domingo, 27 de febrero de 2011

Una imagen vale más que 1000 palabras

Es una frase muy repetida. No se quien la inventó pero me parece una afirmación difícil de rebatir. Incluso me atrevería a decir que si se suscitara como tema de debate en una clase de lengua en un curso de bachillerato sería prácticamente imposible encontrar a un alumno que, de forma voluntaria, aceptara defender la tesis contraria.
Una imagen puede ser una fotografía, pero también un dibujo o un diagrama. Está demostrado que la transmisión de ideas a través de la escritura se ve enormemente potenciada si es acompañada por imágenes que apoyen los conceptos que se pretende sean asimilados por el receptor de los mensajes. Y esta ventaja se ve incrementada cuando aumenta la complejidad de las ideas en cuestión. 
Imaginemos por ejemplo que pretendemos explicar el concepto de átomo de Bohr. Tendremos que utilizar varios párrafos, cada uno con decenas de palabras para explicar el concepto. Y posiblemente logremos trasmitir la idea pero es seguro que facilitaremos la labor de entendimiento de nuestros lectores si incluimos algún dibujo o esquema.
Todas estas reflexiones se me ocurren después de haber encontrado, casi por casualidad un ejemplo brillante del uso de la imagen para transmitir ideas. Ha sido en uno de los sitios web de General Electric que os invito a visitar siguiendo este enlace. En el mismo se declara que esta compañía se esfuerza por crear visualizaciones que favorezcan el dialogo sobre temas que nos acompañan en nuestras vidas y las condicionan. Por ello animan a los visitantes a utilizar y compartir sus imágenes.
Me ha llamado la atención esta visualización interactiva en la que se relacionan diferentes elementos y actividades comparándolos entre si. El criterio de comparación es la cantidad de CO2 que producen. Interactuando con estos diagramas, casi en forma de juego, podemos adquirir una interesante, y a veces sorprendente, información sobre la cantidad de dióxido de carbono que se libera durante un montón de actividades.
Ya sabemos que cada acción, cada acontecimiento, cada persona, todo en suma provoca la emisión de carbono a la atmósfera. De esta sencilla manera podemos hacernos una mejor idea de la magnitud de las huellas ecológicas de los productos y actividades cotidianos. Requiere menos esfuerzo que leer montones de artículos al respecto. Porque, como decimos al principio, una imagen vale mas que mil palabras.

