lunes, 30 de agosto de 2010

Baidu

Todo el mundo conoce Google. Es difícil no tener que recurrir a él a diario. Lo hemos incorporado de tal manera a nuestra experiencia de uso de Internet que hasta empiezan a oírse y leerse barbarismos como “guglear”. Todo el mundo admite que si hay un buscador por antonomasia ese es Google.

Pero no ocurre lo mismo en China que, de ningún modo es un mercado menor. China es el país del mundo con más internautas. Y en China, aunque Google esta presente, el buscador mas utilizado se llama Baidu.

La historia de Baidu es muy parecida a la de otras compañías de éxito en Internet. Y sigue el modelo típicamente americano. Su fundador, Robin Li, es de origen humilde. Se forma en la universidad de Peking. Luego prosigue sus estudios en la universidad del estado de Nueva York en Buffalo. Trabaja en varias empresas norteamericanas hasta que el 1999 retorna a Peking, consigue financiación de una empresa de capital-riesgo y funda Baidu.

El camino recorrido por Baidu es notable. Alcanzó los beneficios en 2004 y en 2005 empezó a cotizar en el Nasdaq. En la actualidad, a través de Baidu se realizan el 76% de las búsquedas en Internet generadas en China -Google hace un 20%- y Baidu recibe un 64% de los ingresos publicitarios asociados, por un 31% para Google.

Durante meses Google ha mantenido un pulso con las autoridades chinas tratando de encontrar una solución para un problema que no la tiene. Se trataba de no renunciar a  su compromiso con la libertad de información y al mismo tiempo mantenerse en un mercado vital para su estrategia mundial. La lucha era desigual porque el pasado 30 de junio se debía renovar la licencia de Google para operar en China. Y para obtener la renovación había que atender las exigencias del gobierno chino para limitar el acceso a determinados contenidos de la red como las relativas al líder tibetano Dalai Lama o a organizaciones de derechos humanos como Amnistía Internacional. Al final Google ha tenido que ceder, aunque ha intentado salvar la cara haciendo ver que imponía una autocensura solamente por imperativo legal. De esta forma ha conseguido mantenerse en el mercado chino y evitar que se convierta en monopolio de Baidu.

domingo, 29 de agosto de 2010

Los populares de Roma

Tengo por costumbre no hablar demasiado de política. No es que no me interese. Todo lo contrario. Pero, salvo que sepa muy bien el terreno que se pisa, prefiero no correr riesgos. La experiencia demuestra que es una tontería estropear una reunión familiar o entre amigos por una discusión sobre política que se desmanda.

Esta entrada, sin embargo, tiene un cierto matiz político. Viene a cuento porque acabo de leer un artículo en una revista de historia sobre la conjuración de Catilina. Pero, que nadie se asuste, no voy a entrar a detallar aquel acontecimiento histórico que supuso un auténtico golpe de estado en la Roma del siglo I antes de la era cristiana.

Lo que me ha instigado a este comentario es el paralelismo de posiciones políticas entre lo que en aquellos tiempos se llamaban “facciones” y hoy se llaman “partidos”.  Por una parte estaban los políticos conservadores, que representaban a la antigua aristocracia romana y defendían la preservación de las viejas costumbres y tradiciones. Por otra estaban los políticos jóvenes, en general no relacionados con la antigua nobleza, que eran favorables a los cambios y reformas.

Posiblemente no es una situación única de la antigua Roma. Esta oposición entre conservadores y progresistas seguramente ha existido siempre. No es difícil admitir que determinadas personas se sienten más cómodas en un entorno estable y poco cambiante. Y que otras, por el contrario consideran que es necesario cambiar para intentar conseguir mejoras.

Quizá lo mas divertido o sorprendente -al menos a mí me lo ha parecido- son las denominaciones de las dos facciones políticas que existían en Roma en tiempos de Catilina.  Los representantes de la nobleza, los conservadores, se llamaban a si mismos los optimates. Sin embargo, los progresistas, los jóvenes y ambiciosos renovadores se llamaban los populares.

sábado, 28 de agosto de 2010

La generación ni-ni

Es un término que apareció hace unos pocos meses. Desde entonces lo he visto mencionado en varios artículos en los periódicos. Se trata de denominar a la generación actual de jóvenes que deberían estar empezando a trabajar. Pero que no lo hacen. Ni estudian, ni trabajan.

