viernes, 12 de julio de 2013

Los ordenadores ya son historia


En la actualidad hay una serie de recursos tecnológicos que forman parte de nuestra vida cotidiana y son tan ubicuos que en muchas ocasiones no somos capaces de concebir nuestra realidad sin ellos. La televisión, los teléfonos móviles, las tabletas o los ordenadores personales son algunos, entre otros muchos, dispositivos o aparatos que nos resultan prácticamente imprescindibles para el normal desenvolvimiento de nuestras tareas habituales. Sin embargo, todos estos artilugios no existían, al menos con la abrumadora frecuencia actual, hace unas pocas décadas. Y desde luego ninguno de ellos formó parte de la existencia de nuestros antepasados hace un siglo.

Sin embargo, si nos fijamos por ejemplo en los ordenadores, es posible trazar su historia y descubrir la enorme evolución que han sufrido a pesar de contar con unas pocas décadas de antigüedad. Es decir, podemos considerar que, a pesar de su juventud, los ordenadores ya cuentan con suficiente trayectoria como para ser considerados desde un punto de vista histórico. La existencia de museos de ordenadores es un buen argumento para sustentar esta afirmación. Y la verdad es que no son ni uno ni dos los museos existentes sino que ya tenemos una buena colección de ellos y, a medida que pase el tiempo, estoy seguro que tal colección se incrementará. Atendiendo a sus objetivos podemos agruparlos en dos grandes categorías:
  • Aquellos que se orientan a la conservación e investigación de hardware y/o software utilizado en el pasado.
  •  Aquellos que se dedican a la educación, divulgación y entretenimiento.

Muchos de los museos tienen su origen relacionado con alguna de las compañías que han ofrecido productos y/o servicios relacionados con los ordenadores. En 1975 Digital Equipment Corporation inició un proyecto de Museo mostrando unos cuantos circuitos y paneles de memoria en la entrada de su edificio principal en Maynard (Massachusetts). Partiendo de esta base, en 1979, se fundó el Digital Computer Museum en un edificio de Marlborough (Massachusetts). Con el tiempo aquella colección inicial fue enriqueciendose hasta llegar a ser el actual Computer History Museum situado en Mountain View (California) que presume de ser el mayor museo del mundo dedicado a la Era de la Información.

Esta posición de privilegio también la reclama otro museo situado en Paderborn (Alemania). Se trata del Heinz Nixdorf MuseumsForum. Allá por 1977 se estaba celebrando el 25 aniversario de la compañía Nixdorf Computer AG. Su fundador, Heinz Nixdorf, recibió como regalo una colección de máquinas históricas. Esto le dio la idea de llevar a cabo las adquisiciones necesarias para formar una colección de dispositivos relacionados con las tecnologías de la información. Tras varias ampliaciones y traslados, se construyó en 1996 un edificio exclusivo que hasta hoy alberga la siempre creciente colección.

Mucho mas reciente es el Living Computer Museum. Fue inaugurado el 9 de Enero de 2006 presentando una colección reunida por Paul G. Allen, co-fundador de Microsoft.  Su intención era preservar los objetos que les condujeran tanto a él mismo como a Bill Gates a fundar Microsoft. Este museo tiene la particularidad de que todos los dispositivos que presenta han sido restaurados hasta ser funcionales por lo que pueden ser observados en funcionamiento real y, en muchos casos, manipulados para interactuar con ellos.

Mucho más modestos son los museos situados en España. A diferencia de los antes citados, los museos españoles no están asociados con grandes empresas sino con instituciones universitarias. Así el Museo García Santesmases se encuentra en la Facultad de informática de la Universidad Complutense de Madrid. La universidad Politécnica de la misma ciudad dispone de un Museo histórico de la informática en su campus de Montegancedo. En Zaragoza se encuentra el Museo de Informática Histórica situado en el hall del edificio Ada Byron de la Escuela de Ingeniería y Arquitectura. Quizá el ejemplo más notable sea el Museo de Informática del edificio 1E de la Universitat Politècnica de València.

La mayoría de los museos disponen de versiones online a través de las cuales es posible obtener información de de sus fondos. Otras instituciones ofrecen a través de la red acceso a documentos históricos relacionados con la historia de las tecnologías de la información. Un buen ejemplo de ello son los IBM Archives.