sábado, 26 de febrero de 2011

Inteligencia única

Comúnmente se entiende por inteligencia la capacidad mental para entender, recordar y emplear de un modo práctico y constructivo, los conocimientos en situaciones nuevas. En 1997, Linda Gottfredson, profesora de la Universidad de Delaware definió la inteligencia humana como "una capacidad mental muy general que, entre otras cosas, incluye la aptitud para razonar, planear, resolver problemas, pensar de forma abstracta, comprender ideas complejas, aprender rápidamente y aprender de la experiencia. No es únicamente aprender de los libros, una habilidad académica limitada, o hacer bien los tests. Por el contrario, refleja una capacidad más amplia y profunda de abarcar lo que nos rodea".
La inteligencia es uno de los temas de estudio más importante de la psicología. Sobre todo durante el último siglo se han realizado importantes investigaciones sobre ella por parte de muy destacados científicos.  Alfred Binet y Théodore Simon desarrollaron a principios del siglo XX los primeros test de inteligencia. Partiendo de ellos el psicólogo alemán William Stern presentó en 1912 la idea del cociente intelectual que desde entonces ha sido utilizado sistemáticamente.
Los estudios posteriores sobre inteligencia derivaron en distintas teorías que parecían señalar la existencia de distintas categorías de inteligencia. Se basaban en la evidencia de determinados sujetos que, destacando enormemente en algunos aspectos, eran normales o incluso mediocres en otros, estando todos ellos asociados a la inteligencia.  Así Robert Sternberg, profesor de la Universidad de Yale, propone una teoría triárquica en la que se distinguen tres tipos de inteligencia:
·        Analítica, permite separar problemas y ver soluciones no evidentes
·        Creativa, para nuevas ideas y resolver nuevos problemas
·        Práctica, implicada en conseguir ajuste al contexto
Otra destacada aportación fue realizada por el profesor de la Universidad de Harvard, Howard Gardner con su teoría de las inteligencias múltiples. Según esta teoría no existe una inteligencia única, sino una diversidad de inteligencias que determinan las cualidades más significativas de cada ser humano. Gardner identifica ocho tipos de inteligencia:
·        Lingüística, capacidad para comprender el orden y el significado de las palabras en la lectura, la escritura, y también al hablar y escuchar.
·        Lógica-matemática, capacidad para identificar modelos, calcular, formular y verificar hipótesis, así como utilizar los razonamientos inductivo y deductivo.
·        Corporal y Cinética, capacidad para realizar actividades que requieren fuerza, rapidez, flexibilidad, coordinación óculo-manual y equilibrio.
·        Visual y espacial, capacidad para presentar ideas visualmente, crear imágenes mentales, percibir detalles visuales, dibujar y confeccionar bocetos.
·        Musical, capacidad para escuchar, cantar, tocar instrumentos.
·        Interpersonal, capacidad para reconocer y responder a los sentimientos y personalidades de los otros.
·        Intrapersonal, capacidad para conocerse a si mismo, plantearse metas, evaluar habilidades y desventajas personales, y controlar el pensamiento propio.
·        Naturalista, capacidad para observar, identificar y clasificar a los miembros de un grupo o especie, e incluso para descubrir nuevas especies. 
Finalmente es necesario citar a Daniel Goleman y su concepto de Inteligencia emocional que ha logrado traspasar el ámbito científico para convertirse en un fenómeno de masas con millones de ejemplares vendidos de su libro publicado en 1995. Según este autor, las características de la llamada inteligencia emocional son: la capacidad de motivarnos a nosotros mismos, de perseverar en el empeño a pesar de las posibles frustraciones, de controlar los impulsos, de diferir las gratificaciones, de regular nuestros propios estados de ánimo, de evitar que la angustia interfiera con nuestras facultades racionales y la capacidad de empatizar y confiar en los demás.
Sin embargo las investigaciones realizadas en la Universidad  de McGill en Canadá, publicadas recientemente,  parecen contradecir estas teorías y apuntar hacia la existencia de una inteligencia general. Mediante técnicas de neuro-imagen se ha establecido la relación entre el grosor de la corteza cerebral y la medida de la inteligencia. Estudios posteriores en niños y adolescentes indican que no parece que exista una colección de capacidades separadas, sino una  capacidad general (llamada g) que condiciona el rendimiento en las variadas situaciones en las que se usa inteligencia.
Parece muy probable que futuras investigaciones logren una síntesis que concilien las teorías basadas en las estadísticas de numerosas experiencias y las observaciones biológicas sobre el funcionamiento del cerebro.   

miércoles, 23 de febrero de 2011

Hoy hace 30 años

Llevaba más de un año trabajando en la empresa. Ya me movía con bastante soltura. Todavía añoraba la libertad de los tiempos de la Universidad. De hecho no había roto del todo los lazos con ella. Seguía siendo idealista en cuanto a lo de aplicar en la práctica las teorías aprendidas. Por aquel entonces el horario de trabajo suponía salir por las tardes a las 6 y media, excepto los viernes que no se trabajaba por la tarde.

Hace 30 años era lunes. En la sala donde yo estaba trabajábamos 6 personas. Sólo había un teléfono que compartíamos entre todos. Ya estábamos a punto de acabar la jornada. Cuando sonó el teléfono. Lo cogió Fernando que estaba mas cerca. En cuestión de segundos lo colgó y nos dijo con evidente preocupación: “Mi madre me ha dicho que por la radio ha oído que hay tiros en el Congreso”.

Los que estábamos allí compartimos durante unos minutos las mismas zozobras. Todos habíamos salido de la Universidad pocos años antes. Todos habíamos vivido los últimos años del franquismo y el nacimiento del nuevo estado democrático. El interés por los acontecimientos políticos era enorme. No en vano conservábamos la ilusión de estrenar  el uso de los derechos democráticos.

Tampoco la noticia suponía algo absolutamente impensable. Se sabía que había habido varios intentos de conspirar contra el nuevo régimen por parte de los que en aquel entonces conformaban lo que se había dado en llamar el “bunker”. Pero nunca habíamos llegado a creer que tuviéramos que enfrentarnos realmente a algo semejante a lo que la madre de nuestro compañero acababa de comunicarle por teléfono.