Hay que admitir que las circunstancias no ponen las cosas fáciles. La crisis económica ha golpeado fuertemente a nuestro país y los índices de desempleo son de los mayores de Europa. Y si particularizamos estos índices para el segmento de población joven aun son más desfavorables.

Pero también es cierto que la generación a la que nos referimos adolece de un cierto conformismo y falta de espíritu de lucha frente a las adversidades. Quizá es culpa nuestra, de los padres. Hemos intentado dar a nuestros hijos lo mejor. Ellos se han adaptado a una vida en la que tienen cubiertas todas sus necesidades. Incluso algunas que no merecen ese nombre pues se trata de aspectos perfectamente prescindibles. No están acostumbrados por tanto a luchar para alcanzar objetivos y a enfrentarse a situaciones difíciles.

Al hilo de estas reflexiones he recordado que hace un par de años, cuando Bill Gates se retiró de la dirección de Microsoft fue muy comentada una conferencia que dió ante una audiencia de estudiantes de enseñanza superior. En ella habló de forma muy breve y esquemática argumentando que una política educativa poco exigente con los alumnos ha originado una generación que vive alejada de la realidad. La mayoría de estos estudiantes encuentran grandes dificultades de adaptación cuando acaban sus estudios. Finalmente, dirigiéndose directamente a los presentes hizo las siguientes consideraciones:
  • En nuestro mundo no siempre reina la justicia y hay que aceptarlo.
  • A la sociedad no le impresiona tu autoestima sino tus logros reales
  • No vas a ganar 40.000$ al  año nada mas acabar tus estudios. Solo serás un ejecutivo con coche a cargo de la empresa cuando hayas demostrado tu valía.
  • Si crees que tu profesor es exigente, espera a tener un jefe. Ese sí que no admitirá excusas.
  • Si te equivocas, no le eches la culpa a tus padres o a la mala suerte. No lamentes tus errores, aprende de ellos.
  • Antes de tu nacieras, tus padres no eran tan aburridos como ahora. Son  así por haber sufragado tus gastos, lavado tus ropas y oírte decir que son “antiguos”. Por tanto, antes de salvar las selvas tropicales de los parásitos de la generación de tus padres, empieza a ordenar y limpiar  tu habitación.
  • En las escuelas puede haber desaparecido  la distinción entre excelentes, buenos y regulares, pero la vida no es así. En muchas escuelas no obligan a repetir curso aunque no apruebes, no te ponen deberes para casa y tienes las oportunidades que necesites hasta aprobar. Esto no se parece en nada a la vida real.
  • La vida no está dividida en trimestres. No tendrás largas vacaciones de verano, ni encontrarás quien te ayude a hacer tus tareas, ni jefes que te apoyen  para que te encuentres a ti mismo. Todo eso y mucho más, tendrás que hacerlo en tu tiempo libre.
  • La vida real no es como la televisión. En la vida real, las personas tienen que dejar los juegos, el bar, los bailes o los amigos, para irse a trabajar.
  • Sé amable con los estudiosos de tu clase (a esos que sueles llamar “empollones”). Existen muchas probabilidades de que alguno de ellos acabe siendo tu jefe.

Estoy seguro que, aunque nuestro entorno actual no es exactamente el mismo que aquel para el que estaba orientada esta conferencia, muchas de las observaciones y consejos de Bill Gates son perfectamente aplicables.

viernes, 27 de agosto de 2010

El Diccionario del Diablo

En las Navidades pasadas me regalaron un “kindle”. Ese “gadget” que seguramente pasará de moda, -yo apostaría que su verdugo será el “iPad”- que sirve para leer libros electrónicos. También sirve para, mientras es la última novedad, presumir un montón por tener uno.

Como siempre pasa cuando tienes un juguete nuevo, lo tomas con mucha ilusión y dedicas tiempo a investigar el jugo que puedes sacarle. Eso me pasó a mí y buscando en la red encontré un sitio donde podías “bajarte” libros gratis que luego se transferían al “kindle”. Este descubrimiento me animó mucho. No hay nada como conseguir algo gratis para que la cosa en cuestión parezca muy interesante. Luego resultó que en el mencionado sitio había solo cuatro cosas, la mayoría muy conocidas, del estilo de El Quijote, 20.000 leguas de viaje submarino, Fortunata y Jacinta. Tan solo uno de los títulos me pareció novedoso: “El Diccionario del Diablo”. Así que lo bajé.

