sábado, 24 de marzo de 2018

Adiós a Stephen Hawking

Stephen Hawking experimentando la gravedad cero durante un vuelo a bordo de un avión Boeing 727.
Autor: Jim Campbell/Aero-News Network. NASA

El pasado 14 de marzo (un día muy matemático, el día en que nació Albert Einstein) se produjo la muerte de Stephen Hawking. El 26 de mayo de 1989 se le concedió el Premio Príncipe de Asturias. El Jurado que otorgó el premio acordó “conceder este galardón a Stephen Hawking por su trascendental labor investigadora sobre los fundamentos del tiempo y del espacio, acercando al conocimiento de los hombres las últimas aportaciones científicas sobre el origen y destino del universo, y por el ejemplo de su respuesta a las dificultades que la adversidad puede oponer a la condición humana, contribuyendo así a la lucha en favor del progreso y contra la ignorancia de las religiones". Casi 19 años más tarde las razones para el reconocimiento a este gran ser humano permanecen. La coherencia de su pensamiento y su actitud frente a sus circunstancias vitales se han mantenido intactas.
En 1963, cuando contaba 21 años, le fue diagnosticada una esclerosis lateral amiotrófica, ELA, y los médicos le dieron solo dos años de vida. La evolución de su enfermedad le recluyó a una silla de ruedas y le incapacitó para hablar. Mediante el uso de instrumentos cada vez más sofisticados fue capaz de comunicarse con el exterior ya que su movilidad se redujo progresivamente a la flexión de un dedo, los músculos de sus mejillas y el movimiento de los ojos. Frente a estos aparentemente insuperables obstáculos, su asombrosa determinación, su deslumbrante inteligencia y un impresionante sentido del humor han supuesto un ejemplo, reconocido a escala mundial, de superación apoyada en una curiosidad insaciable y en el insondable poder de la mente.
Su singularidad como mente privilegiada, como ejemplo de lucha y coraje unidos a su capacidad para acercarse tanto física como intelectualmente al gran público le granjearon unas cotas de popularidad inalcanzables para la mayoría de las grandes mentes científicas. La publicación, en 1988 de su libro “Breve historia del tiempo” demostró que era posible convertir un ensayo científico riguroso en un auténtico best seller. Hawking mantuvo a lo largo de su vida esta faceta de divulgador científico explicando periódicamente los resultados de sus investigaciones en otros libros que también alcanzaron gran éxito: “Agujeros negros y pequeños universos y otros ensayos” (en 1993), “El universo en una cáscara de nuez” (en 2001), “Brevísima historia del tiempo” (en 2005), “El gran diseño” (en 2010).  Adicionalmente sus conferencias, documentales, entrevistas periodísticas e, incluso, sus apariciones en populares series de televisión, como The Big Bang Theory, han reforzado su conocimiento y reconocimiento por todas las capas sociales. Muchas de sus citas se han incorporado a la cultura popular y forman ya parte de su legado. Podemos hacer un rápido acercamiento a sus ideas, como homenaje póstumo, a través de algunas de sus más célebres frases.
Uno de los temas sobre los que más fue requerida su opinión es la existencia de Dios. Implícitamente reconoció su existencia en su libro "Breve historia del tiempo" de 1988 cuando al referirse a la razón de ser del universo afirmó: "Si encontramos la respuesta a eso, sería el triunfo definitivo de la razón humana, pues entonces conoceríamos la mente de Dios". Nuevamente hay una referencia positiva en “Lanaturaleza del espacio y el tiempo” de 1996. Dice literalmente: "Einstein estaba equivocado cuando dijo 'Dios no juega a los dados'. La consideración de los agujeros negros sugiere que Dios no solo juega a los dados, sino que a veces nos confunde lanzándolos a donde no se pueden ver". Sin embargo, en tiempo más reciente su opinión sobre la existencia de Dios parece haber cambiado. En "El Gran Diseño" de 2010 afirma categóricamente: “No es necesario invocar a Dios para encender la mecha y darle inicio al Universo". También se manifestó contrario a la transcendencia del ser humano.  