Me fui a casa en metro, como todos los días. Tenía prisa por llegar. En principio la ciudad seguía igual. No había ningún signo que manifestara un impacto de los acontecimientos que ocurrían en la Carrera de San Jerónimo sobre el desarrollo de las actividades normales. El tráfico era normal. Al entrar en el metro tampoco vi nada especial. La frecuencia de trenes era la habitual, no había aglomeraciones en los andenes. Una vez ya en el vagón, camino de casa, observé a mí alrededor. La gente, obviamente informada de lo que sucedía, me parecía cabizbaja, muy preocupada.

Al llegar a casa y reunirme con el resto de la familia se relajó la tensión inicial. Por lo menos, todos estábamos bien y juntos. Hubo bastantes llamadas telefónicas interesándonos por el paradero de familiares y amigos. Y, por supuesto,  todos volcados en la radio y la televisión. Esperando noticias de la evolución de los hechos. Al principio mucha confusión. Estaba claro que la clave estaba en la actuación de las Fuerzas Armadas. Las noticias de Valencia eran muy inquietantes.

En la familia las opiniones eran diversas. Los mayores, los que habían vivido la guerra civil, pensaban en una nueva aparición de los fantasmas del pasado. Los más jóvenes éramos más optimistas. España ya no era la de entonces. No podía ser que en el entorno económico y cultural de 1981 se dieran las mismas circunstancias que cincuenta años atrás. Posiblemente no queríamos ni tan siquiera admitir la posibilidad de una involución. Peo todos éramos conscientes de estar viviendo un momento decisivo para nuestra futura forma de vida.

Por supuesto nadie podía irse a dormir con tal incertidumbre. Todos, el país entero, compartimos unas horas cruciales que, acertadamente, fueron denominadas “la noche de los transistores”. Cuando por fin, pasada la una de la madrugada, apareció el Rey en la televisión y pronunció su discurso de apoyo a la Constitución y condena  a los golpistas todos nos sentimos mucho más seguros sobre el desenlace de aquella triste historia. Nos fuimos a dormir. Cuando sonó el despertador, a las 7, lo primero fue poner la radio. Aunque todavía Tejero y sus secuaces seguían manteniendo en el Congreso como rehenes a los Diputados y al Gobierno ya había muchos indicios que apuntaban hacia el fracaso del golpe.

Me fui a trabajar. También hubo quien se llevó una radio a la oficina y continuamos así el seguimiento de los acontecimientos. La salida vergonzosa de alguno de los sediciosos por las ventanas del edificio de las Cortes y, sobre todo, la liberación de todos los secuestrados supuso el final de las mayores preocupaciones. Y luego todo fue jubilo, alegría y orgullo. Gracias a la inteligencia y la pericia de unos cuantos profesionales de la radio y la televisión todo estaba grabado. No era necesario recurrir a versiones más o menos subjetivas. Había imágenes y sonido reales de lo que había pasado.  

A mi me emocionaron, y me siguen emocionando,  las imágenes y los sonidos que demuestran la actuación de los que allí estaban y la dignidad con la que políticos de todas las ideologías defendieron la fuerza de la razón sobre la razón de la fuerza.  La imagen de Tejero intentando derribar, sin conseguirlo, al General Gutiérrez Mellado;  el apoyo inmediato de Adolfo Suarez al General ante el intento de agresión; la actitud serena de Carrillo permaneciendo sentado en su escaño mientras la inmensa mayoría buscaba refugio ante las ráfagas del asalto inicial; el enfrentamiento con Tejero cuando Manuel Fraga le dijo “No paso por esto. Es una traición a España en estos momentos… Yo ya no aguanto más... Disparen contra mí”.

Y España siguió adelante. Ya no hubo más miedos a la involución. El país se enfrentó a muchos y muy difíciles problemas. Pero siempre desde la normalidad democrática. El intento del 23 de febrero de 1981 se ha interpretado en muchas ocasiones como una vacuna que nos libró de posibles enfermedades posteriores. Y ahora, treinta años después, todos nos felicitamos del desenlace de aquel momento, sin duda histórico, que nos tocó vivir.



sábado, 19 de febrero de 2011

La singularidad que viene

La portada del ultimo número de la revista TIME me ha resultado de lo mas inquietante. Un gran titulo anuncia 2045: El año que el hombre se hace inmortal. Esta historia de portada se desarrolla en el interior en un extenso artículo en el que se explican las razones y consecuencias de lo que se ha dado en llamar singularidad tecnológica.

