miércoles, 30 de octubre de 2013

Colección Helga de Alvear en Madrid

Con el título "El Arte del presente" se exponen en el CentroCentro de la plaza de Cibeles un centenar de obras de más de 70 artistas pertenecientes a la Colección Helga de Alvear que se presenta por primera vez en Madrid. Helga de Alvear constituye unas de las referencias más notables en el ámbito del mercado del arte en España. Su labor ha supuesto un hito en el contexto de las galerías en nuestro país, introduciendo en España a algunos de los artistas más significados del mundo y apoyando a un buen número de artistas emergentes que han terminado constituyendo, en los últimos años, lo mejor del panorama creativo español.

Helga de Alvear nace en 1936 en la ciudad de Kirn/Nahe (Renania-Palatinado) en Alemania. En 1957 viaja a España para aprender español y conoce al arquitecto Jaime de Alvear con el que contrae matrimonio en 1959 y fija su residencia en Madrid. En 1967 Helga de Alvear conoce a Juana Mordó y comienza lo que con el tiempo se convertirá en su colección de arte. Entra en contacto con los artistas del grupo de Cuenca y de El Paso y se va interesando cada vez más por la escena artística española. En enero de 1980 entra a trabajar en la galería Juana Mordó: son años de aprendizaje, tanto en cuestiones de gestión como en un mayor conocimiento del mundo artístico internacional, especialmente a través de ferias como Art Basel, la Fiac en Paris o la Feria de Colonia. Así es de las galeristas que en 1982 apuestan por innovar la escena española con la creación de la feria ARCO. Con el paso del tiempo la implicación de Helga de Alvear en la galería de Juana Mordó se hace cada vez más importante hasta que, con la muerte de Juana en 1984, toma las riendas, continuando la labor de su mentora.

Jason Rhoades. My Madinah: Pupp Tent/Puss Tent.

En 1995 decide dar un giro a su carrera abriendo una nueva galería bajo su propio nombre en un espacio de más de 900 metros cuadrados junto al Museo Reina Sofía. En este nuevo proyecto apuesta por el arte contemporáneo más internacional con un especial interés por la fotografía, el vídeo y la instalación que en el momento son casi desconocidas en España.

Actualmente la de Helga de Alvear es una de las galerías más solidas y de mayor trayectoria del panorama español con un innegable reconocimiento internacional. Entre otros, Helga de Alvear ha recibido la Medalla de Extremadura en 2007,  la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes concedida por el Ministerio de Cultura en 2008, la Medalla de Cáceres en 2011 y el Premio de la Fundación Arte y Mecenazgo en la categoría Coleccionista en 2012.


Ugo Rondinone.
A day Like This. Made of Nothing and Nothing Else.
En paralelo a su trabajo como galerista, Helga de Alvear ha constituido, con sede en Cáceres,  una de las colecciones privadas de arte contemporáneo más importantes del país, comparable a algunas de las mejores que existen en Europa. La suma de su amplia experiencia y su preclara intuición le han permitido construir un compendio de la historia del arte más reciente y actual, ofreciendo un panorama personal de la misma que, a su vez, constituye una lectura de primer orden acerca de los modos en que se ha ido construyendo la práctica artística mundial. Con plena conciencia de las tendencias predominantes en el panorama actual del arte, Helga de Alvear colecciona fotografía, pintura, vídeo, instalaciones, escultura y dibujo, demostrando interés antes por la calidad y significación de la obra que por disciplinas concretas. Su idea de adquirir obra no es la de crear un discurso cerrado sobre el arte de su momento vital, sino que lo ve como un proceso definido en términos de relaciones entre formas, ideas, espacios e intenciones diversas que generan tensión, emoción y reflexión. Sabe que una colección de arte es una incesante escritura, lectura y relectura de una historia llena de caminos experimentales, de intentos y aciertos, de propuestas diversas tanto en sus lenguajes como en sus contenidos. En su colección conviven obras emocionantes cargadas de tensión artística, junto a otras cuyo valor consistirá en haber sido testigos de un tiempo para el arte.

 Ernesto Neto. Sin título (1999)

La exposición sobre la Colección Helga de Alvear, cuya comisaria ha sido Maria Corral, muestra todas las disciplinas artísticas del arte del presente, haciendo hincapié en aquellos artistas sobre los que ha apostado y de los que ha adquirido un número elevado de sus creaciones. El recorrido comienza con una especie de introducción, con obras de artistas de diferentes países. La pintura que trata sobre sí misma, en la que el color forma movimiento, gesto, se aprecia en obras de Juan Uslé, Felicidad Moreno, Mitsuo Miura, Heimo Zoberning, Pedro Cabrita Reis o Franz West. También se exhibe "una de las obras más conocidas de Vik Muniz, una gran fotografía en la que el artista habla de pintura".