En una entrevista del diario The Guardian (15/05/2011) dijo: "Considero al cerebro como un computador que dejará de funcionar cuando fallen sus componentes. No hay paraíso o vida después de la muerte para los computadores que dejan de funcionar.  Eso es un cuento de hadas de gente que le tiene miedo a la oscuridad".
Su buen humor y la aceptación de su propia realidad fueron palpables cuando, en una entrevista concedida a la televisión israelí en 2006 afirmó:  "La desventaja de mi celebridad es que no puedo ir a ninguna parte en el mundo sin ser reconocido. No es suficiente que me ponga gafas de sol y una peluca. La silla de ruedas me delata". Sin embargo, también mostró su deseo de aprovechar su fama para hacer llegar sus ideas a todos al expresar en una entrevista de 2004 con The New York Times: "Quiero que mis libros sean vendidos en los quioscos de los aeropuertos".
Siempre fue claro en sus apreciaciones, independientemente de que fueran agradables o difíciles de aceptar. Reconoció la imperfección del mundo. "Sin la imperfección, ni tú ni yo existiríamos" afirmó en el documental “El universo de Stephen Hawking", Discovery Channel, 2010. Al requerirse su opinión en 2004, en el programa "Ciencia al desnudo" de National Geographic, sobre un hipotético contacto con extraterrestres dijo: "Creo que sería un desastre. Los extraterrestres estarían probablemente muy adelantados respecto a nosotros. La historia de razas avanzadas que conocen a gente más primitiva en este planeta no es muy feliz, y eran de la misma especie”. Tampoco fue muy optimista su opinión sobre el desarrollo de la Inteligencia artificial manifestada por videoconferencia durante el acto de apertura del Web Summit Lisboa 2017: "El desarrollo de la IA podría ser lo peor o lo mejor que le ha pasado a la humanidad. La inteligencia artificial podría significar el fin de la raza humana”. No es este el único peligro para la humanidad anunciado por Hawking. En el documental de la BBC "Expedition New Earth" de 2017 lo dejó muy claro “Nuestra única posibilidad de sobrevivir a largo plazo es la expansión hacia el espacio".
Tampoco rehuyó el tema de su delicada salud y las limitaciones de su existencia vital. A pesar de ello siempre hay un matiz de optimismo en sus manifestaciones. En su entrevista de 2004 con The New York Times puede leerse: "Mis expectativas se redujeron a cero cuando tenía 21 años. Todo desde entonces ha sido un extra". En 2006, en una entrevista con People's Daily Online al ser preguntado por su opinión sobre la eutanasia dijo: "La víctima debe tener el derecho de poner fin a su vida, si así lo quiere. Pero creo que sería un gran error. Por mala que la vida pueda parecer, siempre hay algo que hacer, y tener éxito en ello. Mientras hay vida, hay esperanza". Finalmente, en la entrevista publicada en The Guardian en 2011 confesó: "He vivido con la perspectiva de una muerte prematura durante los últimos 49 años. No tengo miedo de la muerte, pero no tengo prisa. Hay tanto que quiero hacer antes...".
Toda la humanidad ha llorado la muerte de Stephen Hawking. A modo de muestra he recopilado una serie de enlaces a los homenajes que se le han rendido en los medios más conocidos:





Time 















Welt 









viernes, 16 de marzo de 2018

Warhol. El arte mecánico


Esta exposición de Caixaforum propone un completo y variado recorrido que demuestra el desarrollo creativo de este excepcional artista, desde sus inicios como incipiente diseñador gráfico comercial en la ciudad de Nueva York, en los años cincuenta, hasta su muerte en 1987, convertido ya en un mito universal. La muestra subraya varios aspectos de su obra, como por ejemplo la innovadora forma en que Warhol aplica la idea de proceso a su polifacética obra seriada, los fuertes vínculos entre biografía personal y producción artística que la atraviesan y, por supuesto, su originalidad y talento para combinar de un modo transversal y cíclico diferentes técnicas, medios y repertorios iconográficos. De esta forma crea representaciones que son al mismo tiempo canónicas, por formar parte de la historia oficial del arte occidental, y simbólicas, por haberse insertado en el imaginario colectivo popular contemporáneo.
Con un total de 352 obras de arte y todo tipo de productos diseñados y editados, la muestra cuenta con la colaboración del Andy Warhol Museum (Pittsburgh), el Museum of Modern Art (Nueva York), el Centro Georges Pompidou (París) y la Tate (Londres), entre otras numerosas instituciones públicas y colecciones privadas nacionales e  internacionales. La exposición incluye pinturas, esculturas, dibujos, serigrafías, instalaciones audiovisuales, libros de artista, películas, portadas de discos, pósteres, revistas, objetos y material fotográfico y sonoro, que acercan a los espectadores al mundo underground surgido en los inicios de la segunda mitad del siglo XX en Nueva York, cuando Warhol funda su legendario estudio, The Silver Factory.
Están representadas en la muestra todas las etapas del artista, desde sus primeros dibujos en la década de los cincuenta, pasando por muchas de sus creaciones más icónicas —Before and After (1961), Three Coke Bottles (1962), Brillo Soap Pads Box (1964-1968), Gold Marilyn (1962), Liz (1963), Mao (1973), Cow Wallpaper [Papel pintado con vacas] (1966) y un largo etcétera—, hasta el autorretrato de gran formato de 1986, que da la bienvenida a los visitantes en la entrada a la exposición.
También se ha querido hacer especial énfasis en algunas de las más emblemáticas instalaciones de Warhol, como el espacio que acoge las Silver Clouds, realizadas en un material reflectante experimental, fabricado especialmente para el Programa Espacial de la NASA, y que evocan la ligereza de los cielos y la ingravidez del espacio exterior. También se exhibe Exploding Plastic Inevitable, el extravagante espectáculo que incluía actuaciones con The Velvet Underground and Nico y que resultó una auténtica explosión conceptual de sonido y movimiento.
Asimismo, se ha querido incluir un espacio de documentación – procedente de la Colección de Paul Maréchal (Canadá), que recoge multitud de colaboraciones de Warhol para portadas de discos, carteles, anuncios, libros o televisión. Por último, la exposición presenta una sección única de retratos fotográficos del artista realizados por otros artistas, como Dennis Hopper, Philippe Halsman, Duane Michals, Robert Mappelthorpe, Steve Schapiro, Stephen Shore, David Gahr, Santi Visalli y Peggy Jarrell Kaplan.
Un arte paradójicamente poético en su aparente impersonalidad La exposición parte de los inicios profesionales de Warhol en la Nueva York de 1949, cuando Andrew Warhola empezaba una exitosa carrera como diseñador gráfico para revistas como Glamour, Vogue o Harper’s Bazaar, grandes sellos discográficos como Columbia Records o Prestige Records, e importantes marcas comerciales como Tiffany & Co.
Coleccionista empedernido, Warhol también demostró pronto un marcado interés por el arte contemporáneo, que triunfaba por aquel entonces en la ciudad. No tardó en abordar como artista el mundo de las galerías de arte, consagrándose como el artista pop por excelencia en torno a 1960-1961. Lo hizo estetizando productos de consumo, como sus célebres series de las sopas Campbell’s, o transformando en grandes iconos del arte contemporáneo a los mitos del cine de la época, como Marilyn Monroe o Liz Taylor.
El singular punto de encuentro que representó la Silver Factory se convirtió en un laboratorio cultural experimental, a la vez que sede de un nuevo tipo de empresa cultural. Fue el escenario para desarrollar sus radicales proyectos cinematográficos o sus trabajos multimedia como productor musical. Tras superar un intento de asesinato en 1968, Warhol cambió de táctica creativa y se convirtió a sí mismo en personaje. Trasladó la sede de sus operaciones comerciales y estéticas a The Office, un espacio más burgués y ordenado logísticamente. Superada la muerte, se convirtió en un artista-empresario: dirigió la revista Interview, pintó retratos de famosos y respondió a todo tipo de encargos comerciales, hasta su inesperado fallecimiento.
La muestra focaliza la atención en la innovadora forma en que Warhol recoge y actualiza para su tiempo las invenciones industriales del siglo XIX. Usa todo tipo de técnicas y de máquinas, desde la serigrafía hasta la grabadora de vídeo, dando importancia a la edición como principio esencial en su obra, con patrones productivos que él mismo definía como «propios de una cadena de montaje». Por eso llegó a calificar su obra como de arte mecánico, aparentemente impersonal. Así cortocircuitaba la tentación de otorgarle una carga de espiritualidad intencional que cínicamente no quería que se le atribuyera. El silencio nihilista de Warhol, en una obra espectacularmente visual como la suya, es de hecho, y paradójicamente, uno de los factores que dan altura poética a su trabajo.