El articulo de TIME comienza exponiendo la evidente aceleración del cambio tecnológico habido en la historia de la humanidad. Desde que se produjo la revolución agrícola fueron necesarios 8.000 años para alcanzar la revolución industrial. 120 años más tarde se inventó la bombilla eléctrica. Desde entonces transcurrieron 90 años hasta la llegada del hombre a la Luna. Internet aparece tan solo 22 años mas tarde y en 9 años más se consigue la secuencia del genoma humano. 

También se repasa el crecimiento de la potencia de cálculo de los ordenadores que, como consecuencia del cumplimiento observado de la Ley de Moore, determina la disponibilidad de elementos tecnológicos que propician el acercamiento de forma exponencial hacia una singularidad cada vez mas próxima. 

El término singularidad tiene un claro significado matemático. En este ámbito, prescindiendo de definiciones formales precisas, se entiende que una función presenta una singularidad cuando al asignar unos determinados valores a las variables independientes aparecen en la función comportamientos inesperados.  En el campo de la física se dan fenómenos descritos como singularidades. Quizá entre los mas conocidos se encuentra el fenómeno de los agujeros negros en los que se producen singularidades en el espacio-tiempo que determinan valores extraordinarios de parámetros gravitatorios.

La singularidad tecnológica es un concepto reciente. Se basa en la idea desarrollada en 1965 por el matemático británico Irving John Good en los siguientes términos: Supongamos que existe una máquina ultra-inteligente. Se define una máquina ultra-inteligente como aquella que supera sobradamente todas las actividades intelectuales del cerebro humano. Dado que el diseño de máquinas es una de estas actividades intelectuales, una máquina ultra-inteligente podría diseñar maquinas aun mas inteligentes que ella misma lo que conduciría a un proceso de explosión de la inteligencia que dejaría muy atrás a la inteligencia humana. Esto implicaría que la invención de la primera máquina inteligente sería la última invención realizada por la especie humana.

Vernor Vinge en 1982 acuñó el término singularidad tecnológica asociándolo a la aparición de sistemas de inteligencia artificial que superarían en capacidad a la inteligencia humana. Serian capaces de producir inteligencias aun superiores que de forma exponencial generarían la singularidad en el crecimiento tecnológico.

Entre los teóricos de la singularidad tecnológica destaca Raymon Kurzweil que en sucesivos libros ha desarrollado progresivamente sus avanzadas ideas. En 1990 publicó The Age of intelligent Machines, que fue seguido en 1999 por The Age of Spiritual Machines. Finalmente, en 2005 publicó The Sigularity is Near: When Humans Transcend Biology. En ellos se describe la singularidad como el resultado del desarrollo de tres importantes tecnologías: la genética, la nanotecnología y la róbotica basada en la inteligencia artificial. Los postulados centrales de su último libro son
1.     La singularidad como punto límite de la evolución tecnológica existe y es alcanzable en el próximo futuro por la humanidad.
2.     Se esta cumpliendo la ley de avance acelerado por lo que la tecnología avanza hacia la singularidad de manera exponencial
3.     La funcionalidad del cerebro humano es medible respecto a la tecnología que puede ser desarrollada en el futuro cercano.
4.     Los avances médicos harán posible que un número significativo de los humanos de esta generación asistan al momento en el que se produzca la singularidad.

viernes, 18 de febrero de 2011

Virus durante 25 años

Hay veces que parece que una cosa es muy moderna, incluso reciente. Y sin embargo no es así. Pongamos por ejemplo, Internet. ¿Cuánto tiempo hace que tenemos Internet? O los teléfonos móviles. ¿Cuánto tiempo hace desde que tuviste tu primer móvil? Se trata solo de dos ejemplos de elementos que parecen indispensables en nuestra vida cotidiana. Y que sin embargo no hace tanto tiempo que nos acompañan. ¿O quizá sí?

