miércoles, 6 de noviembre de 2019

Ser un ángel / On being an angel


Autoengaño n.º 1, Roma, Italia, 1978 © Courtesy Charles Woodman, The Estate of Francesca Woodman
Francesca Woodman. Ser un ángel / On being an angel, inaugura la temporada de otoño de la Fundación Canal en su sala de exposiciones de Mateo Inurria en Madrid. Se trata de una muestra monográfica del arte único e insinuante de la artista que incluye una amplia representación de su obra con un total de 102 fotografías y 6 cortometrajes. Pese a lo prematuro de su muerte, Francesca Woodman produjo un completo legado fotográfico que destaca por un lenguaje poético y profundamente personal. Con el paso del tiempo, se ha convertido en una de las fotógrafas contemporáneas más estudiadas, influyentes y comentadas.
Francesca Woodman (Denver, 1958 - Nueva York, 1981) comenzó a tomar imágenes en blanco y negro con tan sólo 13 años de edad, cuando una cámara Rollei japonesa de imitación le cambió la vida. Una vida muy breve que se apagó a los 23 años, cuando decidió sentarse en el alféizar de su ventana en el Lower East neoyorquino y se dejó caer al vacío. La juventud de la fotógrafa se menciona prácticamente en todos los textos escritos y testimonios sobre ella. “¿Cómo pudo alguien tan joven crear imágenes de tal potencia y complejidad?”, se pregunta Anna Tellgren, conservadora del Moderna Museet de Estocolmo y comisaria de la exposición, quien recuerda que Woodman es definida como una persona dotada de un talento poco común, como un prodigio: “Sus imágenes remiten a la historia de la fotografía, pero reflejan también su tiempo y abren camino a nuevas interpretaciones. La obra de Woodman parte de un ámbito profundamente personal para acabar teniendo un alcance universal”. Es más, podemos decir que Woodman, al explorar su propia imagen, exploraba su extraordinaria e impetuosa imaginación, lo que la impulsaba a reflexionar en general sobre la técnica de la fotografía.
Sin título, Roma, Italia, 1978 © Courtesy Charles Woodman, The Estate of Francesca Woodman
Quienes la conocieron afirman que siempre estaba trabajando y buscando temas y material para sus fotografías, para las que solía encontrar soluciones inteligentes e ingeniosas. Pese a su juventud, al contemplar sus creaciones nos enfrentamos a un arte excepcionalmente maduro. Explorar la obra estética de Francesca Woodman es un reto y una aventura. Sus imágenes hacen referencia a la historia y a la historia de la fotografía, y son un reflejo de su tiempo que permite continuar lanzando nuevas interpretaciones.
Su trágica muerte en 1981 la convirtió en una fotógrafa de culto que, en la actualidad, sigue generando debate y preguntas sin respuesta. Todo ello forma parte de ese halo de misterio que rodea a su figura y que está presente en cada una de las fotografías de esta exposición, cuyo título hace referencia a uno de los temas preferidos que la artista utilizaba para representar su cuerpo y su rostro: los ángeles, un motivo con el que se identificaba particularmente, tal y como demuestra el alto número de autorretratos realizados bajo esta temática. En cualquier caso, los ángeles que refleja Francesca no son seres alegres y luminosos, sino que les da una vuelta de tuerca y les presenta de forma decadente y misteriosa, a lo que contribuyen las escenografías de entornos abandonados y desoladores de los que los rodea. Durante los breves e intensos años anteriores a su prematura muerte creó una colección de fotografías fascinantes que han sido objeto de muchos estudios en profundidad y exposiciones a gran escala. Su obra fotográfica ha inspirado a generaciones de artistas y fotógrafos de todo el mundo.
Sin título, New York, 1979-80. © Courtesy Charles Woodman, The Estate of Francesca Woodman
Aunque la exposición no se presenta como un recorrido cronológico, la obra de Francesca Woodman suele dividirse en cinco períodos macados por sendos hitos, como son las primeras obras, sus años en la RISD de Providence, su estancia en Roma, sus años en Nueva York -entre 1979 y su muerte en 1981- y su breve paso por la Colonia MacDowell en 1980, como explica Anna Tellgren, comisaria de la muestra. Estos cinco periodos no tienen una correspondencia estilística clara y definida en sus trabajos, pero sí en su recorrido vital y en el ordenamiento de su obra.

