viernes, 20 de enero de 2012

¿Vivimos por encima de nuestras posibilidades?



Soy asiduo de varios medios a través de Internet. Y entre ellos El País, ocupa un lugar destacado. De vez en cuando, aparte  de leer las noticias mas destacadas, me entretengo en ver cuales son las noticias mas leídas. Hoy el tema dominante ha sido el cierre de Megaupload  por el FBI. Pero entre múltiples detalles y comentarios sobre este hecho, que algunos pomposamente han bautizado como el comienzo de la I Guerra mundial digital, se cuela,  entre lo mas leído, la opinión de un ciudadano normal, posiblemente muy representativo de un gran número de españoles que sortean/sorteamos la tremenda crisis que nos afecta y que, después de haber "seguido las reglas" nos encontramos con castigo sobre castigo, como consecuencia de que unos cuantos sinvergüenzas no lo han hecho. Y nuestro sistema "democrático", en lugar de hacer pagar a los responsables del desaguisado, pide, a través de nuestro Gobierno democráticamente elegido, que sean/seamos los inocentes los que paguen/paguemos los platos rotos.

El texto al que hago referencia, y que copio a continuación,  tiene como autor a  Francisco Pastor Guzmán, al que no tengo el gusto de conocer, pero cuyas opiniones incluidas en su comunicación a El País comparto. 

"Soraya Sáenz de Santamaría, vicepresidenta del Gobierno, nos pide a los españoles "un esfuerzo más". Alberto Fabra Part, presidente de la Generalitat Valenciana, dice que los valencianos "vivíamos por encima de nuestras posibilidades".

Trabajo desde hace 14 años en I+D y desde hace 10 años lo compatibilizo con unas horas semanales de profesor en la universidad. Me esforcé de niño y adolescente en intentar aprender, sacar buenas notas y pasarlo bien. Me esforcé en la universidad para sacar la carrera y pasarlo bien. Me esforcé luego dando clases particulares y continúo ahora esforzándome en mis dos trabajos. Hace 10 años, junto a mi pareja, compramos un piso que entraba dentro de nuestras posibilidades. Ahora, tras 10 años de esfuerzo, hemos ahorrado el dinero suficiente para pagar lo que nos queda de hipoteca. Llevo años esforzándome y nunca he vivido por encima de mis posibilidades. Podía permitirme coches más caros pero no los he comprado, nunca he pedido un crédito para irme de vacaciones, reformé mi piso cuando tuve dinero para hacerlo. Me esfuerzo en educar a mis hijos lo mejor posible, los llevo a la escuela pública y me esfuerzo en la asociación de padres para ayudar a mejorarla. Cuando mis hijos enferman los llevo a la sanidad pública y si me queda jarabe en casa le digo al médico que no me haga una receta que no necesito.

Ahora estoy a punto de quedarme sin trabajo gracias a los que han vivido "por encima de nuestras posibilidades". Ahora me piden "un esfuerzo más". Yo siempre he pagado puntualmente la hipoteca y lo sigo haciendo así que no he hundido a la banca. Yo no he hecho bajar la Bolsa, no he hundido los mercados, no he inflado la economía, no he especulado con la vivienda, no he organizado carreras de coches en mi ciudad, no necesito un aeropuerto sin aviones, no tengo yate para ver la salida de la Copa América, no he ido nunca a ver la ópera en el Palau de les Arts. Yo no he deteriorado la escuela ni la sanidad públicas, no he tenido becas ni subvenciones, no he cobrado nunca el paro ni he provocado déficit al Estado, la autonomía ni la Seguridad Social. Yo no conozco a Moody's, Fitch ni Standard & Poor's pero sí conozco a los que vivieron por encima de mis posibilidades. Yo no les voté, a mí no me representan.

Soraya, el esfuerzo se lo pides a ellos."

martes, 10 de enero de 2012

Los Reyes Magos


Esto de los blogs es una gran cosa. Porque permite que todo el mundo haga públicas sus ideas, sus creaciones literarias o lo que sea. Al hilo de la reciente celebración de la muy querida fiesta de los Reyes Magos me he encontrado por casualidad con este texto, crítico e irónico, sobre este hecho:

Todo empezó allá por el reinado del romano César Augusto y todo sucedió en uno de sus pequeños protectorados llamado Reino de Judea. Sucedió por aquellas fechas un hecho inaudito:  el nacimiento del hijo de Dios. Tan fausto acontecimiento pasó desapercibido para Augusto y hasta para Herodes, el rey de aquella tribu, pero no para cuatro periodistas (entonces se llamaban evangelistas). Cada periodista busco sus fuentes y escribió su artículo (evangelio en griego) como mejor Dios le dio a entender. Al pié de la letra.
Hete aquí que dos de ellos (los llamaremos Marcos y Juan) consideraron irrelevante contar lo del nacimiento y la niñez de protagonista y lo pasaron por alto. Los otros dos, llamémosles Mateo y Lucas, sí se interesaron por tan trascendente momento y se dieron a ello.
Sí se enteró Mateo que unos magos-brujos de un país del este de Judea habían visto la estrella de David en el cielo y decidieron seguirla ya que los muy astutos dijeron: Dáte, ha nacido el rey de los judíos. Vamos a saludarle. Como las estrellas no se ven de día, debieron caminar sólo de noche y la estrella ir a su paso. Al llegar a Jerusalén la estrella se paró del todo. Los astrónomos fueron a preguntar a palacio ya que buscaban a un príncipe nacido. Herodes preguntó a su señora si había dado a luz esa noche y no.
Vuelta a poner en marcha la estrella y a Belén. La estrella se para encima del domicilio de José y María, que se quedan de piedra porque nadie les había avisado de la visita. El niño Jesús ya tenía dos años y estaba en el patio jugando con las gallinas. Los brujos se disculpan por la tardanza pero es que vivían a trasmano y dos años de ida y dos años de vuelta casi que no les compensaba.
El cabreo de Herodes fue supremo ya que el rey era él, así que se fue para Belén y mandó matar a todos los niños de hasta 2 años. Lástima que Marcos no sabía que el rey Herodes había muerto 6 años antes y por lo tanto ni vio a los brujos ni mató a ningún niño en Belén.
Para Lucas, José tiene la carpintería en Nazaret, a 150 km al norte de Jerusalén, y para hacerle ir a Belén (al lado de Jerusalén) para que nazca allí Jesús, se inventa un censo de Augusto que nunca existió (y los romanos lo escribían todo). Y ello para cumplir con una profecía de un profeta de segunda división que había pronosticado que el rey de los judíos nacería en Belén de la familia de David. 
Lucas hace viajar 150 km a María de nueve meses a un pueblo dónde nunca ha estado y ni tener familia alguna. ¿Es que nadie del pueblo era de la casa de David y por lo tanto pariente lejano de José? Nadie. Al corral. En ambiente tan triste a Lucas no se le ocurre lo de los magos y los regalos (eso es del otro periodista) y sólo tiene a mano unos pastorcillos.

Al leer este “invento” que se dedica a criticar otros supuestos inventos me he preguntado cuanto de verdad histórica existe en la tradición que sobre los Reyes Magos ha llegado hasta nosotros. He descubierto que uno de los mayores investigadores y conocedores de este asunto es Franco Cardini. Se trata de un catedrático de Historia Medieval en la Universidad de Florencia, que también ha sido profesor en la Universidad de Bari y profesor visitante en numerosas instituciones académicas de París, Göttingen, Viena, Madrid, Barcelona, Boston, Burlington, Sao Paulo, Jerusalén y Damasco. Entre sus obras se encuentra un libro publicado hace unos años titulado “Los Reyes Magos, historia y leyenda”.

Cardini explica que la leyenda de los Reyes Magos de Oriente tiene profundas raíces en los mitos antiguos de Oriente Medio, el sur de Asia y la Península Arábiga y se difundió posteriormente a través de la cristiandad, recorriendo singulares caminos. La principal fuente de información al respecto, el origen de todo, es el Evangelio de San Mateo, que se limita a consignar que "unos magos que venían del Oriente", sin especificar cuántos, se presentaron en Jerusalén conducidos por una estrella. El término mago procede del griego, de "magoi", que significa matemático, astrónomo y astrólogo. Es importante precisar que en aquella época la Astrología y la Astronomía no estaban separadas, como sucede hoy en día. Lo que queda claro en el texto de San Mateo es que se trataba de hábiles observadores del cielo. A partir de todo ello, los historiadores consideran que, con el término "mago", Mateo se refería a astrólogos o sacerdotes persas que profesaban el mazdeísmo, religión  basada en las enseñanzas del profeta y reformador iraní Zoroastro (Zaratustra), que reconocen como divinidad a Ahura Mazda, considerado por Zoroastro como el único creador de todo. Esta hipótesis estaría apoyada en el hecho de que los sacerdotes persas del siglo V y VI a. C., ofrecían a su dios (Ahura-Mazda) oro, incienso y mirra, al igual que en el caso de los Reyes Magos.