Todas estas reflexiones vienen a cuento porque esta mañana he recibido por correo electrónico la referencia de un video muy interesante que recoge la historia de los virus informáticos. Lo que mas me ha sorprendido es que en el video se habla del primer caso como ocurrido ¡hace 25 años! No pensaba yo que estos molestos compañeros de viaje hubieran estado con nosotros durante tanto tiempo.

Al principio los virus tenían que pasar de un ordenador a otro a través de los disquettes, que los enterados de la época llamaban “floppy disks”, porque no existía ningún otro modo de conexión entre los ordenadores personales. Luego surgieron las redes locales y los virus encontraron más vías de propagación. Finalmente la llegada de Internet supuso un vehículo totalmente idóneo para la difusión viral.

También en cierto que en la actualidad los virus son ya considerados como una variedad muy antigua de un conjunto de especímenes software que nos traen por la calle de la amargura a los sufridos usuarios de a pie de los ordenadores. Tienen nombres muy llamativos como gusanos, troyanos, puertas traseras, botnets. Los que saben de esto los suelen agrupar bajo el nombre de malware.

Mi reflexión final viene a ser una especie de reconocimiento de la dualidad, del ying y del yang, en todos los aspectos, incluidos los avances tecnológicos más actuales. Desde el comienzo del uso de los ordenadores personales (lo positivo), aparecieron los virus (lo negativo). Y a medida que esta magnífica herramienta ha evolucionado y se ha perfeccionado, paralelamente lo han hecho los modernos descendientes de aquellos primeros virus de hace 25 años… 

sábado, 12 de febrero de 2011

2011 es un año especial

Cada vez uso más mi portátil. Sobre todo desde hace 3 o 4 años. Creo que ya he comentado en alguna ocasión que, por cuestiones de trabajo, tengo que asistir a bastantes reuniones. En las reuniones europeas se empezó a poner de moda asistir con portátiles. Parecía un signo de modernidad luego si no llevabas uno eras un antiguo. De hecho empecé a observar un curioso fenómeno. La gente llegaba muy pronto a las reuniones. ¿A que se debía? Por entonces, y todavía ahora, raro es el portátil cuyas baterías aguantan más de 3 horas continuas de funcionamiento. La gente llegaba pronto a las reuniones para situarse cerca de las tomas de corriente y poder conectar los alimentadores de sus portátiles.

Ahora ya nadie va sin portátiles a tales reuniones. Y un requisito fundamental de las salas donde se celebran es estar dotadas de varias regletas de tomas de corriente. Ese requerimiento ya esta superado. La tendencia actual es dotar a todas las salas de reuniones de conexión wi-fi situando en algún panel visible los datos necesarios para usarlas. Estoy por asegurar que en poco tiempo será otro requisito imprescindible.

Volviendo al uso generalizado de los portátiles, Descubrí que se podía sacar mucho partido usando un portátil en las reuniones. Acabé con el papel. En lugar de transportar una carpeta con los documentos que se usaban en la reunión, copiaba todos los documentos, en formato electrónico, en una carpeta del ordenador. Ordenando adecuadamente las carpetas podía tener accesibles no solo los documentos de una reunión sino todos los documentos de todas las reuniones. Esto, unido a las herramientas de búsqueda del ordenador supone una baza formidable a la hora de apoyar tus argumentos buscando la coherencia con las decisiones ya tomadas en otras reuniones pasadas de la misma serie o en otros foros relacionados.

Para completar la independencia de los papeles solo hace falta tomar las notas de la reunión sobre un documento Word. Esto facilita enormemente la preparación de informes o documentos  porque buena parte de los textos se elaboran directamente, sin necesidad de capturarlos posteriormente.

A pesar de todo todavía en algunas ocasiones hay que recurrir al bloc de notas. Sobre todo en algunas reuniones locales donde el uso del ordenador no esta tan generalizado y resulta un tanto presuntuoso el comportamiento antes descrito. Ayer fue una de esas ocasiones. Hay que reconocer que a todo se le puede encontrar el lado bueno. Gracias a tener que usar el procedimiento arcaico, me di cuenta de algo que no me pasa al escribir en ordenador porque te pone la fecha automáticamente. Ayer al tomar notas escribí la fecha. Y me di cuenta de que se trataba de un capicúa 11.2.11.