Aquí se puede encontrar una lista con referencias y enlaces a los principales museos de ordenadores tanto físicos como virtuales.


martes, 2 de julio de 2013

El gran Dalí

En las salas del  Museo Reina Sofia he podido visitar hoy, tras una larga espera motivada por la enorme expectación creada por la muestra, una impresionante exhibición retrospectiva de la obra de Salvador Dalí. Su organización corre a cargo del Reina Sofía y del Centre Pompidou de París, en colaboración con el Salvador Dalí Museum Saint Petersburg (Florida). La comisaria es Montse Aguer, directora de la Fundación Gala-Dalí. La completísima colección presentada se ha conseguido gracias a los préstamos de otras instituciones de primer orden, como el MoMA (Nueva York), de donde se ha traido la significativa obra La persistencia de la memoria (1931), del Philadelphia Museum of Art, que ha prestado Construcción blanda con judías hervidas (Premonición de la guerra civil) (1936), de la Tate Modern, con Metamorfosis de Narciso (1937) y de los Musées Royaux des Beaux-Arts de Bélgica, con La tentación de San Antonio (1946).

Esta exposición se propone revalorizar al Salvador Dalí como pensador, escritor y creador de una particular visión del mundo. Tomando como punto de partida su método paranoico-crítico, la muestra supone un recorrido por su trayectoria que se proyecta hacia el pasado y el futuro. El subtítulo de la exposición —procedente del artículo de Salvador Dalí, y a la vez su manifiesto artístico, “San Sebastián”, publicado en 1927— nos sugiere cómo podemos acercarnos a la obra del pintor en esta extensa muestra. Dalí, omnívoro y visionario, se utilizó a sí mismo como objeto de estudio, sobre todo bajo el prisma del psicoanálisis freudiano, estableciendo así las bases de la construcción de su personaje. Sus acciones en la esfera pública, ya fueran calculadas o improvisadas, le sitúan como una figura de referencia en el ámbito de la representación artística contemporánea.  Un arte que, haciéndose eco de los descubrimientos científicos de su época, explora y expande los límites de la conciencia y de la experiencia sensorial y cognitiva. Nosotros, espectadores, podemos intentar acercarnos a su universo mediante las sugestiones poéticas y las provocaciones plásticas que nos ofrece la contemplación de la creación daliniana.

Artista singular,  prolífico e imaginativo, con gran oficio de la pintura, plasma en su obra pictórica y literaria elementos obsesivos que son metáforas de nuestro inconsciente, y genera un arte a veces perturbador que habla directamente al espectador. Admirado y controvertido, Dalí se autodefine como máquina de pensar y, al mismo tiempo, mediático y creador de un estereotipo y de su propio mito. A través de más de doscientas obras (pinturas, esculturas, dibujos…) presentadas en un discurso concebido en once secciones con el hilo cronológico como conductor, esta muestra nos hace repensar el lugar de Dalí en la historia del arte del siglo XX y  plantear que la importancia de su figura y de su legado va más allá de su papel de artífice del movimiento surrealista. 

Salvador Dalí. Autorretrato con cuello rafaelesco, 1921. 
La exposición arranca con algunas de las primeras obras del pintor en las que predominan los elementos que marcan su infancia, como la familia y el entorno natural que le rodea en estos años. También se incluyen algunos de sus autorretratos, en los que comprobamos la visión, o visiones, que Dalí tiene de sí mismo. La familia, el paisaje y él mismo son los ejes que determinan esta época de aprendizaje del artista, en la que su principal preocupación se centra en el color, la luz y la experimentación constante.

La llegada a la Residencia de Estudiantes de Madrid a finales de 1922 y su encuentro con, entre otros, Federico García Lorca y Luis Buñuel —con quien colabora en la película Un perro andaluz—, le enfrenta a la Generación del 27, que agrupa poetas, escritores, pintores y cineastas. En este momento, Dalí se siente próximo a las vanguardias y coquetea con diferentes ismos de principios de siglo XX, como el cubismo, el fauvismo o el futurismo, pero también, en ocasiones, vuelve su mirada al retorno al orden. El imaginario colectivo desarrollado en la Residencia se refleja en los numerosos dibujos de la serie Putrefactos, de mediados de los años 20.