Resulta que la obra tiene por autor a un tal Gwinnett Bierce del que no había oído hablar jamás. Recurrí a Google para resolver esta laguna. Como era de esperar hay un artículo sobre él en Wikipedia. Así empieza: "Ambrose Gwinett Bierce (Ohio, Estados Unidos, 24 de junio de 1842 –1914) escritor, periodista y editorialista estadounidense. Su estilo lúcido y vehemente le ha permitido conservar la popularidad un siglo después de su muerte, mientras que muchos de sus contemporáneos han pasado al olvido. Ese mismo estilo cáustico hizo que un crítico le apodara El amargo Bierce."

¿Se refleja este estilo en la obra mencionada? Creo que si. A modo de botón de muestra copio unas cuantas definiciones elegidas más o menos al azar.

Diplomacia, s. Arte de mentir en nombre del país.
Homeópata, s. Humorista de la medicina.
Intemperie, s. Lugar donde ningún gobierno ha podido cobrar impuestos. Su función principal es inspirar a los poetas.
Matrimonio, s. Condición o estado de una comunidad formada por un amo, un ama y dos esclavos, todos los cuales suman dos.
Paz, s. En política internacional, época de engaño entre dos épocas de lucha.

Si, a partir de esta pequeña muestra, alguien quiere disponer del diccionario completo esta disponible en la red, en formato pdf, de donde puede obtenerse sin violar ningún derecho de autor.

jueves, 26 de agosto de 2010

A 700 metros bajo tierra

Hace unas semanas tuve la oportunidad de visitar el Museo de la Mineria y de la Industria ubicado en El Entrego, cerca de Langreo, en el principado de Asturias. Allí, aparte de una buena colección de máquinas y utensilios de distinta antigüedad, se da la posibilidad de visitar una mina imagen. Se reproduce con gran fiabilidad el entorno real de una mina de carbón. Se simula el descenso a cientos de metros de profundidad en una “jaula” semejante a las usadas en las minas reales. Y, ya en el subsuelo, se puede recorrer una galería principal y las galerías, tanto horizontales como con distintos grados de inclinación, semejantes a las de una explotación minera auténtica. La reproducción es muy real y se puede experimentar las sensaciones de claustrofobia ye imaginar de manera muy cercana la penalidad del trabajo de los mineros.

Con esta experiencia reciente, veo en los medios la singular noticia del contacto establecido con 33 mineros en Chile. Hace 17 días quedaron sepultados en una mina de cobre en San José de Copiapó. Y hasta ahora no se conocía la suerte que habían corrido. Por fin se ha logrado que una sonda los encuentre y ha sido posible el contacto telefónico que ha confirmado que todos se encuentran vivos.

Han podido sobrevivir durante los 17 días gracias a una férrea disciplina para racionar los pocos alimentos y agua con que contaban. Una vez logrado el contacto, a través de la sonda, ha sido posible hacerles llegar pequeñas cantidades de alimentos, medicinas y otros artículos que permitirán mantenerles con vida hasta que se produzca su rescate.

Y esta situación se prolongará durante bastantes semanas. Hay estimaciones que dicen que su salida de las entrañas de la tierra coincidirá con la próxima Navidad. Todo ello si el plan de rescate tiene éxito. Ojalá sea así. Hay que confiar que el espíritu de superación y resistencia de estos hombres y la tenacidad de las personas que trabajan en el rescate logren lo que, imaginando las situaciones que se darán en las próximas semanas a 700 metros de profundidad, parece un auténtico milagro.

miércoles, 25 de agosto de 2010

Abelardo

Me ha impresionado un artículo que acabo de leer en una revista de Historia. Trata sobre Pedro Abelardo, uno de los más grandes filósofos de la Edad Media. Y aunque la historia lo recuerda como intelectual, la cultura popular lo ha inmortalizado como componente de una de las parejas que siempre se citan como paradigmas del amor: Marco Antonio y Cleopatra, Romeo y Julieta, Abelardo y Eloisa…

Porque es de este Abelardo –el de Eloisa- del que trata el artículo al que me refiero. Hasta este momento para mi era sólo uno más de la lista de los amantes célebres.

