lunes, 2 de abril de 2018

El Abel 2018 para Langlands


Robert Langlands ha sido proclamado recientemente ganador del premio Abel 2018. Este galardón, concedido por la Academia Noruega de Ciencias y Letras está dotado con 6 millones de coronas noruegas (unos 625.000€). Se le considera equivalente en el campo de las matemáticas al Premio Nobel que no tiene establecido un premio para esta rama de la ciencia.

Robert Phelan Langlands nació en New Westminster, Greater Vancouver, Canada, en 1936. A los 9 años se trasladó con sus padres a una pequeña localidad cercana a la frontera con Estados Unidos. No tenia intención de realizar estudios universitarios. Pero uno de sus profesores del colegio le indico que, de no hacerlo, desperdiciaría el talento del que estaba dotado.  Langlands entró a los 16 años en la Universidad de British Columbia donde logró un máster en matemáticas en 1958. Después se doctoró en la Universidad de Yale. En 1960, Langlands se trasladó a la Universidad de Princeton como instructor. Allí se encontró con destacados matemáticos como Atle Selberg, André Weil y Harish-Chandra, que trabajaban en el cercano Instituto de Estudios Avanzados. Se interesó especialmente por el trabajo de Harish-Chandra sobre formas automorfas, aunque también estudiaba otras áreas como la teoría de cuerpos de clases sobre la que impartió un curso animado por su colega Salomon Bochner. En 1962, Langlands fue elegido miembro de la Escuela de Matemáticas del Instituto de Estudios Avanzados. Durante las vacaciones de Navidad de 1966, Langlands desarrolló el concepto de “funtorialidad”, un mecanismo para relacionar ideas de la teoría de números con las formas automorfas. En los primeros días de 1967 se encontró con Weil en un pasillo y comenzó a explicarle sus descubrimientos. Weil le sugirió que se los escribiera en una carta.  

Surge así uno de los más famosos documentos de la matemática moderna. Una misiva de 17 páginas que arrancaba con unos párrafos, ya legendarios, que mostraban la modestia de su autor. “Profesor Weil: Como respuesta a su invitación le adjunto la siguiente carta. Tras escribirla me he dado cuenta de que difícilmente contiene una sola afirmación de la que esté seguro. Si la lee como pura especulación le estaré agradecido; si no es así, estoy convencido de que tendrá una papelera a mano para disponer de ella”. Langlands escribió la carta a mano. La transcripción a máquina de la misma, ordenada por Weil, fue ampliamente difundida entre los círculos matemáticos. Durante los años siguientes, la carta les proporcionó a muchos de ellos una serie de problemas nuevos, profundos e interesantes. El contenido de esta carta transcendental incluía una teoría creadora de una nueva vía del pensamiento matemático. Establecía una profunda relación entre dos áreas que hasta entonces se habían considerado independientes: la teoría de números y el análisis armónico. Este planteamiento radical junto con los mecanismos propuestos para enlazar estos dos campos de las matemáticas son el origen del programa de Langlands en el que han trabajado cientos de las mejores mentes matemáticas del mundo durante los últimos cincuenta años. Se trata sin duda del proyecto mas amplio y que mayores resultados ha obtenido en el desarrollo moderno de las matemáticas. Algunos de los galardonados con las Medallas Fields, Laurent Lafforgue en 2002 y Ngô Bảo Châu en 2010, obtuvieron este reconocimiento al haber demostrado conjeturas de Langlands. El programa se extiende en la actualidad sobre tantos campos diferentes de las matemáticas que a menudo es considerado como la búsqueda de la “gran teoría unificada de las matemáticas”, término popularizado por Edward Frenkel en su libro “Love and Math, The heart of hidden reality”.

