jueves, 20 de marzo de 2014

¿Se acerca el fin?



Recientemente se ha publicado un estudio, en parte patrocinado por el  Goddard Space Flight Center de la NASA, en el que se estudia la posibilidad de que nuestra actual civilización industrial pudiera colapsar en las próximas décadas. Las razones dadas para este acontecimiento se basan en dos factores: la distribución cada vez más desigual de la riqueza y la insostenible explotación de los recursos naturales.

Desde una perspectiva histórica el estudio señala que existen numerosos precedentes que demuestran que los procesos de desarrollo y posterior colapso  son ciclos recurrentes. Así se ponen como ejemplo la ascensión y posterior caída de los imperios mesopotámicos, romano o maya. Todos ellos son testimonio sobre civilizaciones avanzadas con estructuras complejas y sofisticadas que, a pesar de todo, llegan a ser frágiles y, sometidas a situaciones críticas, desaparecen.  
El método de análisis, de carácter multidisciplinar,  utilizado en el estudio de la NASA se ha basado en el modelo HANDY (Human and Nature Dynamics) y ha sido supervisado por Safa Motesharri matemático de la National Science Foundation. Determina que los factores claves que convierten la actual “civilización sofisticada, compleja y creativa en algo frágil y efímero”, son la población, el clima, el agua, la agricultura y energía. Todos ellos están convergiendo en un proceso que lleva al colapso caracterizado por “la estratificación aeconómica de la sociedad dos bandos, las élites (ricos) y las masas (pobres)”. La riqueza generada por los avances tecnológicos y el desarrollo económico “no se distribuye de forma uniforme entre la sociedad, sino que está siendo controlado por una élite. La mayoría de la población, generadora de la riqueza, solo recibe una pequeña parte de ella siendo las elites las que se asignan la mayoría de los beneficios obtenidos ”.

Asimismo, se subraya el papel que también juega “la insostenible explotación de los recursos debido a la tensión energética”. El consabido argumento según el cual  los avances tecnológicos ofrecerán una solución para paliar la carencia energética y la insuficiencia de recursos de un planeta en constante crecimiento demográfico también es cuestionado por este estudio. “El aumento de la eficiencia va ligado a un aumento de la extracción de recursos y del consumo de éstos per cápita, por lo que vuelven a compensarse sin resolver el problema”, apuntan.

A través de una serie de algoritmos, el equipo de investigadores científicos dirigidos por Motesharri concluye que, sin cambiar el actual modelo político “es difícil evitar el colapso”, y apuntan dos posibles escenarios futuros en los que la población mundial se reducirá drásticamente. El primero a causa de la hambruna, y el segundo debido a la falta de acceso a recursos básicos. Ninguno de ellos se debe a causas naturales, por lo que son evitables asumiendo ciertos cambios que todavía están en nuestra mano. Para ello deberían adoptarse un conjunto de políticas, como sería “reducir la desigualdad económica a fin de garantizar una distribución más justa de los recursos” y “una reducción del consumo de recursos hasta niveles sostenibles apoyándose en una reducción del crecimiento de la población”. 

En ambos escenarios, las élites ricas están mucho más protegidas de la mayoría de los efectos perjudiciales del colapso ambiental que los plebeyos, lo que les permite seguir con sus  negocios como siempre a pesar de la inminente catástrofe. Aunque algunos miembros de la sociedad puedan dar la voz de la alarma advirtiendo que el sistema se está moviendo hacia un colapso inminente y abogando por cambios estructurales en la sociedad con el fin de evitarlo, las élites y sus partidarios se opondrán a tales cambios, apoyándose en la larga trayectoria sostenible 'hasta ahora' para no hacer nada, impidiendo de esta forma los cambios imprescindibles para la sostenibilidad.

El carácter apocalíptico de las advertencias del informe coincide con las conclusiones de otros estudios, tanto del ámbito privado como público. Se pueden citar el “Resource Stress” de KPMG o el “Food, energy, water and the climate: a perfect storm of global events?” elaborado por el comité científico del Gobierno británico. Todos ellos concluyen  que la convergencia de las crisis alimentarias, energéticas y del agua podría crear una “tormenta perfecta” que determinara el final de nuestra civilización. 

jueves, 13 de marzo de 2014

Los talleres de Picasso

Autorretrato con paleta. 1906
En pocas ocasiones he salido mas gratamente sorprendido tras ver una exposición. Esta mañana he estado en la Fundación Mapfre contemplando su exposición "Picasso. En el taller".  Reúne cerca de 80 lienzos, 70 dibujos y grabados, 26 fotografías y una decena de paletas del artista que permiten apreciar el modo en que el taller de Picasso se convierte en el centro sobre el que gravita toda su creación, el lugar en el que se entrelaza su arte y su vida. Este enfoque dado por los creadores de la muestra le confiere una especial singularidad porque ayuda a comprender la influencia que el entorno en el que pintaba Picasso tenia sobre sus obras.