La imagen que en la actualidad se tiene de los Reyes Magos se iría perfilando con adiciones posteriores. El ascenso de los magos a la categoría de reyes no aparece hasta el siglo II. Será Tertuliano quien afirme que los sacerdotes astrónomos pueden ser también identificados como reyes de sus países. Para ello se apoya en el Salmo 72, 10 que dice “Los reyes de Tarsis y de las costas traerán presentes; los reyes de Sabá y de Seba ofrecerán dones.”

San Mateo tampoco especifica cuántos fueron los magos adoradores de Jesús. De hecho hay evangelios apócrifos que refieren a cuatro, doce, cuarenta o incluso más magos. La primera referencia al hecho de que los Reyes sean tres la ha encontrado Cardini en las catacumbas de Priscilla, en Roma. En esta necrópolis paleocristiana, excavada a partir del II a. C. aparecen las representaciones de tres figuras que desfilan ante la Virgen y el Niño Jesús. En el siglo tercero, el teólogo Orígenes (185-253) indicó que los Reyes Magos eran tres, debido a que fueron tres los regalos que se nombran en el evangelio de San Mateo: oro, incienso y mirra.

Fue San Agustín quien determinó que los monarcas habían llegado hasta Belén montados en dromedarios. Esta precisión se hizo para salvar una incongruencia temporal en la narración de los hechos. De acuerdo a lo que narra la tradición cristiana occidental, la estrella apareció en el cielo en el momento en que Jesús nació, el 25 de diciembre, y los reyes llegaron desde Asia a Belén en 13 días, lo que es difícil de creer para la época. Ante ello, San Agustín dedujo que los tres viajeros debieron montar en dromedarios. Hay que recordar que San Agustín era africano y sabía que eran más veloces que los camellos.

Otro elemento interesante es la localización de la tumba de los Reyes Magos. En el año 300 de nuestra era Santa Elena, madre del emperador Constantino, se dedicó a rescatar reliquias religiosas. Aunque no se sabe cómo, en Saba localizó los cadáveres de los Reyes Magos y ordenó su traslado a Constantinopla, donde permanecieron durante tres siglos en una capilla ortodoxa.  Después, las reliquias fueron trasladadas a Milán para dar prestigio a dicha ciudad. Federico Barbarroja, a mediados del siglo XII, saqueó el norte de Italia y la ciudad de Milán, y se llevó consigo las reliquias y se las regaló a la ciudad de Colonia.

La leyenda de los tres magos atravesó el periodo difícilmente escrutable históricamente de la Alta Edad Media, en medio de las reflexiones de los sabios de entonces que más huella han dejado en la posteridad, como Beda el Venerable o Isidoro de Sevilla y acabaron convirtiéndose en una tradición teológica e iconográfica occidental.  Son un símbolo de todos los paganos que se convierten al cristianismo sin pasar por la tradición judía, de tal suerte que los tres magos son los representantes de todos los pueblos de la Tierra y cada uno de ellos se transforma en rey de uno de los tres continentes conocidos y en encarnación de las razas humanas. Las diferentes caracterizaciones de los reyes son de aparición tardía. En un principio, las tres figuras presentaban rasgos similares y resulta difícil determinar el momento exacto en que se diferencian. Es a partir del siglo XII cuando aparece habitualmente la figura de un mago negro.

En 1306 el pintor florentino Giotto di Bondone incorpora al imaginario la estrella fugaz que guió a los inmortales viajeros. Es él quien, según explica Cardini, introducirá la imagen de la conocida estrella de Belén como una estrella fugaz. En realidad, lo que dibujó el artista italiano fue el cometa Halley, que aquel año fue visto en el cielo de Europa, causando una honda impresión que quedó patente en los escritos de todos los cronistas. Giotto, mientras la mayoría de sus contemporáneos interpretaron la aparición del astro como un mal augurio, decidió invertir la superstición e introdujo la estrella como signo de noticia jubilosa en su cuadro “La adoración de los Reyes Magos”.

Finalmente, en mi búsqueda de datos he encontrado un estupendo documental sobre este tema. Se trata de "El Misterio Melchor, Gaspar y Baltasar" dirigido por Stéphane Bégoin. Esta película documental, con su propio sitio web asociado,  aborda la realidad y la leyenda de los Reyes Magos, respetando el misterio y proponiendo, a la vez, un atractivo juego visual y una mirada contemporánea. Para ello propone una investigación y un viaje, siguiendo el de los propios Magos (y entrevistándonos con los sabios de hoy: historiadores, astrónomos, teólogos, expertos), pero también a través de la Historia del Arte. Siete cuadros de la pintura clásica han sido creados con actores, decorados, vestuario y luces, para introducirnos virtualmente en ellos, descubrir sus secretos y desvelar, en la medida de lo posible, su misterio.