Los matemáticos siempre se han interesado en la búsqueda de patrones en los números primos. Los números primos son como los átomos de la teoría de números, las piezas básicas con las que se fundamenta el estudio de la aritmética. Hay un número infinito de números primos que parecen estar distribuidos aleatoriamente entre todos los números naturales. El descubrimiento de pautas en los números primos, como por ejemplo su frecuencia de aparición (tema de la famosa hipótesis de Riemann) es necesario para relacionarlos con otros campos. Se podría considerar que los números primos son una especie de texto cifrado que, una vez aplicada la clave correcta, se convierte en un hermoso mensaje.
Un aspecto interesante es que algunos números primos pueden expresarse como la suma de dos cuadrados. Los primeros ejemplos son:
5 es un número primo resultado de 22 + 12
13, resultado de 32 + 22
29, resultado de 52 + 22.
En el siglo XVII los matemáticos descubrieron que todos los primos que podían ser expresados como suma de dos cuadrados compartían otra propiedad: al ser divididos por cuatro siempre tenían resto uno. De esta manera empezó a descubrirse una estructura oculta relacionada con los números primos.  Carl Friedrich Gauss generalizó esta sorprendente conexión formulando una ley que ligaba ciertos números primos (aquellos que eran suma de dos cuadrados) con los que poseían una determinada característica (al dividirlos por 4, su resto era 1). En sus Disquisitiones Arithmeticae (1801), estableció su teoría de la aritmética modular y presentó la ley de reciprocidad cuadrática, su teorema fundamental que versa sobre la resolución de ecuaciones mediante el uso de la aritmética modular. Veamos la ecuación cuadrática x2 + x + 1 = 0. Si consideramos la aritmética modular de módulo 3 (solo usamos los números 0, 1 y 2), entonces la ecuación tiene como solución = 1, ya que 12 + 1 + 1 = 3, que es lo mismo que 0 (en módulo 3).
En su carta, Langlands propuso una importante extensión de la reciprocidad descubierta por la ley de Gauss. El trabajo de Gauss se aplicaba a ecuaciones cuadráticas. Langlands sugirió que los números primos codificados en ecuaciones de mayor grado (como las cúbicas) deberían estar en una relación recíproca con el lejano campo del análisis armónico que se usa a menudo para resolver problemas en física.
Por ejemplo, los científicos del siglo XIX descubrieron con sorpresa que, cuando observaban la luz de las estrellas a través de un prisma, no encontraban un espectro continuo de colores. Por el contrario, el espectro se interrumpía de vez en cuando por líneas negras. Es lo que ahora se conoce como espectro de absorción.  Pronto se dieron cuenta de que las líneas perdidas de luz habían sido absorbidas por los elementos químicos de las estrellas. Este descubrimiento hizo evidente que las estrellas están hechas de los mismos materiales que nuestro planeta.  Simultáneamente las líneas del espectro fueron objetos de interés para los matemáticos. Las longitudes de onda ausentes generaron una secuencia de números (las frecuencias de la luz ausente) que los matemáticos analizaron. También trabajaron en un nuevo tipo de ecuaciones, inspiradas por temas físicos, pero derivadas del análisis y la geometría. Apoyándose en estas nuevas ecuaciones se desarrolló el estudio de las nociones paralelas de los espectros de absorción.
El programa de Langlands relaciona los valores primos de las ecuaciones polinómicas con los espectros de las ecuaciones diferenciales estudiadas en análisis y geometría. Establece que debe haber una relación recíproca entre ambos. Como consecuencia, deberíamos poder caracterizar los números primos que aparecen en configuraciones específicas al determinar los números que aparecen en los espectros correspondientes.
En la actualidad, los matemáticos que trabajan en el programa de Langlands intentan demostrar estas relaciones y muchas otras conjeturas semejantes. Al mismo tiempo, se usan las conexiones de Langlands para intentar resolver problemas que no encontrarían solución por otros métodos. El logro más famoso a este respecto es la demostración que Andrew Wiles realizó en 1995 del último teorema de Fermat.  Parte de esta demostración se apoya exactamente en el mismo tipo de relación entre la teoría de números y el análisis matemático que Langlands había establecido varias décadas antes. El programa de Langlands se ha ampliado considerablemente desde su formulación. Sin embargo, dejando a un lado todo el complejo aparataje desarrollado partiendo de la visión de Langlands, el objetivo fundamental sigue orientado a la resolución de los problemas más básicos de las matemáticas.
Además del reciente premio Abel, Langlands acumula muchos otros reconocimientos, incluyendo entre ellos el primer premio en Matemáticas concedido por la US National Academy of Sciences en  1988 “por su extraordinaria visión”, el Premio Wolf en 1996 compartido con Andrew Wiles por su “trabajo de apertura de nuevos horizontes ”, el Premio Steele en 2005 de la American Mathematical Society, en Premio Nemmers de Matematicas en 2006 y el Premio Shaw de Ciencias Matemáticas en 2007 (compartido con Richard Taylor).
Casado a los 19 años con Charlotte Lorraine Cheverie mientras realizaba sus estudios en la Universidad de British Columbia es padre de cuatro hijos y abuelo de varios nietos. A sus 81 años continúa trabajando en el Instituto de Estudios Avanzados como Profesor Emérito ocupando el mismo despacho que en su día usó Albert Einstein.  