Me gustan los números. No soy numerólogo. Pero siempre, desde pequeño, me han llamado la atención las combinaciones o las propiedades de los números. Cuando, siendo adolescente, empecé a salir algunos de los chicos de mi pandilla me llamaban el calculólogo. Y no me molestaba demasiado. Ayer, al ver la fecha escrita reflexioné sobre las consecuencias numéricas de estar viviendo en 2011. Esta claro que me estoy haciendo bastante viejo. Porque si no ¿como se explica que en su momento no cayera en la bonita fecha de mi cumpleaños ocurrido hace un mes? Solo una vez en la vida se cumplen años el 11/1/11.  También será muy especial este año para los que su cumpleaños sea el 11/11/11.
Ahora que lo pienso, en una de mis entradas hablé del día del armisticio que se celebra el 11 de Noviembre recordando que a las 11 horas del 11 de Noviembre de 1918 se firmó el armisticio que significó el final de la primera guerra mundial. Este año será interesante vivir esa conmemoración. Sobre todo cuando sean las 11:11:11 horas del 11/11/11.

lunes, 7 de febrero de 2011

La madre exigente

Todo empezó el pasado 8 de enero cuando el Wall Street Journal publicó un artículo titulado ¿Por qué las madres chinas son superiores? Su autora, Amy Chua aunque nacida en Estados Unidos es hija de inmigrantes chinos. También es profesora de Derecho en la Universidad de Yale.  En este artículo a defendía la tesis de la superioridad de los métodos educativos de las familias chinas sobre los de las familias occidentales. Ponía como ejemplo su propio caso. Amy impuso a sus dos hijas, durante su niñez y adolescencia,  muchas restricciones como por ejemplo: No asistir a fiestas ni dormir en casa de sus compañeros, no ver la televisión o jugar con videojuegos,  sacar siempre notas superiores a notable,  solo tocar instrumentos musicales de gran dificultad como el piano o el violín.

En términos generales los padres chinos demandan mucho más de sus hijos que los occidentales. Los padres chinos exigen a sus hijos que obtengan las máximas calificaciones en el colegio porque piensan que pueden conseguirlas y, si no las logran es porque no se han esforzado lo suficiente. Estas actitudes están basadas en principios básicos de la cultura china: Los padres chinos creen que sus hijos les deben todo y por ello deben dedicar sus vidas a recompensarles obedeciéndoles y haciendo que se sientan orgullosos de ellos. Los padres chinos piensan que solo ellos saben lo que es mejor para sus hijos y por ello ignoran sus deseos o preferencias.

El mencionado artículo en el WSJ tan solo era una especie de calentamiento de motores para el lanzamiento, el 11 de enero, de un libro de la misma autora titulado La canción de batalla de una madre tigre  ("Battle Hymn of the Tiger Mother"). Tanto el artículo como el libro han levantado una enorme reacción contraria, primero en los Estados Unidos y posteriormente en Europa y se ha abierto una importante polémica sobre las bondades y desventajas de los distintos sistemas educativos.

El 17 de enero, David Brooks, uno de los más reputados columnistas del New York Times publicó en este periódico un artículo sobre el revuelo organizado por la señora Chua. Opina que en realidad esta sobreprotegiendo a sus hijas porque al exigirles una dedicación exagerada a las cuestiones académicas las mantiene alejadas de los retos realmente difíciles. Según Brooks practicar una pieza musical durante muchas horas todos los días es duro pero mucho menos que enfrentarse a una fiesta de pijamas de chicas de 14 años. La gestión de las distintas ambiciones, la negociación de las dinámicas de grupo, el buen uso de las normas establecidas, entre otras pruebas sociales, requieren esfuerzos mucho mas intensos que una sesión de tutoría de Yale. Y siendo importante adquirir los conocimientos y habilidades que forman parte de una carrera académica, lo son aun más los conocimientos adquiridos por la experiencia de la interacción con los demás. Acaba concluyendo que si Amy Chua hubiera cultivado estas habilidades habría sido capaz de anticipar las consecuencias de la publicación de sus ideas.