Hay que retroceder al siglo XI que es cuando nace Pedro en Bretaña. Aunque su formación inicial -era hijo de un caballero- es militar, pronto se decide por estudiar filosofía. Y cambia su nombre por el de Abelardo, de habelardus (abeja), en honor del griego Jenofonte que era conocido como “la abeja ática”.

Abelardo, un tipo muy brillante, progresa mucho en su carrera como filósofo y el 1114, con 35 años,  llega a ser profesor de la escuela de la catedral de París.  Su prestigio como maestro era tal que llegó a contar entre sus cinco mil alumnos con un Papa (Celestino II), 19 Cardenales, y más de cincuenta Obispos y Arzobispos.

En 1115, Fulberto, un importante canónigo, le encarga impartir clases particulares de Filosofía a su sobrina Eloisa, que entonces tenía 16 años. Y, a pesar de todo su bagaje intelectual y filosófico, Abelardo se enamora perdidamente de Eloisa. En su autobiografía, escrita 20 años mas tarde, recuerda así estas clases: “...Los libros permanecían abiertos, pero el amor más que la lectura era el tema de nuestros diálogos, intercambiábamos más besos que ideas sabias. Mis manos se dirigían con más frecuencia a sus senos que a los libros…»

Fruto de estos amores, nació un niño. Abelardo se casó con Eloisa. Pero una serie de infortunios y malentendidos llevaron a situaciones muy dramáticas. Fulberto pagó a algunos sicarios que castraron a Abelardo. Abelardo y Eloisa ingresaron como monjes en distintos conventos. No volvieron a tener vida en común aunque se cruzaron abundantes cartas que forman parte de la antología universal de epistolarios célebres.

Abelardo se volcó en la enseñanza y la escritura. En sus obras sostuvo que la fe y la teología podían comprenderse a través de la lógica y la razón. Estas ideas, revolucionarias entonces, le ganaron la persecución de las autoridades eclesiásticas de la época. Abelardo se rebeló contra el autoritarismo imperante e intentó conciliar razón y teología.

Pasó los últimos meses de su vida en el monasterio de Cluny. Al final se arrepintió de sus “errores” para poder morir en el seno de la Iglesia. Eloisa consiguió enterrar los restos de Abelardo y dispuso que tras su muerte, que ocurrió 20 años después, los suyos reposaran junto a los de su amado. Así se cumplió. En 1817 los cuerpos se trasladaron al cementerio de Père Lachaise, en París, en un mausoleo neogótico. Éste aun recibe muchas visitas de amantes anónimos. Siempre hay flores sobre la lápida de Abelardo y Eloisa.

martes, 24 de agosto de 2010

Carlos Mendo ha muerto

Soy adicto a Hora 25. Prácticamente todas las noches me duermo escuchando este programa. Y mi adicción se pone de manifiesto sobre todo cuando estoy de viaje fuera de España y no tengo a mano mi pequeña radio que, indefectiblemente, está en mi mesilla de noche en casa.

Aun me acuerdo de cuando empezó el programa. Recuerdo a Manuel Martín Ferrand iniciando este experimento radiofónico en los primeros momentos cuando fue posible la pluralidad informativa en España. Se daba un gran contraste con la situación anterior. Antes, todas las emisoras, en los momentos determinados anunciaban “Conectamos con Radio Nacional de España”. Y a través de todos los canales radiofónicos disponibles se escuchaba el mismo servicio informativo. Una reminiscencia, en plenos años 70, de la guerra civil. Recuerdo que mi padre llamaba a estos boletines “el parte” manteniendo la denominación derivada de los “partes de guerra”.

En aquella época estábamos sedientos de noticias independientes y sobre todo de opiniones diversas. Se trataba de contrastar, de debatir. Teníamos que aprender de alguna manera porque carecíamos de  formación y cultura democrática. La radio jugó un importante papel en esta empresa. Y en mi caso, una de las primeras fuentes fue Hora 25.

Por eso cuando esta mañana he oído en la radio del coche, viniendo a trabajar, que había muerto Carlos Mendo he evocado todos los recuerdos antes mencionados. Porque este gran periodista ha sido uno de mis compañeros de tertulia radiofónica durante varios años. Porque su estilo inconfundible era capaz de combinar la más apasionada defensa de sus ideas con el respeto por las opiniones y las personas que manifestaban otras de distinto sentido. Sin lugar a duda, un ejemplo de periodista y de conversador. Descanse en paz. 

lunes, 23 de agosto de 2010

El mundo real es solo una ventana más

En casa ya hay más ordenadores que personas. Aunque empezó tímidamente, la fiebre “si no tienes un portátil eres un ‘mindundi’” se ha extendido y la epidemia ha conseguido infectar a todos los miembros de la familia.

