miércoles, 6 de septiembre de 2017

Las matemáticas están de moda

Acabo de leer un reportaje en la sección de Ciencia de La Vanguardia que me ha llenado de orgullo y satisfacción. En él se elogian las aportaciones de Ingrid Daubechies a la teoría matemática de las ondículas que sirvieron de base para la definición del formato de imagen JPEG 2000, fundamental en la retransmisión de vídeo digital. Ingrid Daubechies es en la actualidad profesora de matemáticas en la Universidad de Duke. Entre sus muchos logros y reconocimientos hay que citar que fue la primera mujer que presidió, entre 2011 y 2014, la Unión Matemática Internacional. 

La teoría de las ondículas, por cuyo desarrollo Yves Meyer recibió el Premio Abel el pasado mayo, ha sido decisiva para detectar las ondas gravitacionales, aportando datos para sustentar las investigaciones de física teórica. Y también en aplicaciones muchos más cercanas a nuestra vida cotidiana como la optimización del diagnóstico por imagen en la medicina o la tecnología que permite la grabación, almacenamiento y transmisión de imágenes de video en alta resolución. La carrera profesional de Ingrid Daubechies, impulsada por su deseo de aplicar las matemáticas a la resolución de problemas concretos, es un apasionado viaje interdisciplinar. Como queda reflejado en el reportaje ya mencionado, ha trabajado en cooperación con otros matemáticos, con físicos, con ingenieros y hasta con historiadores del arte. 

Y el caso de Ingrid, siendo muy notable, no es único. En toda realidad científica o cotidiana hay hoy una parte matemática. Podríamos decir que las matemáticas están de moda. Abundan los equipos interdisciplinares que se enfrentan a la resolución de los más variados problemas. Las búsquedas de Google son posibles gracias a sofisticados algoritmos. Los sistemas de cifrado, imprescindibles para garantizar la seguridad y confidencialidad de los datos, funcionan apoyándose en la teoría de números primos y curvas elípticas. Las matrices son una herramienta indispensable en la modelización de múltiples investigaciones en la teoría económica, la biología celular o la ecología. La teoría de grafos ayuda a optimizar el uso de los recursos diseñando las rutas de reparto de las empresas de logística o la organización de los vuelos de una compañía aérea.  En todos los casos, es necesario la participación de las matemáticas. 

Sin embargo, la experiencia nos demuestra una aportación adicional de las “mentes matemáticas”. Los especialistas en recursos humanos aseguran que los matemáticos, además de por sus conocimientos técnicos, también son muy valorados en los equipos multidisciplinares por sus habilidades a la hora de afrontar retos y su "diferente manera de pensar”.  Como consecuencia de todo ello, la demanda profesional de matemáticos se dispara. 

¿De donde surge esa “diferente manera de pensar? En mi memoria residen con fuerza las experiencias vividas en los exámenes en la Facultad de Matemáticas de la Complutense. En ellos se decidía tu progresión y valoración en la carrera.  Y raro era el examen en el que no había uno o varios problemas de los que nosotros llamábamos de "idea feliz”. No se trataba de aplicar algoritmos u operaciones preestablecidas y aprendidas. Se trataba de utilizar los conocimientos teóricos adquiridos para resolver casos particulares. Y en esa traslación del conocimiento teórico a la situación particular la creatividad era vital. Problemas que, en principio parecían muy complicados, se resolvían en un par de minutos una vez encontrada la “idea feliz” correspondiente. Pero lograr que se encendiera la luz en tu mente podía requerir horas de esfuerzo. En muchos exámenes no había casi limitación de tiempo. Podíamos estar toda una mañana, o una tarde, pensando (y escribiendo o dibujando).  Algunos exámenes eran en su totalidad de este tipo. Se podían consultar todos los libros que te llevaras al examen. Lo que se buscaba no era demostrar que te sabias cosas de memoria, sino que sabías aplicarlas. 

Creo que son estas habilidades, desarrolladas en las Facultades de Matemáticas, las que ahora son reconocidas y demandadas. Lo de que los matemáticos son personas de mente cuadriculada ya no tiene ninguna justificación. Son personas creativas que aplican razonamientos y métodos rigurosos. El impresionante desarrollo tecnológico de las últimas décadas ha determinado que vivamos en la llamada “sociedad de la información”. En todos los ámbitos aparecen millones de datos, estructurados y no estructurados. Es lo que comúnmente conocemos como big data. Por si mismos no tienen un especial valor. Requieren tratamientos complejos para poder obtener información relevante que pueda ser de utilidad en múltiples entornos. Puede tratarse de encontrar tendencias políticas, o los mejores tratamientos para un tipo especial de cáncer, o la manera de predecir el comportamiento de la gente cuando se va de vacaciones... o de las fluctuaciones de los valores bursátiles.  En todos los casos los matemáticos, junto con los especialistas de cada ámbito de actuación, pueden aportar sus herramientas matemáticas junto con el rigor lógico en su aplicación y, lo que quizá sea más importante, su creatividad en la utilización de sus métodos.