En cualquier caso la notoriedad alcanzada por esta profesora de Yale ha sido tal que la gran polémica suscitada ha sido tema de portada de la edición USA de la revista TIME en su número del 31 de enero. Entre muchos otros comentarios se mencionaba que al menos el debate ha puesto de manifiesto la excesiva permisividad de algunos padres norteamericanos que permiten que sus hijos desperdicien la mayor parte de su tiempo en Facebook o jugando con videojuegos en lugar de aprovecharlo para prepararse para el mundo futuro que les tocará vivir. El esfuerzo y la capacidad de adaptación serán vitales para sobrevivir en una economía global.

sábado, 5 de febrero de 2011

Último tango de María Schneider

Cuando se estrenó El último tango en París, en España no había un sistema democrático de gobierno. Entre otras muchas cosas, la dictadura determinaba la censura previa de las películas que se proyectaban en salas comerciales. Eso significó que El último tango en París no se pudo exhibir en España al mismo tiempo que en los países europeos occidentales.  El alto contenido erótico y los abundantes desnudos contenidos en la película causaron gran impacto en la sociedad de la época. Como eco de ello fueron muchos los españoles que viajaron a Francia con el solo propósito de ver la película. El ejemplo más repetido fueron los innumerables autobuses fletados al efecto que tenían su destino final a las puertas de los cines de Perpiñan que proyectaban la película. 

Yo no fui a Perpiñan. Pero sí fui a ver la película cuando se proyectó en Madrid. Además en circunstancias un tanto especiales.

Estaba yo entonces haciendo el Servicio Militar en Cerro Muriano, en la Sierra de Córdoba. Nos dieron los típicos pases de fin de semana. Suponía la libertad desde el viernes por la tarde hasta la noche del domingo. Aquella vez me trasladé a Madrid en auto-stop. Por entonces el auto-stop no estaba prohibido y era muy usado por los que, como era mi caso,  no tenían demasiado dinero. Tuve suerte, al poco tiempo de colocarme al borde de la carretera haciendo el famoso signo del pulgar un camión se paró a mi lado. Dió la casualidad de que viajaba directo a Madrid.

El camionero fue muy amable. Recordaba sus tiempos de la mili y pudimos intercambiar muchas anécdotas. Me dijo que solo aceptaba auto-estopistas que fueran reclutas porque eran de fiar. Poco a poco, a velocidad de camión, se fue haciendo el camino. Aún así  a las 2 de la mañana todavía nos quedaban algo mas de 100 Km. para llegar a Madrid. Mi amigo el camionero sugirió que, puesto que nos daba igual llegar a las 4 que a las 8, paráramos a dormir unas horas porque estaba muy cansado. Me pareció buena idea. Era mas prudente para la conducción y yo no tenía que gastar dinero en taxi para llegar a casa y despertar a mi familia a horas intempestivas.

El camionero paró en un lugar seguro, donde había muchos mas camiones aparcados, y se acomodó en la litera de la parte trasera de la cabina. Yo me abrigué con la manta que me ofreció y me dispuse a dormir en el enorme asiento del copiloto. No era una posición incómoda pero, seguramente por la falta de costumbre, fui incapaz de pegar ojo durante las cuatro horas que estuvimos allí. Fue en esa vigilia cuando se me ocurrió que, al llegar a Madrid, llamaría a mis amigos de la Facultad y les propondría ir a ver la tarde del sábado la El último tango en Paris.

Así fue.  Quedamos para ir a sacar las entradas y tomar una caña antes de comer. Es fácil adivinar que había bastante demanda por lo que la sesión de tarde estaba completa. Decidimos ir a la de noche que empezaba a las 22:30. Lo que ocurrió, aunque previsible, no dejó de sorprenderme. Me dormí durante la mayor parte de la película. A pesar de su alto contenido erótico, de los desnudos, de estar en un permiso corto de la mili que había que aprovechar al máximo, pudo más el cansancio provocado por las muchas horas sin dormir consecuencia de mi viaje en camión desde Córdoba.  

Todos estos recuerdos me han venido a la memoria al conocer la noticia de la muerte de María Schneider el pasado 3 de febrero, a punto de cumplir los 59 años de edad, provocada por un cáncer. María Scheneider protagonizó, junto a Marlon Brando, El último tango en Paris allá por los años setenta del pasado siglo XX.