lunes, 27 de junio de 2011

Viaje sin retorno

Uno de los recuerdos de mi infancia que mas claros permanecen en mi memoria fue la noche en que el hombre llegó a la luna. Fue el 20 de julio de 1969. Al día siguiente yo salía de viaje para pasar unos días de colonias. Había que madrugar. Pero no por eso dejé de esperar lo suficiente ante el televisor para ver aquellas borrosas imágenes en blanco y negro transmitidas desde la luna que anunciaban la llegada del género humano a un cuerpo celeste distinto de la madre Tierra.

 El siguiente paso lógico sería Marte. Desde hace ya varios años distintos equipos de científicos se enfrentan a los múltiples problemas que habría que resolver para enviar, y devolver a la Tierra, a un grupo de astronautas que serian los primeros seres humanos en llegar a Marte. La empresa es enorme. Los costes, por el momento inasumibles.

Y en este escenario aparece la imaginación y creatividad. Paul Davies, fisico y cosmólogo de la Universidad de Arizona, junto con Dirk Schulze-Makuch, de la Universidad de Washington, han expuesto en un artículo, publicado hace unas semanas en el Journal of Cosmology, una idea revolucionaria. La misión a Marte sería mucho mas sencilla y mucho menos costosa si se planteara como un viaje de ida sin retorno.

Estos científicos argumentan que la colonización de Marte no puede esperar más. Es la única medida que podemos adoptar para garantizar la continuidad de la especie humana ante una eventual catástrofe que destruyera la Tierra. Marte es un planeta con gravedad, atmosfera, agua y los minerales esenciales. Es por tanto capaz de soportar la vida humana.  Llegar a Marte supone un viaje de seis meses. El que el viaje no tenga retorno no debe ser un impedimento.  Cuando los emigrantes europeos colonizaron América la duración del viaje no era mucho menor y también había nulas esperanzas de retorno.

Sus planes entran en más detalles. Proponen enviar dos naves con dos personas cada una. Estos pioneros establecerían una base en Marte. Otros colonos los seguirían mas tarde con las provisiones y los materiales necesarios. Sus tareas  serían semejantes a las realizadas en su día por los primeros colonos europeos en las tierras descubiertas en los últimos cuatro siglos. Incluso los colones actuales estarán en ventaja sobre aquellos ya que dispondrán de conocimientos, recursos y herramientas mucho más sofisticados.  Luego deberán enriquecer el terreno para hacerlo apto para el cultivo y producir sus propios alimentos. También habrán de  construir viviendas para si mismos y para los futuros colonos. Con este fin tendrán que conseguir en el propio terreno los materiales necesarios para ampliar la colonia.
El resultado de todos estos esfuerzos será la creación de una biosfera local que serviría de entorno adecuado para soportar la vida humana y ser capaz de aprovechar los recursos del planeta. En este ambiente los pioneros deberían procrear hasta alcanzar, como mínimo, una población de 150 seres humanos. Los expertos consideran que de esta forma se lograría un conjunto genético viable que abriría las puertas a un plan reproductivo sostenible a largo plazo. La colonia en Marte sería entonces autosuficiente y progresaría por si sola.
Estas ideas pueden parecer visionarias, pero los expertos aseguran que la tecnología necesaria está disponible. Hay que buscar la financiación para el proyecto. La NASA solo concibe, por ahora, un viaje de ida y vuelta. Pero la NASA no es la única alternativa. Hay confianza en que la iniciativa privada pueda llegar a considerar el proyecto atractivo…

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