Ahora se dan paisajes desconcertantes. En una habitación cada uno de los chicos tiene su portátil sobre las rodillas. La televisión esta encendida, a veces con sonido a veces sin él. Todos llevan auriculares. En ocasiones están conectados a los portátiles. En otras a los reproductores MP3. De vez en cuando suena un móvil y alguien tiene que atender la llamada.

De pronto, he recordado un reportaje de la CNN que decía que en las Universidades americanas los estudiantes van a todas partes con sus “laptops”. Son tan dependientes de ellos que se producen auténticos dramas cuando alguno se queda sin batería o no es capaz de lograr cobertura “wifi”. Y concluía que si Marshall McLuhan hubiera podido observar esta realidad, habría ampliado sus teorías que consideraban que un libro era una extensión de nuestros ojos y un coche una extensión de nuestros pies. Ahora diría que Internet es una extensión de nuestro cerebro.

Hace unas cuatas semanas leí una reseña sobre un libro de Sherry Turkle titulado “Life on the Screen”. Buscando con Google he recuperado las ideas básicas de su contenido. Sherry Turkle, profesora del MIT, ha investigado las consecuencias sociales y sicológicas de Internet. Life on the Screen no es un libro sobre ordenadores. Es un libro sobre el impacto que el uso de los ordenadores tiene sobre las personas. Y sobre cómo esta interacción hace que cambien las identidades y las formas de comportamiento de la gente en la era de Internet. Nuestras relaciones a través de la pantalla del ordenador determinan nuevas maneras de pensar sobre la política, la religión, la evolución del ser humano, y sobre todo crea una nueva conciencia del yo y su relación con el resto de la comunidad. Una de las afirmaciones mas sorprendentes contenidas en el libro tiene como autor uno de estos estudiantes norteamericanos multi-tarea y siempre conectados que manifiesta “El mundo real es una ventana mas”

Y considerando todo esto me he llenado de preocupación. ¿Llegará un día en que no sepamos diferenciar la realidad de la ficción de los juegos o simulaciones generados por ordenador? Cuando la realidad no sea “interesante” ¿renunciaremos a ella y nos refugiaremos en nuestras identidades “virtuales” de nuestros mundos paralelos sustentados en los programas y aplicaciones de Internet?

domingo, 22 de agosto de 2010

Una mujer preside a los matemáticos

Soy de formación matemática. Creo que aún no lo he mencionado en ninguna de mis entradas. Considero que seguir esta disciplina fue una de las decisiones más acertadas que he tomado en mi vida. Disfruté los años pasados en la Facultad de Matemáticas de la Universidad Complutense que fueron claramente decisivos para mí. En ningún caso debo vanagloriarme de haber sabido elegir bien.  El mérito tiene que ser compartido con aquellos que orientaron el camino. Y entre ellos juega un papel determinante mi profesor de matemáticas de cuarto de bachillerato. Él fue el que inspiró mi vocación haciéndome ver la belleza de las estructuras y procesos  matemáticos. Nada que ver con la práctica habitual de la mayoría de los enseñantes de esta asignatura de reducir las matemáticas a un conjunto de recetas y fórmulas para resolver “problemas tipo”.

Es por ello que toda información o noticia que aparezca en los medios de comunicación que incluya la palabra “matemáticas” llama mi atención. No es que ocurra con mucha frecuencia. En general las matemáticas no son ni muy “fashion” ni muy “cool”  así que los medios, obligados por mantener sus niveles de audiencia, no suelen dedicarles mucha atención. Sin embargo, el fin de semana pasado, saltó la noticia. En el Congreso de la Unión Matemática Internacional celebrado estos días en la ciudad india de Hydarabad, los 2800 matemáticos presentes han decidido que Ingrid Daubechies, estadounidense de origen belga, presidirá su organización de 2011 a 2014. La noticia recalca, además, que por primera vez en la historia es una mujer la que accede a esta posición.