Entre las obras reunidas en torno al paisaje, "siempre relacionado con la personalidad de sus creadores", figura un montaje fotográfico de Olafur Eliasson, mientras que en el tratamiento del cuerpo "no como tal, sino en cuanto a las relaciones que establecen con los demás", se han seleccionado obras de Louise Bourgeois o Juan Muñoz.

Jane & Louise Wilson. Oddments Room II 
Otro capitulo destacado del recorrido es el que trata de la arquitectura, "pero en cuanto a cómo se construyen las ciudades y cómo se destruyen", advirtió María Corral, que ha incluido también en el recorrido una gran instalación en la que Isaac Julien "habla de las discriminaciones, tanto de género como de raza". Destaca también la gran instalación de Jason Rhoades, la de Barthélémy Toguo, el árbol del olor de Ernesto Neto o las grandes fotografías de Jane & Louise Wilson. En los últimos espacios se exhibe la vídeo-instalación formada por 12 pantallas de Ai Wei-Wei. En la selección, que también incluye nombres como los de Helena Almeida, Francis Alys, Andreas Gursky, Isaac Julien, Pipilotti Rist, Thomas Ruff, Thomas Schütte o Santiago Sierra, María Corral ha querido mostrar "cómo colecciona Helga de Alvear y cómo se compromete con los artistas".

miércoles, 16 de octubre de 2013

Arte y maravilla en El Escorial


Esta mañana he visitado en las salas de exposiciones temporales del Palacio Real una muestra muy singular titulada: "De El Bosco a Tiziano. Arte y maravilla en El Escorial". Se trata de una iniciativa del Patrimonio Nacional para conmemorar el 450 aniversario de la colocación de la primera piedra del Monasterio de El Escorial. La exposición da a conocer la pintura, escultura y las artes decorativas realizadas gracias al mecenazgo del Rey Felipe II y coleccionadas por el Rey que convirtió el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial en el mejor conjunto de arte y maravilla de la España del Renacimiento. Se exponen 155 obras  incluyen autores como El Bosco, Tiziano, Patinir, Navarrete “el Mudo”, Alonso Sánchez Coello, Antonio Moro, Gerard David y Bernard Van Orley

Antonio Moro. Felipe II
El Comisario de la exposición es Fernando Checa Cremades, ex director del Museo del Prado. Apoyado por un equipo de expertos, entre los que destacan los Conservadores de Patrimonio Nacional, ha realizado un excelente estudio científico que, entre otros aspectos, analiza la imagen artística como expresión de las relaciones entre poder y religión en la Europa de la Contrarreforma. Partiendo de los Libros de entregas, se ha logrado documentar con precisión la llegada de las obras adquiridas por Felipe II durante la construcción del Monasterio. Producto de todo ello es esta muestra en la que se recupera El Escorial original de Felipe II, que fue ante todo, en la visión que da el comisario, un monumento funerario dinástico y lugar de retiro piadoso.

Las obras del edificio comenzaron en 1562 y la primera piedra se colocó en 1563. El diseño, un vasto rectángulo de 207 por 162 metros, en torno a una gran basílica de planta central y cubierta por una cúpula sobre tambor, fue ideado por Juan Bautista de Toledo. Su temprana muerte en 1567 dio paso a su discípulo Juan de Herrera, quien finalizó las obras arquitectónicas con su peculiar estilo, mezcla de lenguaje clásico a la italiana y elementos a la flamenca, como las cubiertas empizarradas, una manera que todavía hoy conocemos como “herreriana”. Desde 1563 -fecha de la colocación de su primera piedra- a 1598 -fecha de la muerte de Felipe II- el Monasterio de El Escorial se convirtió en el principal lugar receptor de obras de arte de toda España y uno de los mayores en la Europa del Renacimiento. A finales del siglo XVI San Lorenzo de El Escorial era un museo de fama internacional, solo comparable con los existentes en el Vaticano de los Papas, la Florencia de los Medici o la Viena imperial.

 Pedro Perret. Monasterio de San Lorenzo de El Escorial
La muestra se inicia rindiendo  tributo a los dos arquitectos ya mencionados que levantaron este impresionante edificio. De hecho,  el capítulo arquitectónico cobra especial relevancia en la exposición, no solo en la primera sala, en la que se exhiben las trazas de Juan de Herrera (en dibujos originales y grabados de Pedro Perret) sino también en la abundancia de relicarios que se muestran en esta y otras salas, diseñados según los principios de la arquitectura clasicista.