Salvador Dalí. Visage du Grand Masturbateur (Rostro del Gran Masturbador), 1929. 
El núcleo de la exposición lo constituye su periodo surrealista a partir de las primeras influencias de Masson, Bataille, Arp, Miró y Picasso. Se hace especial hincapié en el método paranoico-crítico desarrollado por el artista como mecanismo de transformación y subversión de la realidad. La teoría de Dalí revoluciona el surrealismo, ya que ante el automatismo pasivo de este movimiento (el dibujo automático, los cadáveres exquisitos...) el pintor propone un método activo basado en el delirio de la interpretación paranoica. En palabras de Dalí: “En verdad no soy más que un autómata que registra, sin juzgarlo, y lo más exactamente posible, el dictado de mi subconsciente: mis sueños, las imágenes y visiones hipnagógicas y todas las manifestaciones concretas e irracionales del mundo oscuro y sensacional descubierto por Freud… El público debe sacar su placer de los recursos ilimitados de misterios, enigmas y angustias que tales imágenes ofrecen al subconsciente de los espectadores”. A partir de este momento la obra del pintor se sustenta en imágenes dobles o imágenes invisibles cuya elaboración final depende totalmente de la voluntad del espectador. Dalí con su método paranoico-crítico nos invita a un mundo de ambigüedades en que las certezas nos rehúyen.

Salvador Dalí. Angelus. 1935.
El método paranoico-crítico de interpretación, conjunción de pensamiento e imagen, es llevado por el pintor a la máxima expresión en su interpretación de la pintura El Ángelus (1857-59) de Jean-François Millet. La obsesión del pintor por esta obra hace que sea protagonista no solamente de sus trabajos pictóricos y objetos, entre 1929 y 1935, sino también de diversos proyectos teatrales que finalmente no ven la luz: “El Ángelus de Millet se convierte «de súbito» para mí en la obra pictórica más turbadora, la más enigmática, la más densa, la más rica en pensamientos inconscientes que jamás ha existido”, escribe Dalí en torno a 1932. Un año más tarde, en junio de 1933, escribe para la revista Minotaure un artículo que constituirá el prólogo del libro El mito trágico del Ángelus de Millet (1938), inédito hasta 1963. En la interpretación que Dalí hace de este cuadro, la figura femenina representaría una mantis religiosa que, tras el apareamiento, está a punto de comerse al macho. La figura masculina, justo antes de ser devorada, utiliza el sombrero para tapar sus órganos sexuales. En su obsesión, el pintor adivina un arrepentimiento de Millet, la presencia del féretro de un niño (entre las dos figuras) que será confirmada por una radiografía de la obra original, poco antes de la publicación del libro.

A partir de 1936 y huyendo de la Guerra Civil española, Dalí y Gala pasan la mayor parte del tiempo en Francia, exceptuando algún viaje a los Estados Unidos e Italia. Las vivencias de estos años no solamente se plasman en su pintura, sino que el pensamiento del pintor desemboca en el Manifiesto místico de 1951. La experiencia personal del artista se traslada a las pinturas, en las cuales el horror y la muerte provocados por los conflictos se manifiestan de forma explícita e incómoda ante el espectador. Por otra parte, aunque Dalí no deja de experimentar con la construcción de objetos surrealistas, anunciados formalmente en 1931, no es hasta la celebración en 1936 de la Exposición Surrealista de Objetos, en la galería Charles Ratton de París, cuando se oficializa esta nueva forma de expresión del surrealismo. El inicio de la Segunda Guerra Mundial lleva a Dalí y Gala a exiliarse a los Estados Unidos, donde residen ininterrumpidamente entre 1940 y 1948. 

Salvador Dalí. Geopoliticus Child Watching the Birth of the New Man, 1943. 
La muestra, también se detiene en su etapa mística y nuclear (en la que prevalece la temática religiosa y científica), así como en sus trabajos de carácter escenográfico (sus colaboraciones con cineastas como Buñuel, Hitchcock o Walt Disney, sus diseños de decorados para ballets y obras de teatro...). A su vez, examina críticamente su faceta de agitador de masas y showman mediático, le dedica un apartado específico a su libro autobiográfico La vida secreta de Salvador Dalí (eficaz simbiosis entre el Dalí dibujante y el Dalí literato) o muestra cómo a partir de los años sesenta y hasta el final de su carrera, su fascinación por la ciencia y la tecnología le llevó a explorar nuevos lenguajes como la estereoscopia o la holografía.