Primeras obras
Autorretrato a los 13. 1972. © Courtesy Charles Woodman, The Estate of Francesca Woodman
Criada en una familia de artistas (su padre, George, era pintor y su madre, Betty, escultora y su único hermano, Charles, es videoartista), Francesca mostró un talento precoz para la fotografía desde que a los 13 años su padre le regaló su primera cámara. Con ella lleva a cabo sus primeras obras, retratándose en los lugares en los que pasó su infancia, desde Boulder, el pueblo de Colorado residencia habitual de los Woodman, a Antella, un pueblo de la campiña italiana donde la familia veraneaba. Ya desde sus primeras imágenes Francesca experimenta con los elementos que acabarían componiendo su lenguaje único como el uso del blanco y negro, el formato cuadrado, la querencia por los autorretratos y los juegos de iluminación. De este periodo se pueden observar algunas obras en la exposición que ya dan muestra de su prodigioso y precoz talento para la composición de imágenes únicas como Autorretrato a los 13 años. Antella, Italia o alguna de la serie de instantáneas que tomó en el cementerio de Boulder, Colorado.

Estudios en la RISD de Providence y estancia en Roma
Sin título, Roma, Italia, 1977-78 © Courtesy Charles Woodman, The Estate of Francesca Woodman
La madurez artística la alcanza irónicamente durante lo que se supone que es su periodo de formación, cuando pasa a ser estudiante de la Rhode Island School of Design (RISD) en Providence, Rhode Island, una de las escuelas de arte más antiguas de Estados Unidos. Allí recibió clases del reconocido fotógrafo Aaron Siskind.
Adicionalmente, obtiene una beca que le permite pasar un el curso 1977-78 en Roma, en el marco de un programa para estudiantes destacados. Allí empieza a experimentar en mayor medida con las influencias surrealistas y futuristas, así como los ambientes decadentes.
En otoño de 1978 consigue su titulación en Bellas Artes y expone su serie Swan Song (“Canción del Cisne”, 1978) en la exposición organizada por la RISD para graduados de la escuela en la galería Woods-Gerry.

Etapa en Nueva York y en la Colonia MacDowell
Sin título, New York, 1979. © Courtesy Charles Woodman, The Estate of Francesca Woodman
Acabados sus estudios, Francesca Woodman se traslada a vivir a Nueva York en 1979 con la firme convicción de hacer carrera como fotógrafa. Allí tuvo varios empleos de corta duración como secretaria, asistente de fotógrafo y modelo. En su trabajo como asistente, Woodman conoció a varias modelos con las que colaboraría más tarde en sus particulares experimentos creativos, como por ejemplo la serie Blueprint for a Temple («Plano de un templo») en la que buscaba recrear la fachada de un templo griego utilizando modelos envueltas en togas, a la manera de cariátides, haciendo uso de la técnica de diazotipia y produciendo imágenes en color de gran formato.
Durante el verano de 1980, fue becaria en la Colonia MacDowell en Peterborough, New Hampshire, donde siguió experimentando tanto en temas (por ejemplo, exploró la relación de la naturaleza y el cuerpo) y técnicas como el uso del color.
Los resultados de los esfuerzos de Francesca Woodman por dedicarse profesionalmente a la fotografía no fueron lo inmediatos y exitosos que le hubiera gustado y este sería uno de los detonantes que le acabaría llevando a un estado depresivo que, en última instancia, provocaría su suicidio en enero de 1981.

Las claves de la fotografía de Woodman

Surrealismo
De la serie "Anguilas", Venecia, Italia, 1978. © Courtesy Charles Woodman, The Estate of Francesca Woodman
Sobre todo, a partir de su estancia en Roma, la obra de Francesca Woodman refleja una clara influencia surrealista. Al igual que los más destacados fotógrafos de este movimiento, como Man Ray o Boiffard, Francesca gusta de experimentar con la iluminación o las dobles exposiciones, utilizar símbolos sexuales, dobles de la propia artista o elementos como sombras, espejos, máscaras o animales (como las anguilas), que claramente remiten a la fotografía surrealista.

Ángeles
Ser un ángel n.º 1, Providence, Rhode Island, 1977 © Courtesy Charles Woodman, The Estate of Francesca Woodman
Francesca Woodman trató varias veces a lo largo de su trayectoria el tema de los ángeles, motivo con el que se identificaba particularmente, tal y como demuestra el alto número de autorretratos realizados bajo esta temática.
Los ángeles de Francesca se alejan del concepto luminoso y celestial para mostrarse más bien como seres decadentes, etéreos y evanescentes, rodeados de sus habituales escenografías de edificios abandonados y paredes desvencijadas que se aprecian en la exposición en las instantáneas de las series Angels, On being an angel, From a series on angels y From angel series.