La exhibición comienza con el "Autorretrato con paleta", de 1906, y concluye con otro autorretrato "Hombre en el taburete", de 1969. Entre ambas obras, en las que Picasso se autorrepresenta como pintor y mirando fijamente al espectador, transcurren más de 60 años de su vida artística en los que el artista trabaja en diferentes estudios como en Le Bateau-Lavoir, Boulevard de Clichy, Boulevard Raspail, La Boétie, Boisgeloup, La Californie y, finalmente, Mougins. En todos ellos el taller deviene, al mismo tiempo, espacio de experimentación y motor de reflexión sobre el ritual y el trabajo del artista en la tradición pictórica. Sus talleres se convierten en “paisajes interiores” – tal como él mismo los llamaba – en recintos sagrados, que representan la crónica de las variaciones estilísticas e iconográficas de Picasso.

Una parte importante de la exposición procede de colecciones particulares, raramente accesibles, por lo que esta muestra constituye una oportunidad única para apreciarlas. Tambien se encuentran obras de importantes museos nacionales e internacionales, entre los que cabe destacar el Philadelphia Museum of Art, Cleveland Museum of Art, Indiana University Art Museum, Phillips Collection de Washington, Centre Georges Pompidou de París, Tate Gallery de Londres, Israel Museum de Jerusalén, Bridgestone Art Museum de Tokio, National Museum of Modern Art de Kioto, Pushkin State Museum of Fine Arts de Moscú, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid o el Museu Picasso de Barcelona.

El recorrido por los distintos talleres y las obras realizadas en los mismos se agrupa en varias colecciones temáticas.

1. El taller: espacio de experimentación

Naturaleza muerta frente a un balcón
 con puerta y llave. 1919 
El taller de Picasso es campo de pruebas y hogar donde da rienda suelta a la creación, así como a su pasión por las mujeres que le acompañan a lo largo de su vida. Estos entornos resultan determinantes; en todos ellos, por ejemplo, hacía un frío terrible y el artista llegó a quemar dibujos para entrar en calor. En sus conversaciones con Brassai, afirmaba:“puedo decirle una cosa: el frío estimula, nos pone en movimiento. Trabajamos para calentarnos y nos calentamos trabajando”

Picasso mantenía que el taller de un pintor ha de ser como un laboratorio. El cambio que implica la continua experimentación es una de sus constantes. La curiosidad y el afán de descubrimiento del artista fueron una pauta vital que marcó toda su vida y obra, haciendo que evolucionara y superara su propia concepción de cómo quería y debía pintar en cada momento de su vida.

De este modo, el cubismo marca un punto de inflexión en la evolución del artista malagueño, a través del cual muestra su orientación más abstracta. Durante el verano de 1919, que el artista pasó en Saint-Raphaël, trabaja en una serie de bodegones que combinan el lenguaje naturalista —el del paisaje que se atisba a través de las ventanas que utiliza como fondo—, con el cubista —el de la naturaleza muerta—. Tal es el caso de Naturaleza muerta frente a un balcón con puerta y llave, de 1919.

Las naturalezas muertas de estos años insisten en los motivos de la vida cotidiana como el velador, los instrumentos musicales o el papel pintado. Su obra ofrece múltiples puntos de vista sobre el mismo objeto, plasmando diferentes planos sobre la tela, como ocurre en Guitarra y partitura, 1920. Se elimina la posibilidad de que estos objetos sean observados desde un único ángulo, del mismo modo que el artista ha evitado esa representación única.

Naturaleza muerta con busto. 1925
Naturaleza muerta con busto, de 1925, es una de las grandes obras de esta etapa, ya que supone un verdadero cambio de rumbo en la evolución del artista. En este lienzo el motivo clásico convive con la novedad del cubismo, un lenguaje que a priori rompe con la tradición y se funde en armonía con la sencillez y tradición de la cabeza.