domingo, 1 de abril de 2018

Hagamos que la vida sea multi-planetaria



Últimamente hay una sensación muy pesimista sobre el futuro de la humanidad en nuestro planeta. Cada vez son más los pensadores, filósofos, científicos y otros especialistas que pronostican la imposibilidad, en un futuro no muy lejano, de supervivencia de nuestra especie en la Tierra. Son varios los factores que determinan estos augurios tan negativos. Por una parte, está el abuso que hacemos de los recursos del planeta. Por otra, la dinámica social que incrementa cada vez más las desigualdades entre los seres humanos y que podrían abocar a una guerra mundial de consecuencias apocalípticas. También hay quien habla de la no tan remota posibilidad de destrucción de las condiciones aptas para la vida de nuestro planeta como consecuencia de una catástrofe de dimensiones planetarias causada por el impacto de un gran meteorito.

La suma de todos estos riesgos hace que algunas mentes tan privilegiadas como la de Stephen Hawking consideren que el tiempo que le queda a la humanidad en la tierra es muy reducido: decenas, cientos de años a lo sumo. Por esta razón en distintos países se está empezando a planear la posibilidad de establecer colonias de seres humanos en otros planetas con el fin de garantizar el futuro de nuestra especie. Lo que hasta ahora parecerían escenarios pensados para la ciencia ficción dejan de serlo y se conviertes en proyectos cuya viabilidad cada vez es mayor y con periodos de realización que se incluyen en la próxima década.
Uno de los más conocidos y comentados proyectos durante los últimos meses es el de Elon Musk. La revista New Space publica en su último número un estudio del fundador de la empresa SpaceX en el que se describe un ambicioso plan para colonizar Marte. Este trabajo detalla los elementos tecnológicos necesarios para instalar en Marte la infraestructura de soporte necesaria para la vida humana.  Los planes prevén el lanzamiento de varias misiones en 2022 que se encargarían de preparar el terreno para la llegada de astronautas que ocurriría durante 2024. Tendríamos entonces la primera base en suelo marciano. Seria esta base el embrión que crecería paulatinamente con la llegada de más equipos y astronautas. Se lograría así, tras varias décadas, el establecimiento de una colonia que eventualmente alcanzaría una población de varios miles de personas. Aunque los plazos se antojan excesivamente cortos, hay muchos expertos que consideran el proyecto factible en el entorno de los próximos veinte años.
No es el único proyecto existente. La NASA está probando actualmente la nave espacial Orion para transportar astronautas, y los cohetes del SLS para llegar hasta Marte. La misión está fechada actualmente para mediados de la década de 2030. La Agencia Espacial Europea (ESA) también tiene un proyecto marciano que se encuentra en la etapa de planificación. Como fase previa, se establecerá en la luna una base de pruebas antes de ir a Marte. No hay fechas establecidas todavía. El más esotérico de los proyectos hasta ahora conocidos recibe el nombre de Mars One. Es un proyecto privado y televisivo llevado a cabo por el investigador holandés Bas Lansdorp. El plan es mandar un primer equipo de humanos que llegarían a Marte 2023,  que vivirían allí permanentemente, convirtiéndolo en un reality show.