido hacia la puesta en práctica de estructuras de gobierno basadas en principios democráticos.

Como en tantas otras cosas, también en democracia hay que distinguir muchos matices. Desde luego no era lo mismo la democracia practicada en la antigua Grecia que la que esta al uso en los países europeos actuales. Incluso entre estos mismos se dan múltiples variedades y sabores locales. Poco tienen que ver los sistemas de elección de candidatos de los partidos en el Reino Unido o en España. Y menos aun la relación que une a los  representantes populares, una vez elegidos, con sus representados. Mientras que en el Reino Unido hay una tradición de rendir cuentas de la gestión realizada a los representados casi personal, en España los diputados y senadores raramente vuelven a explicar a los ciudadanos de sus circunscripciones el resultado de su labor en el Congreso o el Senado.

Dicho lo anterior creo que sobra hablar de otras peculiaridades o especies “democráticas”. Poco tienen en común los sistemas de Estados Unidos, Chile, Venezuela, India o Sudáfrica aunque todos se califican a si mismos de democráticos. Otro buen ejemplo de variedad en este sentido se dio en España con la “democracia orgánica” de la época de Franco.

Hoy se celebran elecciones primarias socialistas en Madrid. ¿Es una indicación, aunque sea menor, del progreso democrático de nuestros procedimientos? Claramente no. Estas elecciones primarias, a diferencia de las que celebran los grandes partidos en los Estados Unidos, no son una norma en los partidos españoles. Más bien son una rara excepción. Solo ocurren cuando no hay consenso en los partidos para elegir sus candidatos. Las primarias de Madrid son consecuencia de de las divergencias internas. En cualquier caso hay la posibilidad de aprovechar un mecanismo democrático para elegir a un representante popular.

Hay dos candidatos. ¿Cómo elegir? ¿Cuáles son sus propuestas? Aquí nuevamente se pone de manifiesto la pobreza de nuestro sistema. En lugar de que los candidatos expongan sus ideas sobre los proyectos que llevarán a cabo, en el caso de ser elegidos, las razones que se dan a los electores para decirse por ellos son bastante mas rudimentarias. Uno de los candidatos exhibe como principal mérito el “no tener padrinos”. La otra da como razón que “esta mejor posicionada, según las encuestas, para ganar al candidato del partido actualmente en el gobierno”.

Todo ello me lleva a pensar  en la imperfección de nuestra democracia. Nos quedamos únicamente en la cáscara sin profundizar en el núcleo. Nos creemos que somos demócratas porque seguimos unos determinados procedimientos formales: hay votaciones, urnas, papeletas.  Pero, ¿cómo nos esforzamos por elegir al mejor candidato? ¿Cómo seleccionamos a aquel cuyas propuestas cuenten con el mayor apoyo de los votantes? No votamos siguiendo esas premisas. Votamos por simpatía, afinidad, popularidad. De esa manera el resultado de las votaciones se asemeja más a un proceso aleatorio. Casi podríamos decir que elegimos como jugando a la ruleta. ¡Curioso sistema democrático!

No hay comentarios:

Publicar un comentario