2. La modelo en el taller: entre el clasicismo y el surrealismo

La vuelta al clasicismo de Picasso tiene lugar en los años veinte, tras el viaje que hace a Italia en 1917 para realizar los decorados del Ballet Parade junto a Diáguilev. En 1927 conoce a Marie-Thérèse Walter, que se convertirá en su amante más joven y entregada, y le dotará de una pasión y una vitalidad renovadas.

El taller. 1934
A partir de este momento, Picasso alternará formas clásicas y cubistas, también surrealistas, creando un estilo absolutamente propio. En junio de 1930, Picasso compra el chateâu de Boisgeloup, al noroeste de París. Allí comienza a esculpir en piedra grandes figuras femeninas de formas redondas y aspecto primitivo y voluptuoso que también serán trasladadas al papel y al lienzo; tal es el caso de Joven con mandolina (Marie-Thérèse), de 1932. Estas obras culminan en las cien estampas conocidas como la Suite Vollard, que realizó para el marchante del mismo nombre entre 1930 y 1937, en las que el tema del taller del escultor y del artista y su modelo resulta fundamental.

Picasso insiste y trabaja en esta idea durante toda la década de 1930. La modelo sale y entra del taller, en ocasiones descansa tendida al sol, y en otras deja caer la cabeza mientras sus formas monumentales son desmenuzadas por el pintor.

3. Las metamorfosis en tiempos de guerra

Naturaleza muerta con paleta, vela y cabeza de minotauro. 1938

A raíz del estallido de la Guerra Civil española, el ánimo de Picasso decae aunque se aleje del relato explícito de la contienda. En 1937 encuentra un nuevo estudio en la Rue des Grands-Augustins, donde Balzac había situado el escenario de La obra maestra desconocida. Allí crea uno de los testimonios más descarnados de la guerra y una de sus obras emblemáticas: Guernica. Realizada en apenas dos meses, la obra simboliza el dolor y sufrimiento de una nación destruida por la lucha fratricida, así como su propio rechazo ante la violencia desencadenada.

Mujer en un sillón rojo. 1939
Las naturalezas muertas reaparecen en su obra, al igual que había sucedido en los días precedentes a la Primera Guerra Mundial con los bodegones cubistas. Naturaleza muerta con paleta, vela y cabeza de Minotauro, 1938, remite directamente a Guernica al citar la luz de la vela reflejada en las paredes y la cabeza del Minotauro, retomando ese motivo clave que empleó en la obra dedicada a la guerra. Los cráneos y los puerros pueblan otras composiciones; pinturas tan importantes como Cráneo de toro, frutas y jarrón, 1939, es un buen ejemplo de las vanitas que realiza en estas fechas, que son de amplia tradición española y nos devuelven a maestros como Zurbarán o Sánchez Cotán.

De forma paralela, Picasso desencaja las formas del cuerpo femenino. Mujer en un sillón rojo, 1939, se convierte en el contrapunto a los aspectos positivos y gozosos de las obras inspiradas en Marie Thérèse, y a la placidez de muchos de los dibujos y óleos que realiza a partir de los años cincuenta.

4. La vuelta al Mediterráneo: parodia del arte

En el verano de 1946 Picasso emprende un gran viaje a Ménerbes, Cap d'Antibes y, finalmente, a Golfe-Juan. En Vallauris visita a Georges y Suzanne Ramié, dueños del taller de cerámica Madoura. A sus 65 años, Picasso comienza a interesarse por esta disciplina. Tras comprar varios locales vacíos de una antigua fábrica de perfumes en la Rue du Fournas, en Vallauris, trabaja la cerámica: el motivo del pintor y la modelo puebla estas piezas.

El taller. 1955
De forma paralela, en 1953, realiza una serie de ciento ochenta dibujos de nuevo en torno al tema del pintor y la modelo. Esta suite —publicada al año siguiente por Tériade en Verve, con el prefacio de Michel Leiris titulado "Picasso y la comedia humana o las aventuras de Gros Pied"— recrea de modo casi obsesivo la relación entre el artista y la modelo, y por extensión la del artista con la pintura.

En 1955, Picasso compra la villa Belle Époque La Californie seducido por las vistas a la bahía de Cannes. Por aquellas fechas inicia una serie de obras inspirado por el perfil de su nueva compañera, Jacqueline Roque. Desde finales de octubre hasta abril de 1956 trabaja en varios "paisajes interiores" que muestran el interior de La Californie vista bajo los distintos tonos de luz a lo largo del día y en los que la figura de Jacqueline tiene un protagonismo cambiante.

En algunos, su figura centra la composición —Mujer en el taller (Jacqueline Roque), 1956—; en otros, son las grandes ventanas, vistas como vidrieras de una iglesia, las que protagonizan la composición, como en El taller, 1955.