Movimiento

Sin título, Roma, Italia, 1977-78 © Courtesy Charles Woodman, The Estate of Francesca Woodman
Francesca Woodman entendía las fotografías como fragmentos de historias. Por este motivo, muchas de sus instantáneas transmiten una sensación de movimiento, que era la manera que tenía la artista de transmitir el tiempo a través de la imagen fija. Esto se aprecia claramente a lo largo la exposición en imágenes como Sin título, Roma, Italia, 1977-78, en la que la vemos en pleno salto, como si se levantara a sí misma tirándose del pelo, o en sus imágenes de ángeles, en algunas de las cuales se sugiere tanto el movimiento como la capacidad de volar. Por descontado, el movimiento también está presente en la muestra en Selected Video Works («Obras en vídeo seleccionadas», 1976-1978), una colección de seis cortometrajes en los que las fotos de Woodman directamente cobran vida.

Transformación
Desde Space2, Providence, Rhode Island, 1976 © Courtesy Charles Woodman, The Estate of Francesca Woodman
La idea de transformación está muy presente en algunas de las fotografías más icónicas de Francesca Woodman. Cuerpos que emergen (¿o desaparecen?) del fondo, fundidos, metamorfosis… las imágenes de la estadounidense también sugieren movimiento mediante la muestra de un elemento que se está convirtiendo en otro lo que, a su vez, también enlaza de nuevo con la iconografía surrealista.
En la exposición hay ejemplos muy claros de transformaciones en imágenes como Desde Space2, Providence, Rhode Island, 1976, en la que un cuerpo femenino se funde con la pared desvencijada o Sin título, MacDowell Colony, Peterborough, New Hampshire, 1980, en la que la propia Francesca aparece con los brazos cubiertos con la corteza de un árbol remitiendo al mito clásico de la transformación de Dafne en árbol para escapar de la persecución de Apolo.

La mujer
Sin título, 1976-78 © Courtesy Charles Woodman, The Estate of Francesca Woodman
El cuerpo femenino en general, y el de ella misma en particular, es el gran protagonista de la fotografía de Francesca Woodman. La artista utiliza su cuerpo, en ocasiones desnudo, para conectar con el espacio de una forma sorprendentemente original. Sus fotografías, tremendamente desafiantes y desinhibidas, plantean preguntas y están envueltas en un halo de misterio en torno a la representación y esencia de la mujer.
El enigma que siempre rodea a Francesca Woodman incita a que surjan todo tipo de interpretaciones acerca de sus trabajos. En algunas de sus imágenes podemos apreciar como aparece la figura de la mujer de una manera rupturista respecto al rol que tradicionalmente se ha establecido a lo largo de la historia del arte. Algunos autores interpretan estos trabajos como una reivindicación del papel de la mujer en el mundo del Arte, como también hicieron, a finales de los años 70, artistas contemporáneas de la fotógrafa, como Ana Mendieta o Cindy Sherman.
En muchas de las imágenes de esta exposición vemos una mujer desafiante ante el mundo y muy rupturista, como manifiesta la historiadora del arte y activista feminista Abigail Solomon-Godeau, quien destaca la preocupación de Woodman por el cuerpo de la mujer y su posible interés por reflejar la dicotomía sujeto-objeto como una reivindicación llena de matices de la figura de la mujer.

Autorretratos
Sin título, Providence, Rhode Island, 1976 © Courtesy Charles Woodman, The Estate of Francesca Woodman
Si bien, como ya se ha mencionado, las imágenes de Francesca están centradas fundamentalmente en cuerpos de mujer, hay uno que destaca por encima de todos: el suyo propio. Francesca se autorretrató desde sus inicios en todo tipo de poses y posturas. Esto se ha identificado tanto con una constante búsqueda del yo y con la autorreflexión, como con explicaciones más pragmáticas relacionadas con que la modelo más a mano para dar rienda suelta a sus constantes experimentos creativos era ella misma.
Sea cual fuere la razón, el caso es que los autorretratos de Francesca nos han transmitido una imagen sobre la propia artista que en muchas ocasiones se ha interpretado directamente en relación con su prematuro suicidio. Sin embargo, son muchos los expertos en su obra y allegados que invitan a centrarse solo en el contenido de sus fotografías a la hora de analizarlas sin tener en cuenta su trágico final. Por ejemplo, piden valorar los autorretratos de Francesca como fruto de la experimentación de una joven artista que realmente disfrutaba creando y en los que incluso se pueden apreciar muestras de su particular y excéntrico sentido del humor.