Arqueta de Isabel Clara Eugenia
El segundo núcleo expositivo lo conforma el archivo de la Contrarreforma en que se convirtió este monasterio jerónimo: Felipe II respondió a la reforma protestante coleccionando relicarios, imágenes de santos y devocionales, libros miniados, cantorales... El Escorial fue un auténtico depósito de reliquias, con más de 7.000 (entre ellas más de cien cabezas enteras), heredadas, recibidas como regalo y adquiridas en buena parte “al por mayor” en países protestantes para congregar, en la lucha contrarreformista, a todo un ejército de santos y mártires.  Hay expuestas piezas excepcionales. Es el caso de la Arqueta de Isabel Clara Eugenia, los tres ejemplares del «Passionarium» –libro de cánticos de Semana Santa con magníficas miniaturas–, el «Terno de las Calaveras», utilizado en las ceremonias fúnebres de las reinas; y algunas de las pinturas devocionales, de pequeño formato, de Felipe II.

Tiziano. Adoración de los Reyes
El tercer y último capítulo de la muestra está reservado al Parnaso artístico que logró reunir el Monarca en El Escorial. Los mejores artistas de la época acudieron a la llamada de Felipe II. A la cabeza, Tiziano, al que el Rey conoció en Milán en 1548. Desde entonces, y hasta la muerte del pintor en 1576, trabajó para él. No sólo en El Escorial, también en El Pardo y el Alcázar. A este pintor se le dedica una sala íntegramente ya que el Monasterio era el edificio de Europa con más obras del artista en el momento de su muerte. En ella se presenta parte de las obras cumbre de su período tardío destacando el conjunto, nunca expuesto como tal desde comienzos del siglo XIX, de las tres obras maestras de Tiziano destinadas al Tríptico de la Iglesia Pequeña del Monasterio: El Martirio de San Lorenzo, La Adoración de los Reyes y El Entierro de Cristo, esta última conservada en el Museo del Prado.

El Bosco. Cristo coronado de espinas
Tambien se destacan de manera visible otros pintores como es el caso de El Bosco uno de los favoritos de Felipe II que había podido admirar sus obras en sus juveniles viajes a Flandes. Las principales obras de este artista entraron en las colecciones reales filipinas como, por ejemplo, El Jardín de las Delicias o pinturas tan impresionantes como el Cristo coronado de espinas o el Cristo camino del Calvario, presentes en esta exposición. 

La inmensa mayoría de las obras de la muestra pertenecen a las colecciones de Patrimonio Nacional que se complementan con otras, que en su día colgaban en el monasterio y lo abandonaron por distintas circunstancias,  procedentes del Museo Nacional del Prado, de la National Gallery de Londres, de la National Gallery de Irlanda, del Museo del Louvre y de la Biblioteca Nacional de España. 

viernes, 11 de octubre de 2013

Macchiaioli

Giovanni Fattori. La torre roja.

La Fundación Mapfre presenta en sus salas de esposiciones del Paseo de Recoletos de Madrid una muestra, co-producida con los museos d'Orsay y L’Orangerie de París, titulada "Macchiaioli, Realismo impresionista en Italia". La exposición reúne cerca de 100 obras procedentes de las más prestigiosas colecciones públicas y privadas italianas, entre las que destacan la Galleria d’Arte Moderna del Palazzo Pitti, la Galleria Nazionale d’Arte Moderna de Roma, Galleria d´Arte Moderna de Milán, la Fondazione Musei Civici di Venezia, la Galleria Internazionale d´Arte Moderna di Ca’Pesaro de Venecia, el Museo Civico Giovanni Fattori, de Livorno y el Istituto Matteucci de Viareggio, entre otras. Se trata de la primera exposición realizada en España en torno a este movimiento, a pesar de la importancia e influencia que tuvieron los macchiaioli en la pintura española de finales del siglo XIX. Al mismo tiempo se presenta tambien un pequeño conjunto de obras del pintor español Mariano Fortuny, porque desde un planteamiento claramente distinto, compartió con ellos algunos puntos de vista y algunas maneras.

Giovanni Boldini. Giovanni Fattori en su taller

En Florencia, hacia 1855, un grupo de jóvenes pintores emprende la búsqueda de un arte nuevo. Conocidos como los macchiaioli («manchistas») —un nombre en origen peyorativo en alusión a la esbozada esencialidad de sus pinturas—, protagonizan uno de los capítulos más brillantes de la modernización de la pintura europea, adelantándose a buena parte de las premisas proclamadas posteriormente por los impresionistas.Se oponen decididamente a la pintura académica y al romanticismo histórico, su marco de formación, y persiguen lo verdadero en el arte asumiendo como práctica predilecta la pintura al aire libre.

Odoardo Borrani. Carreta roja en Castiglioncello.

En sus pinturas, pequeñas en cuanto a formato pero monumentales en su concepción, crean una sincera e innovadora visión del paisaje toscano, con fuertes contrastes lumínicos captados mediante la yuxtaposición de manchas de color. Entre sus principales protagonistas destacan Giovanni Fattori, Silvestro Lega, Telemaco Signorini, Giuseppe Abbati, Giovanni Boldini o Odoardo Borrani, todos ellos unidos en torno al crítico y mecenas Diego Martelli.

Telemaco Signorini. La luna de miel.