Me alegro mucho. Ya soy bastante ajeno al mundo matemático universitario pero estoy seguro que los méritos de Ingrid Daubechies son incuestionables. Recuerdo que en mi promoción había muchas mujeres. Muchas de ellas muy brillantes. Y algunas, las más brillantes de todos incluyendo hombres y mujeres. Estoy convencido de que ellas, con las que desgraciadamente he perdido todo contacto, también se alegrarán de la elección que ahora comento. 

Al margen de este hecho, la noticia da cuenta de los galardonados con las medallas Fields, los premios más importantes de las matemáticas. En esta ocasión se las llevan dos franceses, un ruso y un israelí. Se destaca que, a pesar de la ya larga tradición de estos premios –existen desde 1936- nunca un español lo ha conseguido. Estoy seguro de que esto cambiará en no mucho tiempo. Y apostaría a que se concederá a una matemática.

sábado, 21 de agosto de 2010

Los hijos que maltratan a sus padres

Por sorprendente que parezca, en los últimos meses hay un constante goteo de noticias sobre casos de hijos, fundamentalmente adolescentes, que golpean a sus padres. Obviamente, lo sorprendente no son las noticias sino los hechos. En mi generación era cosa común el que los padres castigaran a sus hijos. Y que, en algunas ocasiones, el castigo consistiera en algún cachete o azote en las nalgas. Pero era raro el caso de violencia exagerada.

Recuerdo, como cosa extraordinaria, una “paliza” que presencié teniendo yo 8 o 10 años. Estaba en casa de mis tíos que vivían con su familia en un entorno rural. En la casa había algunos animales domésticos. En aquel momento, la novedad era que la perra había tenido cachorrillos y mis primos estaban alborozados con estos nuevos juguetes. Mi primo Enrique, que era 3 o 4 años mayor que yo, se empeñó en demostrarme lo bien que nadaba un cachorrito en una charca cercana. Lo que yo no sabía es que mi tío había prohibido expresamente a mi primo tal actividad.  Y cuando se enteró del incumplimiento de su orden castigó duramente a mi primo utilizando para ello su cinturón. Nunca he olvidado este hecho.

Partiendo de estas experiencias, es fácil adivinar el estupor que me causan las noticias sobre malos tratos a los padres por parte de sus hijos. Son claramente casos extremos de situaciones mucho mas comunes en las que la jerarquía de autoridad en el hogar esta invertida. Es algo generalmente aceptado que en nuestro entorno padres e hijos se relacionan en condiciones de mayor igualdad que en tiempos anteriores. Y no me parece mal. El problema empieza, a mi entender, cuando los hijos pretenden, no ya que la igualdad sea absoluta, sino que exista cierta desigualdad en la que ellos ejercen mayor influencia. Y entonces comienzan a aparecer pequeños detalles que son síntomas de esa alteración del principio de autoridad clásico. Son los hijos los que deciden qué canal de televisión se ve (ellos controlan el mando a distancia), qué se come o deja de comer, dónde se va de vacaciones… Si las cosas no pasan de estos niveles el clima general de convivencia se mantiene y las situaciones de tensión son asumibles. Pero cuando estos esquemas se trasladan a cuestiones más importantes es cuando empieza a aparecer el riesgo de enfrentamientos más radicales. Que en el extremo llegan al maltrato físico y a las agresiones.

¿Existe solución? Creo que la respuesta debe ser positiva en la mayoría de los casos. Porque, posiblemente, la clave esta en no pretender encontrar una solución global que resuelva todas las situaciones. Hay que enfrentar cada caso teniendo en cuenta los detalles especiales de cada uno. Y el método más evidente para resolver estos conflictos es el diálogo. Hay que entender la necesidad de los adolescentes de diferenciarse, de autoafirmarse como personas. Pero también hay que hacerles entender que no son los únicos que tienen derechos y que no solo los padres tienen obligaciones. 

Quedarán unos cuantos casos, quiero creer que pocos, que saldrán en las noticias. Y que no tienen solución dialogada. Son aquellos en los que se llega a situaciones límite y en los que tienen que intervenir los poderes públicos. Aun en estas situaciones nos podemos preguntar qué está en nuestra mano para evitarlos. Evidentemente es un problema tremendamente complejo que no pretendo abordar ahora aunque no descarto enfrentarlo en el futuro. Pero eso ya será otra historia...


viernes, 20 de agosto de 2010

Dentro de 1000 años


Leo en El País un artículo de Francisco Anguita titulado “De planetas habitables e inhabitables”. En él se describen los últimos avances obtenidos dentro del “proyecto Kepler” cuyo objetivo es encontrar planetas fuera del Sistema Solar semejantes a la Tierra. Parece ser que ya se han identificado más de 100 planetas que cumplen los requerimientos establecidos.

