viernes, 8 de junio de 2012

Hasta siempre, Ray


Me gusta la ciencia ficción. Quizá en los últimos años no le he dedicado todo el tiempo que me hubiera gustado pero, desde luego en mi juventud hubo unos cuantos años en los que por lo menos la mitad de los libros que leía eran de este género. Por supuesto no podían faltar los grandes, como Clarke o Asimov o Ray Bradbury.

De estos tres grandes maestros, Ray Bradbury ha sido el último en dejarnos. Y lo hizo hace unos pocos días a la ya avanzada edad de 91 años. Su biografía es una historia de esfuerzo y superación. Tras finalizar sus estudios comenzó a ganarse la vida como vendedor de periódicos. Pero ya entonces empezó a escribir pequeños relatos que publicaba en revistas como Weird Tales, Astounding Science Fiction y Captain Future. Su estilo fue madurando y pocos años más tarde comenzó la publicación de una serie de historias que le harían mundialmente famoso. Fueron sus Crónicas Marcianas. En ellas se describían  las múltiples facetas de una colonización salvaje del planeta Marte por parte de terrícolas que, en muchos casos, eran satirizados por el autor. El racismo, la opresión, la crueldad y la violencia descritas en la superficie marciana, se correspondían con la realidad que Bradbury observaba en la sociedad que le rodeaba.

Lejos de ser un apasionado de la tecnología, Bradbury era un humanista. Amaba los libros sobre todas las cosas. Farenheit 451 es otra de sus obras maestras. Su título alude a la temperatura  a la que arde el papel. Cuanta la historia de un mundo futuro en el que los libros se consideran perjudiciales y, por tanto, están prohibidos. Las gentes que aparecen en esta historia son mayoritariamente adictas a las telenovelas y llevan constantemente auriculares. El mensaje del autor era plenamente coherente con su pasión por la  literatura. En 2008, declaró: "Si sabes leer, tienes una educación completa para la vida y estás preparado para vivir en democracia. Si no sabes leer, no sabes cómo decidir. Eso es lo que hace grande a nuestro país, somos una democracia de lectores, y deberíamos mantenerlo así".

Hay un documento sobre Bradbury que he visto referenciado en varios sitios que le rinden tributo. Se trata de la grabación de su participación de en un simposio organizado por la NASA el 12 de Noviembre de 1971 con ocasión de la entrada en la órbita de Marte del vehículo Mariner 9.  En aquel momento, Ray, que estaba acompañado de otros personaje célebres como Arthur C. Clarke o Carl Sagan, leyó uno de sus poemas titulado “If Only We Had Taller Bee” que, como homenaje final (descanse en paz),  copio a continuación.

The fence we walked between the years
Did balance us serene;
It was a place half in the sky where
In the green of leaf and promising of peach
We’d reach our hands to touch and almost thouch that lie,
That blue that was not really blue.
If we could reach and touch, we said,
‘Twould teach us, somehow, never to be dead.

We ached, we almost touched that stuff;
Our reach was never quite enough.
So, Thomas, we are doomed to die.
O, Tom, as I have often said,
How said we’re both so short in bed.
If only we had taller been,
And touched God’s cuff, His hem,
We would not have to sleep away and go with them
Who’ve gone before,
A billion give or take a million boys or more
Who, short as we, stood tall as they could stand
And hoped by stretching thus to keep their land,
Their home, their hearth, their flesh and soul.
But they, like us, were standing in a hole.

O, Thomas, will a Race one day stand really tall
Across the Void, across the Universe and all?
And, measured out with rocket fire,
At last put Adam’s finger forth
As on the Sistine Ceiling,
And God’s great hand come down the other way
To measure Man and find him Good,
And Gift him with Forever’s Day?
I work for that.

Short man, Large dream. I send my rockets forth between my ears,
Hoping an inch of Will is worth a pound of years.
Aching to hear a voice cry back along the universal Mall:
We’ve reached Alpha Centauri!
We’re tall, O God, we’re tall!

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