Desde mediados de verano de 1957 Picasso se traslada a las habitaciones del piso superior de su nueva villa, hasta el momento deshabitadas, para poder trabajar con tranquilidad. Desarrolla dos temas a la vez: por un lado retrata aquello que le rodea, como los pichones que vivían en el palomar levantado por él mismo. Por otro, trabaja en una nueva serie con cerca de cuarenta y cinco variaciones en torno a Las meninas de Diego Velázquez (1656), producidas en menos de seis meses entre el verano y el invierno de ese año.

5. El pintor y la modelo – 1961-1972

En septiembre de 1958, cansado de las numerosas construcciones que se levantaban en torno a la bahía de Cannes y de la afluencia turística, Picasso compra el château de Vauvenargues, un castillo del siglo XIV remodelado en el XVII, ubicado en las faldas del monte Sainte-Victoire. Solo tres años después, sin embargo, traslada su residencia a Notre-Dame-de-Vie, una finca en el flanco de una colina de Mougins, donde residirá hasta su muerte. Durante ese período Picasso retoma algunos de los temas esenciales de su producción, y especialmente el del pintor y la modelo, que será el motivo central del Cuaderno 1097, realizado entre el 17 y el 23 de enero de 1964.

En estos dibujos domina la línea, las formas se han simplificado y parecen realizados de forma rápida, a vuela pluma. El estudio sigue siendo el lugar en el que se representa la escena en la aparecen el pintor y su modelo, y continúa teniendo ese peso específico de ser el lugar donde se desarrolla la obra y la vida. Un pintor es un mirón, un voyeur. Le distingue esa intensa observación de lo ajeno. Lo fueron Rafael y Rembrandt, Degas, Delacroix, Manet; también lo es Picasso. Así lo vemos claramente en El pintor y su modelo, obra realizada en 1963, donde los ojos aparecen desproporcionadamente grandes y destacados, más incluso en la representación de la modelo que en la del artista trabajando.

El pintor y su modelo. 1963
La mirada acerca al pintor al objeto que elije observar, que en este caso es la modelo. Pero el artista también necesita distancia para poder representar lo que observa. En ocasiones atisba a la modelo desde fuera del taller; otras, parece entregado a la exaltación creadora, representándose a sí mismo como un anciano o como un joven, resistiéndose a la realidad temporal a la que todos los humanos, artistas y no artistas, están sometidos.

La modelo es más que una modelo posando: realmente es una mujer que se ofrece a los ojos del artista. Es una ofrenda para su mirada, para su observación; una figura de la que también terminará apoderándose el tiempo, pues, a fin de cuentas, la mujer que Picasso pinta es una creación de su mirada en su taller, con sus pinceles.

viernes, 7 de marzo de 2014

Fotos de familia


Durante la ultima década la Agencia Espacial Europea ha publicado semanalmente, casi todos los viernes, imágenes de distintas zonas de nuestro planeta tomadas desde satélites o desde la estación espacial internacional. La de esta semana muestra la península ibérica, incluyendo España y Portugal,  durante la noche. Las partes luminosas indican los lugares donde se sitúan las ciudades o los centros de actividad humana. La gran masa brillante en el centro de la fotografía es Madrid. La costa mediterránea está muy poblada y por ello ciudades como Cartagena, Murcia, Alicante y Valencia destacan con luz propia en la parte inferior derecha. Algo parecido ocurre en el extremo opuesto de la península, en la costa atlántica. Las ciudades portuguesas de Lisboa y Oporto aparecen unidas por una sucesión de poblaciones que resplandecen en la noche.

La imagen, tomada por un astronauta a 400 km de altura,  pone de manifiesto la gran cercanía entre la península ibérica y el norte de África.  Tan solo una delgada línea oscura, el estrecho de Gibraltar, las separa. Otra estrecha franja se observa también en esta fotografía. Aparece en tonos verdes rodeando la curvatura de la tierra. Es la atmósfera que rodea y protege nuestro mundo, en especial a los seres vivos que lo habitan.

En el sitio web de la ESA podemos encontrar todas las fotos que se han ido publicando semana tras semana. Las hay de todos los continentes, mostrando ciudades, cordilleras, desiertos, lagos y todo tipo de accidentes geográficos. En este mundo globalizado podríamos considerar esta colección como una especie de álbum familiar donde recogemos los momentos más destacados de los mejores escenarios de nuestro planeta.