Lo que me ha llamado la atención del artículo no es el avance imparable de la ciencia y la tecnología. Reconozco la importancia de estos descubrimientos que nos dan la oportunidad de explorar desde la Tierra lo que ocurre en otros sistemas planetarios alejados varios años-luz de nosotros. Lo que me sorprende es la rivalidad y competencia que existe entre distintos equipos de científicos por encontrar más y mejores planetas que sean semejantes al nuestro. Parece que lo que más motiva el trabajo de estas personas es pasar a la historia como el descubridor de un planeta tan semejante a la Tierra que sea capaz de acoger nuestra civilización en el futuro.

Y, a partir de estas especulaciones, se abre la puerta a un sinfín de razonamientos. Sobre la capacidad de la especie humana de sobrevivir en nuestro planeta. Sobre la necesidad de priorizar los principios ecológicos para permitir que la Tierra nos soporte el tiempo suficiente para que la tecnología evolucione hasta tal punto que haga posible un viaje inter-estelar. Sobre las consecuencias éticas y religiosas de extender nuestra civilización más allá del planeta que ahora es nuestro hogar. Sobre las implicaciones de encontrar otras civilizaciones desarrolladas en planetas lejanos…

Estas ideas elevadas contrastan radicalmente con lo que ocupa y preocupa a la generalidad de los humanos. Muchos de ellos, la mayoría en el llamado “tercer mundo”, tienen que preocuparse fundamentalmente de sobrevivir día a día. Otros, mas cercanos a nosotros, se preocupan de los relativos problemas económicos creados por los experimentos de la economía global, la deslocalización de los procesos de producción y los sofisticados juguetes financieros creados en Wall Street o en la City londinense. Pero hay algunos, pocos, seres humanos que están pensando en cómo puede ser la humanidad dentro de 1000 años y en dónde estará radicada.

La principal cuestión sin resolver, en mi opinión, es como llenar el hueco de los mil años. Cómo conseguir que nuestros hijos, y los hijos de nuestros hijos, sean capaces de dar respuesta a los problemas a los que tendrán que enfrentarse para, por una parte, preservar nuestra civilización y, por otra, continuar el desarrollo científico y técnico. Y además, posiblemente lo más importante, mantener viva la condición humana. Claro que este concepto deberíamos definirlo más precisamente. Pero eso ya es otra historia...

jueves, 19 de agosto de 2010

La regla LXI

Tenemos en mi empresa un hombre sabio. Bueno, ya no lo tenemos porque, hace unos días se ha jubilado. Este compañero es sabio por la experiencia que dan los años pero también por su insaciable curiosidad. Ambas fuentes le han proporcionado un conocimiento casi enciclopédico más propio de las grandes figuras del Renacimiento que de nuestros días. Unas semanas atrás, y no recuerdo muy bien cuál fue el motivo, trajo a colación las Reglas de San Benito y en concreto la regla LXI que recoge el tratamiento que ha de darse a los monjes peregrinos que llegan a un monasterio.

Y me he acordado de la regla LXI a raíz de la situación de incertidumbre y zozobra creada por los controladores aéreos con sus amenazas de huelga. Estoy dispuesto a admitir los recelos del lector ante este salto temporal relacionando un acontecimiento del siglo XXI con un reglamento monacal del siglo VI. Pero espero poder establecer el nexo lógico entre ellos.

