viernes, 28 de abril de 2017

Obras maestras de Budapest. Del Renacimiento a las Vanguardias


El Museo Thyssen-Bornemisza presenta Obras maestras de Budapest. Del Renacimiento a las Vanguardias, una exposición que reúne por primera vez en España una destacada selección de pinturas, dibujos y esculturas procedentes de las colecciones del Museo de Bellas Artes de Budapest y de la Galería Nacional de Hungría. Noventa obras de escuelas como la italiana, alemana, flamenca o española, desde el siglo XV al XX, que incluyen grandes nombres de la historia del arte como Durero, Leonardo da Vinci, Rubens, Velázquez, Tiepolo, Cézanne o Manet, además de interesantes ejemplos de artistas húngaros, que permiten ofrecer a los visitantes una muestra representativa de las colecciones de estas instituciones.
La exposición, comisariada por Guillermo Solana, director artístico del Museo Thyssen, y Mar Borobia, jefa del Área de Pintura Antigua, está organizada en colaboración con el Museo de Bellas Artes de Budapest cerrado por obras de renovación hasta marzo de 2018, y la Galería Nacional de Hungría donde se exhibe temporalmente parte de su colección. 
El recorrido por las Obras maestras de Budapest esta organizado en siete secciones: 

El Renacimiento en el norte
Alberto Durero (atribuido a) Retrato de un joven, h. 1500-1510
En torno a Durero, la figura más célebre del Renacimiento alemán, representado en la sala por Retrato de un joven (hacia 1500-1510) y Lancero a caballo (1502), en esta primera sección se reúne la obra de otros destacados artistas de los países del norte de Europa, como Lucas Cranach el Viejo y su Salomé con la cabeza de san Juan Bautista (hacia 1526-1530), exponente del mejor estilo del pintor; Albrecht Altdorfer, con La Crucifixión (hacia 1518-1520), Jan Gossaert y El escarnio de Cristo (1527) y Hans Baldung Grien, con La Virgen de los Dolores (hacia 1516). Completan este apartado un magnífico diseño de paisaje de Wolf Hubber y una obra del manierista Bartholomeus Spranger.





El Renacimiento en el sur
Agnolo Bronzino. La doración de los Pastores, h. 1539-1540
La segunda sala está dedicada a grandes personalidades del Renacimiento italiano, con ejemplos relevantes de las escuelas florentina, veneciana y lombarda. Entre todos ellos sobresalen dos obras de Leonardo da Vinci: el dibujo Estudios de patas de caballo (hacia 1490-1492) y la pequeña estatua ecuestre Guerrero a caballo (1500-1550). De excelente factura son también la Madonna Esterházy (hacia 1508) de Rafael, una obra emblemática de su etapa de madurez; La Adoración de los pastores (hacia 1539-1540) de Bronzino, una obra maestra que representa el manierismo en su punto álgido, y La Magdalena penitente (h. 1576) del Greco, que registra la influencia italiana en el arte del cretense.





El Barroco en Flandes y Holanda

Gerbrand van den Eeckhout. El profeta Eliseo y la mujer de Sunem, 1664
Un gran lienzo de Rubens, uno de los mayores representantes del Barroco, abre el siguiente capítulo, dedicado a este movimiento artístico en los países de Flandes y Holanda. Se trata del óleo Mucio Escévola ante Porsena (hacia 1618-1620), en el que el pintor se vale de todos sus recursos para reflejar la escena con gran intensidad, demostrando su magistral síntesis de las escuelas holandesa e italiana. Es muy probable que en esta obra colaborara su mejor discípulo, Anton Van Dyck, del que también se expone San Juan Evangelista (hacia 1620), un elegante lienzo que formó parte de un apostolado. Otros pintores flamencos barrocos presentes en la muestra son Jacob Jordaens, con su lienzo Adán y Eva (1630-1640), y Jacob Grimmer, del que se muestran cuatro paisajes que evocan las estaciones.

