viernes, 18 de marzo de 2011

¿Podemos prescindir de la energía nuclear?

El terremoto de Japón, y el consiguiente tsunami, aparte de suponer una de las catástrofes naturales mas relevantes de los últimos años, han provocado incidencias muy importantes en algunas de las varias centrales nucleares que proporcionan energía a uno de los países mas industrializados del mundo.

Como consecuencia de ello, y con independencia del desenlace final que se produzca en la central de Fukushima, en todo el mundo se ha abierto un gran debate sobre el futuro de la energía de origen nuclear. En los últimos años parecía haber habido un movimiento a favor de un mayor uso de energía de este origen teniendo en cuenta diversos factores. Por una parte todo el mundo esta de acuerdo en el próximo agotamiento de los combustibles fósiles que en la actualidad  constituyen la base de la mayor parte de la energía empleada en el mundo. Por otra parte, y a pesar del gran desarrollo de las energías renovables, el estado actual no permite que estas reemplacen a los combustibles fósiles. Como resultado de todas estas circunstancias, la energía de origen nuclear parecía una solución aceptable para cubrir las demandas energéticas mundiales de las próximas décadas.

Los acontecimientos de Japón han cambiado sustancialmente el panorama. Claramente el impacto sobre la opinión pública ha sido enorme e, inevitablemente, su repercusión en los ámbitos políticos no se ha hecho esperar. Pero decir no a la energía nuclear no es tan fácil. Es necesario dar una alternativa. Porque el problema de satisfacer la demanda de energía que resulta de las necesidades de los países desarrollados pero, sobre todo, de los países emergentes parece imposible de resolver sin el concurso de la energía nuclear.  
En la actualidad ya hay bastantes países que dependen de la energía nuclear para satisfacer más de la mitad de sus demandas energéticas. Para todos ellos sería prácticamente imposible renunciar a la energía de origen nuclear. 

También hay que reconocer que los avances habidos en materia de seguridad han sido muy notables. Por todo ello una decisión que excluya totalmente la energía nuclear parece  excesivamente simplista. Como en todas las cosas será necesario alcanzar una posición de equilibrio que maximice las ventajas y reduzca los riesgos. Porque es necesario admitir que el riesgo cero no existe. Ni para la energía nuclear ni para ninguna otra.

En los enlaces que aparecen a continuación hay una abundante información sobre estos temas que puede ayudar a formar opinión al respecto:

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