Veamos el contenido de la mencionada regla LXI de la que voy a citar unos pocos párrafos. Comienza diciendo Si llegare al monasterio un monje peregrino, venido de provincias lejanas, y quisiera habitar en el monasterio como huésped, y aceptara con gusto el modo de vida que halla en el lugar, y no perturbare con sus exigencias sino que sencillamente se contentare con lo que allí encontrase, recíbaselo por todo el tiempo que quiera.”
La norma, tras extenderse en diversas consideraciones relacionadas con el comportamiento correcto del peregrino, diciendo,  por ejemplo, “Si el peregrino, con humildad y caridad criticara o advirtiera sobre algún aspecto de la vida en el monasterio o sobre los monjes, escúchelo y considérelo prudentemente el abad, no sea que el Señor le haya enviado precisamente para eso”;  dedica un par de párrafos a dar respuesta a las potenciales situaciones conflictivas y dice: “Si durante su estancia se mostrara murmurador, o se descubriera que es exigente y vicioso, o perturbare la ordinaria vida del monasterio, se le dirá cortésmente que se vaya, no sea que sus dañados ánimos y su mezquindad contagien a otros.”
Estoy casi seguro que, a estas alturas, ya se ha descubierto un cierto paralelismo entre lo contenido en esta regla benedictina y el comportamiento de los controladores aéreos. Bienvenidas sean las aportaciones e ideas que puedan mejorar la convivencia o la eficacia de los servicios pero deben ser rechazadas las situaciones en las que se dan conductas irracionalmente exigentes y viciosas que perturban la vida ordinaria. La recomendación de la regla LXI en estos casos es invitar a los indeseables a que se vayan “para que no contagien a otros con su mezquindad”.  Quizá sea inspirada por esta regla la iniciativa del Gobierno encaminada a conseguir que, en un futuro no muy lejano, los controladores actuales no sean la única opción para llevar a cabo las funciones de control del tráfico aéreo.
En todo caso, y conociendo los antecedentes de otras actuaciones de este colectivo, no extrañaría su resistencia a las medidas antes mencionadas. Aún en ese caso la sabiduría benedictina podría ser aprovechada pues la regla LXI finaliza diciendo “Si no quisiera abandonar el monasterio, se instruirá a dos monjes de entre los más fornidos para que, con caridad cristiana y en nombre de Dios, se lo expliquen mejor.” Solo habrá que encontrar la traslación a esta circunstancia contemporánea de la figura de los “dos monjes fornidos”.  Pero eso ya será otra historia…


miércoles, 18 de agosto de 2010

¿Y por qué lo llamo bitácora?

He de empezar confesando que, desde ya hace mucho tiempo, tenias ganas de tener un blog. En general me gusta estar informado. Y actualizado. He visto muchos blogs. Pero soy de la opinión que, igual que la única forma de conocer realmente una ciudad es "pateandosela", la única manera de saber sobre alguna actividad es practicándola Así que para conocer de blogs hay que hacer uno.

Este es mi primer intento. Me he encontrado con que hay que ponerle nombre. Y sin saber muy bien por qué en mi mente surgió la palabra bitácora. No es que yo sea muy marinero. Nacido en Madrid y viviendo siempre lejos del mar no hay razones cercanas para esta inclinación hacia la terminología marina. Pero, no se por qué, me suena bien. Otra cosa es que sea apropiado.

¿Que quiero decir? Mi intención es usar el blog como almacén de reflexiones y opiniones. No quiero especializarme. Quiero hablar de lo que me sugieran los acontecimientos sin limitarme a cuestiones meramente profesionales.

¿Qué es una bitácora? Pues no es exactamente lo que yo creía. Cuando lo ha buscado en el Diccionario de la RAE -esta es una de mis manías, buscar en el Diccionario de la RAE la definición de las palabras-, me he encontrado con que se trata de una "especie de armario, fijo a la cubierta e inmediato al timón en el que se pone la aguja de marear". Esto me ha asustado. Yo no quiero marear a nadie. Investigando mas he descubierto que la aguja de marear es una especie de brújula que sirve para indicar el rumbo de una nave. Y, una vez pasado el susto, he descubierto que, dentro de la entrada de bitácora en el diccionario de la RAE aparece el "cuaderno de bitácora" que define como el "libro en el que se apunta el rumbo, velocidad, maniobras y demás accidentes de navegación". 

 Esto ya es otra cosa. Aquí ya me siento mas cercano a mi idea inicial. Mi blog puede ser una especie de cuaderno de bitácora en el que recojo y comento aquellas circunstancias vitales que me parecen interesantes o curiosas. Y podría asimilar mi vida a la navegación de un barco. Todo parece encajar. Solo he de hacerme permitir la licencia de acortar la expresión "cuaderno de bitácora" y mencionar solo bitácora. Lo de cuaderno suena demasiado común y poco diferenciador. Bitácora es mucho mas atractivo.

Bueno, ya esta bien de digresiones formales. El título del blog esta decidido. Ahora se trata de llenarlo de contenidos. Pero eso ya es otra historia...