El Barroco en Italia y España
Diego Velázquez. El almuerzo, h. 1618-1619
Los más importantes representantes de la pintura española del Siglo de Oro están reunidos en este espacio. Destacan entre ellos Francisco de Zurbarán, con una Inmaculada Concepción (1661) tardía, y Diego Velázquez con El almuerzo (hacia 1618-1619), una obra de juventud en la que plasma de manera sencilla un tema cotidiano; pero también están presentes Alonso Cano, Bartolomé Murillo y Mateo Cerezo, con espléndidos lienzos de temática religiosa. Junto a ellos, excelentes ejemplos también de la pintura italiana barroca: Cristo y la samaritana (hacia 1596-1597) de Annibale Carraci, una de las principales obras de la primera tendencia clasicista del Barroco; Diana y Acteón (hacia 1603-1606) del manierista Giuseppe Cesari, que recoge un episodio de las Metamorfosis de Ovidio, y una colorista Anunciación (hacia 1640) de Bernardo Strozzi.

El siglo XVIII

Sebastiano Ricci. Betsabé en el baño, 1724

Dentro de la magnífica colección de pintura italiana que posee el Museo de Bellas Artes de Budapest, por su calidad y por el número de obras, destaca especialmente la representación de la escuela veneciana. En este apartado, el más amplio de la exposición, se muestra una selección de estos fondos que incluye el óleo Bestsabé en el baño (hacia 1724) de Sebastiano Ricci y La Virgen exhortando a santa Teresa a que nombre a san José protector de la Orden Carmelita (1749-1750) de Giambattista Tiepolo, así como varios paisajes urbanos de los afamados vedutistas Canaletto, Guardi y Bellotto. Completan la sala tres lienzos de Francisco de Goya un retrato de la esposa de Ceán Bermúdez (1792-1793), La aguadora (1808-1812) y El afilador (1808-1812) ; un conjunto de obras del escultor alemán Franz Xaver Messerschmidt, entre las que destaca la serie Cabezas de expresión, un catálogo de muecas faciales extremas, y una representación de artistas húngaros, como Jakab Bogdány, Ján Kupecký y Ádám Mányoki.

La nueva imagen de la mujer

Édouard Manet. Dama con un abanico. 1862
El simbolismo fue uno de los movimientos artísticos vigentes durante el último cuarto del siglo XIX, en el que las emociones, los estados anímicos, los sueños y la fantasía cobraron un nuevo impulso a través de la figura femenina. A este universo particular pertenecen el francés Pierre Puvis de Chavannes, el suizo Arnold Böcklin, el alemán Franz von Stuck y el húngaro János Vaszary, cuya obra se reúne en este apartado junto con varias pinturas de Oskar Kokoschka, llenas de fuerza y expresión, y Dama con un abanico (1862) de Édouard Manet, vinculada al poeta precursor del simbolismo Baudelaire.

Del Impresionismo a las Vanguardias

Paul Cézanne. El aparador, 1877-1879
En la última sala se presenta una selección de obras de distintos movimientos artísticos desde las últimas décadas del siglo XIX hasta el inicio de la Primera Guerra Mundial. De la pincelada rápida y fresca de Claude Monet en Ciruelos en flor en Vétheuil (1879) y la forma de captar los efectos de la luz en El Pont Neuf (1902) de Camille Pissarro, a las nuevas fórmulas propuestas por los colores puros de Paul Gauguin en Los cerdos negros (1891) o los volúmenes de Cézanne en El aparador (1877-1879). En este apartado destaca igualmente la presencia de grandes pintores húngaros, como Károly Ferenczy, Adolf Fényes, Vilmos Perlrott-Csaba, Sándor Ziffer y Sándor Bortnyik, que nos descubre la influencia en su obra de los nuevos lenguajes pictóricos surgidos en Francia, desde el impresionismo y el neoimpresionismo a las vanguardias.